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#cultura

para promocionar a Bill Haley. En la segunda, se trataba de lanzar al estrellato a Jayne Mansfield y terminó convirtiéndose en la película de rock más importante de la época gracias a la presencia de Little Richard y Fats Domino. La primera, pues pasó, así, así. El adolescente Lennon vio la segunda y pudo ponerles cuerpo y cara a sus ídolos musicales; fue fundamental en su construcción como músico.

Por lo tanto, la mejor película de rock de los cincuentas es, sin duda, The Girl Can’t Help It, incluso por encima de Jailhouse Rock donde aparecía el Elvis Presley que todos conocemos.

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Supongo que alguien no estará de acuerdo, pero así comienza esto.

No es que quiera convertir este artículo en una revisión rápida de las películas de rock, aunque puede suceder que sí. Desde los sesentas la lista de películas engorda sin parar, desde Elvis viéndose cool y rockeando en la cárcel, pasando por The Beatles en animación y no, un jovencísimo Bob Dylan en su gira por Inglaterra, Godard filmando a los Stones, un Fantasma de la ópera en clave rock, El show de horror de Rocky, los Sex Pistols y los Ramones en sus propias películas, los hermanos del blues, Bowie como Ziggy, un profesor que humilla alumnos mientras teme a su esposa, Spinal Tap y el primer mockumentary de la historia, John Waters cantándole a Baltimore, Las Puertas y Los Comprometidos, un grupo que casi logra la fama, las ocho millas, una escuela donde se enseña rock, Ozzy aspirando hormigas y terminamos con Elvis, una vez más.

Si usted reconoció la mayoría de las películas a las que me refiero, tal vez deba asumirse a sí mismo como un nerd del cine de rock.

Entonces, ¿cómo es que llegamos a Daisy Jones & The Six después de tantas grandes películas de rock? Pienso que siempre ha existido esa forma de ver la música a través del cine. Ese enducoloramiento y cursilería que suaviza todo lo que toca. Vamos, que hasta la adicción a los alucinógenos y al alcohol quedan como una anécdota simplona en la serie. En Daisy Jones & The Six, aquello que ha destrozado a múltiples rockeros es apenas un pequeño problema, un tropezón en el camino.

Pienso que, si uno quiere ver lo que las drogas y el alcohol le hacen a un rockero, hay otras opciones, por ejemplo, The Decline of the Western Civilization, las tres películas. Si alguien está buscando una comedia, The Blues Brothers es la opción. ¿Entender a los hombres obsesionados con la música? No se diga más, High Fidelity. ¿Una historia de éxito donde una banda pasa del anonimato a la fama?, son un montón, La Bamba o The Doors; vamos que hasta That Thing You Do es mejor. ¿Romance y rock? No necesito más que nombrar la que sería, tal vez, la mejor película de rock de la historia: Almost

Famous. Y si se desea ver la caída vergonzosa de un grupo antes famoso, The Story of Anvil es la respuesta. Pero nos han dado un nuevo encargo. En esta época de entretenimiento sin final, en donde se debe estar al pendiente de todo lo nuevo sólo porque es nuevo. La asignación es una serie que representa todo lo que conocemos de memoria y esperamos como perros de Pavlov cuando se habla de rockstars. Sólo que en cursi, bien hecho, pero cursi.

Sé que, al hablar de películas de rock, aquí estoy hablando de films más cercanos al entretenimiento que al arte, aun así, muchos funcionan como obras de arte porque, a pesar de ser parte de una industria, su creación tuvo una semilla mucho más valiosa artísticamente que aquello que nos están alimentado en los últimos años.

Esta lucha por producir el éxito del año a cualquier costo nos está inundando de obras menores o series que de plano no pueden despegar hacia ningún lado. Todo se vuelve compra y venta. Todo termina en likes y favs y seguidores. Tal vez se necesita que regrese el punk al cine para sacudir esta época de fama fugaz en las pantallas de los celulares.

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