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Esos días

María Isabel Navarro Meléndez

Escuela Normal de Ixtapan de la Sal

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Me gustan esos días en los que el tiempo parece largo porque le doy atención y lo disfruto. Me gusta mojarme con la lluvia, años que no lo hacía, olvidarme del glamour, de que la ropa se empape, de que los zapatos se ensucien, de que el cabello se despeine. Me gusta que el viento me acaricie y cobije a su antojo, de cualquier modo, es mudo y no diría nada a nadie de mi intimidad con él. Me gusta recorrer las calles del pueblo que me ha adoptado, mi terruño “sobre la sal”, ir de visita al que me vio nacer, mi “cerro de las codornices”, y de paso admirar al que me tendió sus manos: por varios otoños y fríos inviernos, por interminables primaveras y entrañables veranos… mi “lugar donde mana agua”. ¡Me gusta recorrer las calles de todos! Mis pueblos del sur… Algunos con calles empedradas y veredas sinuosas entre maleza. Otro de grandes avenidas y bulevares. Pueblos con historias en cada esquina. Me gusta recorrer cada cuadra, encontrar gente, mucha gente trabajadora que vende de todo y para todos: la fruta, la verdura, el pan, los cocos, los sopes… “La carne, señora, la carne”. Siempre hay algo que degustar para paladares quisquillosos y algo que beber para gargantas secas. Me gusta ver pasar a la gente después de su jornada, con el polvo en la cara, con el morral en la espalda y los pesos en sus bolsillos para la compra del pan de la merienda. Me gustan mis pueblos con encanto y mi pueblo mágico. ¡Qué dicha sean míos! ¡Qué dicha ser de ellos! Unos con árboles de coníferas, ocote, pino, encino, madroño y nogal… otro envuelto entre jacarandas, casuarinas, amates, cabrillos, cazahuates y palmeras. Árboles que me han embelesado y de los que ahora estoy profundamente enamorada, celosa de que las golondrinas hagan en ellos sus nidos sin mi permiso. Me gustan esos días en los que el tiempo parece largo porque le doy atención y lo disfruto. Como ese primer día de lluvias en mayo donde se respira el aroma de la tierra mojada, deleite sin igual. Abrir la ventana y disfrutar el manjar de ese bálsamo que sólo una vez al año aparece porque después de la segunda lluvia, así como pasa después del primer amor… ya nada, nada es igual. Me gustan esos bellos días de atardeceres pincelados en mis tres lugares sureños. Cada día, un ocaso distinto, a veces un cielo ensabanado,

otras, uno descarado y desnudo. A veces con la luna asomándose, otras, oculta con su amante, el astro rey. Me gustan esos días de pesca, aunque no pesquemos nada. Mi Pedregal de ensueño… ahí pescamos muchas vivencias, ahí pescamos gratas sonrisas y de paso unas buenas fotografías para la memoria distraída. Me gustan los paisajes de mis pueblos, el travieso e imponente Picacho y la enigmática Culebra en uno… La cascada del Salto en otro o los paseos en las veredas entre jacarandas y buganvilias en éste. Me gustan esos días en los que el tiempo parece largo porque le doy atención y lo disfruto. Me gustan esos días de lectura de libros que me llaman, que me eligen… y de los que se rehúsan a quererme. Me gusta también el tiempo de escritura, cuando pluma y papel se enredan en una relación infinita. Me gustan esos días de juego, en el patio, en el parque, en la mesa, en el piso. Me gusta el tiempo con las mascotas, las caricias que no miden fuerza, los mordiscos no planeados, las caminatas… o simplemente el descanso de ellos sobre mí o de mí sobre ellos. Me gustan esos días con la familia, con los parientes cercanos, con los no tan cercanos, con todos. Me gusta mi pareja de vida y que a él le guste mi presencia, con todo lo que implico, con todo lo que soy y no soy, y con todo lo que puedo llegar a ser. Me gusta estar con mi hijo y a mi hijo le gusta estar conmigo. Nos gusta inventar historias, platicar de todo y de nada. Me gusta tener a mis padres de visita y más aún visitarlos a ellos. Me gustan esos días de hermanos de compartir lo que somos y lo que tenemos. Me gustan las amistades de antaño pero también las nuevas, con todas he vivido experiencias inigualables que nos han hecho ser hermanas y hermanos por elección. Me gustan mis días de trabajo, me gusta la docencia, me gusta ser maestra, en esta profesión he encontrado grandes satisfacciones, incontables aprendizajes, irremplazables experiencias. Me gustan mis decisiones, porque con ellas crezco como persona y aprendo de lo que es la vida. Me gusta todo… Me gusta la vida… Me gustan ESOS DÍAS, en los que el tiempo parece largo, porque le doy atención y lo disfruto.

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