Estuio: Estilos de parentalidad y su influencia en menores adoptados

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de la madre (…) como un ser al que está prohibido amar o que no es digno de valor y estima” (González Núñez, 1998, p. 25). “El padre con esa fuerza estructurante, que da límites, que ayuda al control de impulsos, que provee normas, que da el nombre, que se incorpora en el inconsciente del niño, le provee a través de todas sus funciones de una imagen de identificación importante” (Ibid, 1998, p. 25). Ante todo esto se puede concluir que el desarrollo de la personalidad sana involucra la participación de un tercero en las vinculaciones tempranas, a decir, el padre. La función paterna debe ser permitida y favorecida por una madre, que lo haga “brillar” y aparecer en la mente del niño. Es a partir de la introducción del tercero, el padre, que tanto niña como niño empiezan el proceso de diferenciación sexual así como de la identificación, piedra angular de la personalidad. La paternidad en la adopción no “omite” este proceso del desarrollo, el padre y la función paterna es importante también ya que permitirá al niño adoptado lograr con mayor facilidad el proceso de separación e individuación. Mismo que si la madre, por sus conflictos emocionales, aunados a los sentimientos de abandono por parte del niño adoptado, no podrá verse favorecido de esta función paterna ni de los procesos adecuados de identificación.

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