La seguridad pública

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Honduras están fuertemente afectados por este problema, que está presente también en Estados Unidos y México y, en diversos estadios de desarrollo, en países del Caribe y algunos de América del Sur. La falta de personal calificado para llevar a cabo investigaciones y acciones judiciales es otro desafío importante que enfrentan muchos gobiernos de la región al combatir la delincuencia organizada. Es difícil obtener las pruebas necesarias para corroborar una acusación y enjuiciar a las supuestas partes responsables. Esto se debe, en parte, al poder económico de la delincuencia organizada y a la dificultad para poner un alto en sus actividades ilegales, a la falta de capacidades científicas y técnicas especializadas (forenses), a la falta de medidas disponibles para que el Estado obtenga pruebas útiles y legítimas, así como al miedo que impide a víctimas y testigos declarar contra los delincuentes. La cotidianeidad del homicidio El homicidio es considerado el mejor indicador para estimar los niveles de violencia de un país y es el resultado de diferentes actos delictivos como aquellos perpetrados por el crimen organizado, la violencia intrafamiliar y los delitos comunes. El homicidio es un buen indicador porque existe una significativa similitud en su definición jurídica entre distintos países y muestra un comportamiento estable en el tiempo. Estas características permiten hacer comparaciones longitudinales en el interior de un país y entre países. Debido a la multiplicidad de instituciones que lo registran (policía, servicios de salud, instituto de medicina legal, ministerios públicos) es un indicador con una baja tasa de subregistro. El Informe Mundial de Violencia elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2002, estableció que nuestra región es la segunda más violenta del mundo, con tasas de homicidio de 22,9, situándose sólo después de África Subsahariana y duplicando el promedio mundial.9 Las posibilidades de disminuir la tasa de homicidios se presentan poco alentadoras. Más bien al contrario y no obstante que algunos países han logrado mantener estables sus tasas de denuncias y otros, como Colombia, presentan un importante descenso en el indicador, lo que muestran estadísticas recientes es una tendencia al aumento, como queda en evidencia en la Tabla 1.10

9 O.M.S (2002), Reporte Mundial de Violencia y Salud. Organización Mundial de la Salud, Ginebra. En todos los casos se refiere a tasas por cada 100 mil habitantes. 10 Estos indicadores no necesariamente reflejan un descenso real en la tasa de homicidios. Cabe señalar que los cambios en este tipo de indicadores pueden responder a una reducción de la cifra negra y/o un cambio en los parámetros de clasificación.


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