La Gracia Soberana

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pecado], y reparte sus despojos” (Lucas 11:21,22). El diablo dirige el corazón, ya que Cristo lo desea para Su trono –sólo hasta que Cristo lo expulse. Sr. M.–¿Cuál es el significado de la promesa: “El que a mí viene, de ningún modo le echo fuera”? (Juan 6:37). Sr. R.–Creo que muchas veces ponemos el énfasis sobre la palabra incorrecta. Las personas se angustian por cómo van a VENIR, cuando ellas deberían poner el énfasis sobre a quién están viniendo. “El que a MÍ viene, de ningún modo le echo fuera”: no importa como pueda venir. Yo recuerdo haber oído este episodio después de una reunión. Un señor estaba hablando a alguien que buscaba ansiosamente, diciéndole que viniera a Cristo, que confiara en Cristo; pero el hombre no parecía obtener alivio. Él dijo que era allí exactamente en donde se encontraba su problema. Luego, otro amigo vino y habló al ansioso. Todo lo que le dijo fue: “Venga a CRISTO; confíe en CRISTO”. El hombre vio en un minuto. Fue y le dijo al otro señor, “ahora veo la manera de la salvación”. “Dígame”, dijo él, “¿qué le dijo ese hombre?” “Bien, él me dijo que confiara en Cristo”. “Eso es lo que yo le dije”. “No, usted me pidió que confiara en Cristo, y que viniera a Cristo; él me pidió que confiara en Cristo, y que viniera a Cristo”. Eso hizo toda la diferencia. Sr. M.–¿Qué quiere decir Cristo con las palabras “de ningún modo”? Sr. R.–Esto quiere decir que si los pecados de todos los pecadores en la tierra y de todos los demonios del infierno estuvieran en su alma, Él no lo rechazaría. Ni siquiera en el terreno de la omnisciencia de Dios hay una razón por la cual Cristo rechazará a algún pobre pecador que venga a Él por perdón. Sr. M.–¿Cuál es la salvación que Él viene a proclamar y a dar? Sr. R.–La que nos libra del poder de las tinieblas y del abismo, y nos pone sobre el trono de gloria. Ella es la salvación de la muerte y del infierno, y de la maldición y de la ruina. Pero ésa es sólo la mitad de ella. Es salvación para Dios, y para luz, y para gloria, y para honra, y para inmortalidad; y desde la tierra al cielo. Sr. M.–Si los amigos aquí no vienen y consiguen esta salvación, ¿cuál será la razón verdadera? Sr. R.–O ellos están apegados a algún pecado al cual no piensan renunciar, o ellos no creen que están en una condición perdida, y bajo la maldición de Dios, y por lo tanto no sienten su necesidad del que “vino a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). O ellos no creen las promesas de Dios. Yo alguna vez le he preguntado a un hombre, “¡Buen amigo! ¿es usted salvo?” “Bien, no, yo no soy salvo”. “¿Está usted perdido?” “¡Oh, Dios no lo permita! Yo no estoy perdido”. “¿Dónde está usted, entonces, si no está salvado ni perdido?” ¡Pueda Dios despertarnos al hecho de que todos estamos en un estado o en el otro! Sr. M.–¿Qué pasaría si alguno de ellos cayera en pecado después de que ha venido a Cristo? Sr. R.–Dios ha provisto para los pecados de los de Su pueblo, cometidos después de que ellos vinieron a Cristo, tan ciertamente como por sus pecados cometidos antes de que vinieran a Él. Cristo “vive siempre para interceder por los que por Él se acercan a Dios” (Hebreos 7:25). “Si dijéremos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y no hay verdad en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad”. . . . . Porque, “si alguno hubiere pecado, ABOGADO tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo; y Él es la propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 1:8, 9, 2:1, 2). Él cuidará de nuestras pecaminosas, probadas y tentadas personas, si nos confiamos a Él. Sr. M.–¿No fue dicho que si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, “ya no queda más sacrificio por el pecado”? (Hebreos 10:26). Sr. R.–Sí. Pablo escribió eso en su Epístola a los hebreos. Algunos de ellos estaban jugando con la sangre de Cristo, retrocediendo a los tipos y sombras de la Ley Levítica, y confiando en el cumplimiento de un ritual para obtener la salvación. Él no se está refiriendo a actos ordinarios de pecado. Por pecar voluntariamente él quiere decir, como él lo explica, un “pisotear al Hijo de Dios” (Hebreos 10:29), y una total y final apostasía de Cristo. Aquéllos que rechazan o no le dan mayor importancia encontrarán que no queda ningún otro sacrificio por el pecado. Antes de que Cristo viniera, las ceremonias judías eran sombras de las buenas cosas por venir; pero Cristo era la substancia de ellas. Pero ahora que Él ha venido para quitar el pecado por el sacrificio de Sí mismo, no hay ningún otro sacrificio por el pecado que quede para aquellos que lo rechazan. Dios no enviará a ningún otro Salvador, ni a ninguna otra expiación; ninguna segunda “fuente se abrirá para el pecado y la inmundicia” (Zacarías 13:1). Por consiguiente, no queda nada para el que rechaza la salvación por Cristo, sino “una horrenda esperanza de juicio” (Hebreos 10:27). [N. de T.: Como estaban haciendo estos hebreos insistiendo con los sacrificios de corderos y el culto ceremonial dados por medio de Moisés. Estos son los sacrificios a los que el apóstol Pablo se refiere cuando dice que ya no queda otro sacrificio; el sacrificio de Cristo seguía disponible para ellos, pero ellos lo estaban ignorando voluntariamente persistiendo en los sacrificios ceremoniales, y por ese desprecio consciente y repetido del sacrificio de Cristo se hacían cada vez más insensibles a la voluntad de Dios, poniéndose a sí mismos en una peligrosa posición]. Sr. M.–Hay algunos que dicen que no saben si tienen el tipo correcto de fe.


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