Retales Masoneria Numero 096 - Junio 2019

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Retales de masonería – Nº 96 – Junio 2019 Tras tres investigaciónes el candidato se presenta a su logia para ser interrogado sobre sus opiniones e intenciones. ¿Qué se exige del candidato? Primero una conducta moral irreprochable. Un criminal es rechazado inmedíatamente, luego un juramento por el que se compromete a no revelar nada de lo que se le enseñe: Finalmente se le pide que abandone su fortuna y bienes materiales. Estas tres condiciones subsisten en la actual masonería‖. (Jack Christian, La Masonería Historia e Iniciación, Ediciones Martínez Roca SA, Madrid Mayo 2004, Segunda Edición, Pág. 23). Las pruebas iniciales ocupan un gran lugar en las ceremonias de Eleusis. Encontramos ya las purificaciones por los cuatro elementos, fuego, aire, agua y tierra. El neófito debe pasar la noche en una tienda para meditar sobre sí mismo y prepararse para la iniciación; los masones convirtieron esa tunda en -el gabinete de reflexión» donde el postulante regresa al seno de la Madre tierra del que renacerá, En Eleusis, la purificación por el aire se efectuaba a través de la música, pues los sonidos liberaban el alma de sus escorias. Durante el «viaje del aire», los masones intentan hacer el máximo nudo golpeando con el pie el suelo o entrechocando espadas. El aire corresponde, pues, en la iniciación al grado de Aprendiz, al tumulto de las pasiones que el sabio debe apaciguar. En otra forma eléusica de la prueba del aire, se abanica al candidato con un harnero; esta vez, se trata de comunicarle el soplo divino. Por lo que se refiere a la prueba del agua, parece haber sido muy sencilla: se vertía un poco de agua en la cabeza del neófito, para lavarlo definitivamente de sus imperfecciones y hacer nacer un hombre nuevo. (Jack Christian, La Masonería Historia e Iniciación, Ediciones Martínez Roca SA, Madrid Mayo 2004, Segunda Edición, Pág. 23). 3. El Orfismo Mencionemos también los Misterios de Orfeo, centrados alrededor del mito de Zagreo (idéntico a Dioniso), desgarrado y resucitado. La cosmogonía órfica se parece bastante a las dóctrinas egipcias o hindúes. En ella se ve a la Noche pro-ducir el Huevo del mundo, cuyas dos mitades forman el Cielo y la Tierra, y de donde nace el Eros luminoso, principio de vida. Pero lo que da al estudio del Orfismo el mayor interés son sus dóctrinas sobre la Salvación del alma, que, encerrada en el cuerpo como en una prisión, transmigra continuamente de un ser a otro en un ciclo sin fin; la iniciación, junto con la abstinencia y renunciación, permiten romper el "ciclo infernal" de los renacimientos: Los hombres descienden de los titanes, nacieron de las cenizas de esos enemigos del Dios, fu lminados por Zeus en castigo de su crimen; por consiguiente, su naturaleza comporta un elemento malo, que a veces se designa como terrestre. Pero también comporta un elemento divino o celeste, pues los titanes habían devorado al hijo de Zeus. Sin admitir formalmente la noción de la caída o del pecado original, ese dualismo atestigua la idea de una mácula impresa a la especie humana y, por ese medio, plantea los términos de un problema de salvación... El ciclo sin fin de los renacimientos es la eternidad del dolor; se trata de librarse de él, y esa liberación es la finalidad de la vida órfica. El Orfismo parece haber influido fuertemente en Platón, y por lo demás podemos preguntarnos si el famoso mito de la Caverna, en la República, no relata una iniciación practicada por una secta órfica a la que pertenecía Platón. El credo órfico propone una innovadora interpretación del ser humano, como compuesto de un cuerpo y un alma, un alma indestructible que sobrevive y recibe premios o castigos más allá de la muerte. Para los órficos es el alma lo esencial, lo que el iniciado debe cuidar siempre y esforzarse en mantener pura para su salvación. El cuerpo es un mero vestido, un habitáculo temporal, una prisión o incluso una tumba para el alma, que en la muerte se desprende de esa envoltura terrena y va al más allá a recibir sus premios o sus castigos, que pueden incluir algunas reencarnaciones o metempsicosis en otros cuerpos (y no sólo humanos), hasta lograr su purificación definitiva y reintegrarse en el ámbito divino El proceso de purificación puede ser largo y realizarse en varias transmigraciones del alma o metempsicosis. De ahí el precepto de no derramar sangre humana ni animal, ya que también en formas animales puede latir un alma humana (e incluso la de un pariente). Al iniciarse en los misterios, el hombre adquiere una guía de salvación, y por eso en el Más Allá los iniciados cuentan con una contraseña que los identifica, y saben que deben presentarse ante los dioses de ultratumba con un saludo amistoso, como indican las laminillas órficas que se entierran con ellos. Las laminillas áureas apuntan instrucciones para realizar bien la katábasis y entrar en el Hades (no beber en la fuente del Olvido, sí en la de la Memoria, proclamar “también yo soy un ser inmortal”, etc.).

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