24 Cuadros N° 25

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psicoanálisis, la empatía con un sociópata, la multiplicidad de personajes y el crecimiento metódico de cada línea narrativa, el advenimiento de los nuevos tiempos y esa sensación de que “lo mejor ya pasó”. Todo parte del cocktail que hizo explosión en el inconsciente colectivo mundial bajo la modalidad “arco narrativo”. No hay prácticamente historias autoconclusivas, no hay una concesión al espectador ocasional, todo está ligado capítulo a capítulo. El tremendo carisma de su protagonista, Tony Soprano, vulnerable y violento por igual, ha servido de ejemplo para series posteriores, como The Shield. Multiplicidad El suceso de The Sopranos ató desde ese momento el futuro de la TV por cable a la producción de series innovadoras, series que de ninguna manera serían producida por la televisión abierta, mucho más restringidas en EE.UU. tanto por la guerra de ratings como por los movimientos conservadores, en especial los religiosos que hacen notar su descontento ante ciertas situaciones (sexo, violencia o cualquier cosa medianamente entretenida). HBO en los años posteriores a The Sopranos estrenó Six Feet Under de Alan Ball, que venía de escribir American Beauty. Una serie sobre una familia de funebreros no es precisamente una apuesta segura. Pero es una redefinición del drama. Six Feet Under es una serie psicológica y climática. Mucho más centrada en los personajes que en la trama que se bifurca y se hace etérea. En un guiño a las viejas series “de fórmula”, cada capítulo de Six Feet Under comienza con el fallecimiento, cada vez más bizarro, de quien será velado en ese episodio. Este suceso del año 2001, importantísimo en cuanto a que algo tan fuera de molde resulte un gran éxito, es seguido

inmediatamente por la que para muchos es la mejor serie de todos los tiempos: The Wire. David Simon, el creador de The Wire, había escrito la miniserie The Corner para HBO, que describía la vida de los narcotraficantes menores, los perejiles de la ciudad de Baltimore. Su proyecto anterior para NBC había sido la Homicidios: La vida en las calles. The Wire es, si se quiere, una síntesis de estos dos. Describir sucintamente The Wire es fútil ya que hace foco en todos lados: en la policía y en los delincuentes, en el gobierno, en los sindicatos, en la educación, en el periodismo, en la Guerra contra las drogas y las políticas sociales. Si algún producto cinematográfico, televisivo o incluso radial ha sido vehículo para decir algo sobre la vida en las ciudades, es este. Ha sido definida por plumas más brillantes que la mía como una serie de “espectro dickensiano” en alusión a Historia de dos ciudades. Pero es mucho más que eso. Recomiendo paciencia con los primeros capítulos. No es una serie con la que uno se enganche rápidamente, no es adictiva en cuanto no haya grandes misterios que resolver. Pero si estás leyendo esta nota a esta altura es porque debe interesarte el tema, y no viste The Wire, que es el tope de la lista. En consecuencia, HBO se convirtió en la marca registrada de los dramas de TV. En años posteriores estrenaría el western Deadwood (Al Fucking Swarengen), la épica histórica Rome, la polígama Big Love, la mencionada In Treatment, una de vampiros True Blood, más mafiosos con Boardwalk Empire, la fantástica Game Of Thrones, la burrera Luck y etc. etc. HBO es el canal que los demás canales de cable quieren ser. Es arriesgado artísticamente y al mismo tiempo exitoso. No sólo son las series, también sus miniseries (Band of Brothers,

From the Earth to the Moon, The Pacific, John Adams) y sus películas producidas exclusivamente para TV (decenas por año) son usualmente productos excelentes. El canal, a partir de sus series, ha logrado que todo aquel que tenga un proyecto, a nivel mundial, lo considere antes que nadie como socio y distribuidor. Es así que desde hace unos años, HBO produce series localmente en todo el mundo. Ha hecho dos temporadas de Epitafios en Argentina, Prófugos en Chile y en Brasil Hijos del Carnaval, Capadocia, Preamar y muchas más, por nombrar sólo las de Latinoamérica. Estos cambios repercuten y resuenan en todos lados. La Vecindad Desde 1990 a la fecha, y me refiero al día de hoy, NBC tiene al aire la franquicia La Ley y el Orden. Es la “tradicional” serie policial / jurídica. Tiene mil variaciones (Unidad de Víctimas Especiales, Criminal Intent y está diversificada en varias ciudades: la original New York y luego Los Angeles y Londres). Dick Wolf, su creador, sabe lo que hace y lo hace bien. Uno puede agarrar un episodio de cualquier temporada y a cualquier hora del día y sabe lo que está pasando. Incluso muchos de sus personajes se van, otros envejecen en pantalla: importa poco, tenemos muy poca información sobre ellos. Lo que importa es el caso de la semana. La Ley y el Orden es confiable y conservadora. A esta altura, y con más de 900 episodios emitidos en algunas de sus variantes, siempre estuvo y estará en algún canal de algún lado del mundo, y por ende siempre seguirá generando royalties. Viendo que las franquicias policiales funcionan, en el año 2000 CBS inventó su propia gallina de los huevos de oro, siempre alejándose lo más posible de cualquier riesgo artístico: CSI, en sus variables Las Vegas, Miami y New York. Estas series, aunque obscenamente exitosas, son nuevamente factorías de


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