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Carolina Mejía, el rostro renovado de una alcaldía difícil

Por Juan Manuel García

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Hipólito Mejía, el ex presidente de la República, se refirió en momentos recientes, a la señora Carolina Mejía Gómez de Garrigó, con una expresión de satisfacción, típica del ex gobernante: “Ella, está ahí. En su sitio. Cumpliendo. Ya pagó todas las deudas que encontró en su despacho de Alcaldesa.

¿Cómo va a ser? ¿Ya la Alcaldía del Distrito Nacional no tiene mayores deudas acumuladas, pese a las precariedades presupuestarias con las que tiene que manejar sus responsabilidades, según es de conocimiento público?

Así como suena. El ex presidente Hipólito Mejía es el padre de Carolina. Una mujer de compromiso, pese a su juventud y su rol de madre de familia. De ella puede afirmarse que es el rostro renovado de la primera alcaldía de América, la de República Dominicana.

Y no es porque Carolina sea la primera mujer escogida por el voto popular para desempeñar tales funciones. Ese sólo es uno de sus atractivos.

Y lo de que su padre, un ex presidente de la República, resalte que su hija, una economista de profesión, la empresaria, es buena pagadora, en medio de sus aprietos presupuestarios de la institución que encabeza, es también algo preponderante. Algo que debe ser promovido en su imagen de dirigente comunitaria, social, y política.

De hecho, las mujeres dominicanas siempre han sido modelos de eficiencia en la administración material de sus responsabilidades. En el hogar. Y en todo.

Esta mujer no teme proclamarlo de inmediato: “La clave del éxito, en mi caso, fue ser yo misma y traer a la mesa las características de una mujer, a ponerse al frente de un equipo”, dejó como sentencia en un evento en Miami, Florida.

Rosa Carolina Mejía Gómez, nacida el 28 de marzo de 1969, es esposa, casada con Juan Antonio Garrigó Lefeld , y regente de un hogar con tres hijos, Juan de Jesús (ya, político y economista), Diego José, e Isabel Carolina, todos, bien emplumados. Y deseosos de verse reflejados en la efigie de su madre. La política. La empresaria. La funcionaria. Esta mujer, con más de medio siglo en edad productiva, tiene tres hermanos: Felipe, Ramón Hipólito y Lissa.

Un breve recorrido por su trayecto de formación incluye que: en 1986, Carolina Mejía tras graduarse como bachiller en Ciencias y Letras del Colegio Santo Domingo, viajó a Montreal, Canada donde asistió al O´Sullivan College y a la Universidad de Concordia; en aquellos centros realizó un “Office System Technology Course” y “French as a Second Language”. Más tarde, en 1987 inició sus estudios en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, donde fue graduada como “Licenciada en Economía” en 1991. Para el 2002-2003, durante la gestión presidencial de su padre Hipólito Mejía Domínguez, Carolina Mejía cursó el diplomado “Dirección de Marketing” de la Escuela de Negocios BARNA, y en el 2007 realizó el curso “Strategy: Building and Sustaining a Competitive Advantage” del Harvard Business School.

Ya en la década del 2000 fue miembro del Directorio del Banco Central de la República Dominicana. Y en 2016, candidata a la vicepresidencia de la República, por su partido, escogida como tal, por quien sería y es, el actual presidente dominicano, Luis Abinader.

Lo de Carolina Mejía viene a ser sólo una muestra. Y que lo sea desde su posición, ha de ser resaltado.

Carolina es una dirigente política entregada en cuerpo y alma a esas actividades. Cuerpo y alma, bien sea dicho, en proporciones absolutas.

Es la Alcaldesa del Distrito Nacional. Y ello no la envuelve en su función de Secretaria General del partido político que le sirve de pedestal, el Partido Revolucionario Moderno (PRM), de esencia socialdemócrata. Cada cosa en su lugar. Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

En acto encabezado por el presidente de la República, Luis Abinader, la alcaldesa Carolina Mejía, el ministro Deligne Ascención y el presidente de la Liga Municipal Dominicana, Víctor D’Aza, se dejaron iniciados los trabajos de este proyecto que pertenece al Plan Nacional de Aceras anunciado por el mandatario para todo el país.

No. 135, julio de 2023 • 11 Análisis

En todo político responsable debe ceñirse un laurel que lleve el signo de la Democracia. La Democracia es eso, Poder del Pueblo. Poder de la comunidad, que, en el caso dominicano, es una comunidad llena de escaseces y necesidades materiales. Pero rica en atributos y valores que deberán ser exhibidos por sus funcionarios públicos.

Algo a añadir, en su vida profesional, ya la prensa lo ha propalado: en 1991, Mejía se inició en la Compañía Dominicana de Teléfonos (CODETEL) como “Encargada de las Relaciones Comerciales con las Telefónicas de Estados Unidos y Cánada”, hasta 1993. Durante el período 2000-2004 se desempeñó como “Coordinadora del Consejo Asesor del Presidente de la República Dominicana”; durante el período, 2003-2004, fue nombrada “Embajadora Adscrita a la Cancillería, Encargada de Acuerdos Comerciales, Miembro del Equipo coordinador para el Acuerdo de Libre Comercio con los Estados Unidos (DR-CAFTA)” (2003-2004), y fungió como “Miembro Suplente de la Junta Monetaria del Banco Central de la República Dominicana”, respectivamente.

