Retales masoneria numero 076 octubre 2017

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Retales de masonería – Nº 75 – Septiembre 2017

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al vez la muerte no es el único acontecimiento seguro en la vida, como la mayoría de seres humanos tienden a pensar.

Lo que es hondamente seguro en este mundo viviente así como en la física, la filosofía, la espiritualidad y en la misma masonería: es el cambio. Tenemos que considerar también, que este no es el mundo de Claudio Tolomeo, no es el mundo de la predeterminación, este es por el contrario el mundo de la relatividad y del principio de incertidumbre; Einstein y Heisemberg cambiaron las reglas de juego, este es el mundo de los viajes espaciales y de la nanotecnología. Pero en la física moderna todo cambia, eso se lo debemos a la segunda ley de la termodinámica que dice que en un sistema cerrado la entropía (trasformación) con el tiempo aumenta, según el físico teórico Stephen Hawking no se puede construir una teoría única del universo sin implicar esta ley. El cambio es continuo, todo es movimiento, es uno de los gritos de Galileo Galilei en su injusta prisión: “y sin embargo se mueve”, haciendo alusión a la factibilidad del movimiento de la tierra que contradecía las enseñanzas dogmáticas religiosas. Me resulta Interesante encontrar algunas doctrinas antiguas referentes al cambio, en los conceptos atribuidos a Hermes Trismegistro encontramos lo siguiente: “Pero padre, ¿no te parece inmóvil la tierra? No hijo mío, es precisamente lo único que es a la vez móvil y estable, es imposible que un procreador procree si movimiento, ¿no sería ridículo pensar que permanece inmóvil precisamente la que es el alimento de todos los seres y la procreadora y generadora de todas las cosas? (CH XII, 17).” Así mismo el tercer principio del Kybalion dice: Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra. En la masonería también todo se mueve, creo un poco, que a veces pasa como con esos clérigos medievales ortodoxos que no veían que las cosas cambiaban y enviaban a la hoguera a quienes no veían su “luz”. Antes de Copérnico todo estaba fundamentado en modelos estacionarios, reinaban las teorías de Claudio Tolomeo, en el campo espiritual también se suponía la falta de movimiento, en el libro “El nombre de la Rosa” de Humberto Eco, se puede ver muy bien ese pensamiento retrograda: Jorque el monje ciego decía que el conocimiento solo podía suscribirse a dos cosas: al precepto de “Yo Soy el que Soy” del Dios de los judíos y al concepto de “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida” de Jesús, parte trina del Dios de los cristianos. En otras palabras todo el conocimiento está contenido en esos dos dogmas, todo por fuera de ello era herejía, es interesante meditar sobre “el conocimiento” dentro de estos linderos dogmáticos desde el llamado que hiciera la Gran Logia Unida de Inglaterra en 1929, cuando estipuló que era indispensable para la existencia masónica regular que el masón creyera en Dios y en su verdad revelada; esa verdad revelada de Dios implica por supuesto un teísmo activo y a la vez una involución, puesto que es totalmente opuesto al discurso masónico predominantemente deísta y agnóstico de los siglos XVIII y comienzos del XIX de los referentes y francmasones Benjamin Franklin, George Washington, Ethan Allen, Voltaire, Montesquieu, Diderot, Helvecio, etc. Pero en la masonería todo es cambio, si vemos más allá de una tierra que “parece” no moverse descubriremos que la masonería es hija del cambio, también los masones han promovido el cambio, por ende la masonería de progreso esta cimentada en el cambio. Dentro de esa historia “contextual” de la masonería, es decir, anterior a la oficial, si consideramos que la historia oficial nace en 1717, encontramos lo siguiente: El autor Charles Pompier ha aseverado que existe cierta relación entre la masonería y los Obreros Dionisiacos (aproximadamente 1000 años antes de Cristo) quienes fueron el vehículo de trasmisión de conocimientos mistéricos entre los pueblos Egipcio y Griego; los Obreros Dionisiacos eran una asociación dedicada al arte de la construcción de templos, pero conexa con los misterios dionisiacos que penetraron los pueblos de Asia Menor y Siria.


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