¿Cuál sería el futuro político de Carolina?

Ella, está ahí. Cumpliendo con lo que le corresponde ante su gente del Distrito Nacional. Y ante todo el país. Y en rol de dirigente política: Cumpliendo, reiterémoslo, con su país. Desde la capital.

Existirá siempre el riesgo, cuando se trate de líderes con nuevas experiencias a poner a prueba, que algunas élites, siempre dispuestas a ignorar y obstaculizar el concepto de democracia, obstaculicen la eficiencia, desde un lugar tan preponderante como la Alcaldía del Distrito Nacional, centro urbanístico histórico y en constante y necesaria renovación.

Como Alcaldesa, Carolina ha logrado emprender importantes iniciativas destinadas a fortalecer la resiliencia de la ciudad.

Se cuentan el mejoramiento de la red de micro parques, el saneamiento de cañadas que tributan a ríos limítrofes, el mejoramiento de sistemas de absorción de precipitaciones en zonas de baja altitud, el acompañamiento al Gobierno Central en el proceso de acondicionamiento del banco occidental del Río Ozama, y la construcción del primer Plan de Acción Climática (PAC) de Santo Domingo.

Desde 2021, ocupa el escaño de Vicepresidenta Regional de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) para Centroamérica, México y el Caribe, cargo desde el que fomenta en la región, a través de propuestas e iniciativas de capacitación, el crecimiento de la economía naranja, la inversión en la movilidad peatonal, y soluciones sostenibles al comercio informal.

¡Qué bueno que existe una Carolina Alcaldesa de la Ciudad Primada de América! Orgullo de su padre y no por pura complacencia.

“Ya no tenemos deudas”, decía la Alcaldesa con un dejo de satisfacción cuando el 24 de mayo se presentó a rendir cuentas de su gestión y resaltar que el logro ha sido obtenido en el Distrito Nacional, con sus finanzas saneadas.

Ya lo decíamos, la disciplina de la mujer es la mejor en la casa para equilibrar los presupuestos y despejar el panorama de la persecución de los bancos y otros acreedores. Finanzas sanas, dice la señora Alcaldesa, trae como consecuencia agradable, la eliminación de la basura, el hermoseamiento de la ciudad y la construcción de obras que satisfagan al socio que paga los impuestos.

¿Sería esa la causa de la satisfacción paterna del ex presidente Hipólito Mejía, al referir la situación de su hija Carolina Mejía, la Alcaldesa del Distrito Nacional? Ella está bien. No le debe a nadie.

Testimonio del doctor Martín Almonte García sobre Carolina

Carolina Mejía trabajó en la empresa Falcón Dominicana de Cemento, en la época en que se estaba construyendo la Presa de Jigüey y Aguacate. Las oficinas estaban ubicadas en la calle Porfirio Herrera #5, Plaza San Marcos. El presidente de la empresa era, en ese momento, el doctor Humberto Calvo, de nacionalidad argentina. Su asistente era Mónica Echeverri y el Ing. Eduardo Wessin y Wessin, gerente general. Martín Almonte García era el coordinador del departamento de Ventas.

En esos momentos, por los años 1989-1990 había una gran escasez de cemento debido a que estaba en construcción la presa Jigüey y Aguacate. En ese momento el cemento era el oro negro.

Las fábricas de ese entonces: Cemento Titán, dirigida por el Lic. Lisandro Macarrulla, cemento Cibao de don Wáscar Rodríguez y cemento Colón que pertenecía al Estado dominicano, vendían el cemento a precio justo.

En ese entonces la jovencita Carolina Mejía, con licenciatura en Economía, llegó a la empresa por sus propios méritos muy joven, graduada con honores, en una Universidad de Canadá, hablaba inglés como si fuera su lengua materna, el español. Siempre tuvo posiciones muy firmes en el trabajo, el presidente de la empresa la consultaba a menudo y se destacó siempre en la defensa de los maestros constructores.

Su defensa consistía en que a los maestros constructores había que venderles al mismo precio que a los mayoristas, que no debía haber diferencias, porque de esa manera los constructores le llevaban los precios más económicos a las personas que les estaban construyendo unas obras.

El doctor Alberto Calvo, presidente de Cemento Falcón, siempre decía que Carolina tenía su propia luz, buscó y consiguió que unos puestos de ventas que habían en la Av. Máximo Gómez esq. 38, que eran de especulación, ella entendía que si se le vendía y se les daba cuota a ellos, los precios del cemento iban a bajar. Y efectivamente propuso que se le dieran cuotas pero vigiladas, que el que las vendiera fuera de ese precio se les eliminaran.

El doctor Calvo siempre decía que Carolina, Carol como le decía a veces, esa joven llegará muy lejos, porque tiene luz propia.

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