Octavio Getino - Cine Argentino

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Cuatro importantes películas que convocaron a casi un millón y medio de espectadores, el 78% de un total cercano a los 2 millones que tuvieron las 12 producciones locales estrenadas, en su mayor parte fracasos de crítica y de público: La pluma del angel, de J. Paternostro; Rompecorazones de Jorge Stamadianos, etcétera. Con Un lugar..., Adolfo Aristarain volvió a recurrir al cine de género clásico, en este caso el western, para reflexionar por primera vez en términos explícitos sobre la problemática de una militancia social oscilante entre el quiebre y la utopía. La película trató el conflicto aparecido en una región del país frente a un proyecto de "modernización" que implicaba la entrega de recursos básicos a empresas extranjeras. Un tema que tenía una clara proyección nacional. Pero, el interés del realizador iba más allá de dicho conflicto. Como en filmes anteriores, Aristarain reafirmaba su interés por la epicidad individual, revalorizando en una historia que se prestaba a ello, el sentido más elemental de la dignidad humana. Gesto casi incomprensible, en un contexto donde lo predominante parecía ser la pérdida de valores trascendentes del individuo y su sometimiento a otros, ajenos a él, tan endebles como inaceptables. En este punto sus personajes se aproximan a los protagonistas del western y el policial "negro" norteamericano (Hawks, Walsh, Aldridch, Huston, Ford, etc.), que no pretenden emitir recomendaciones moralizantes ni erigirse en ejemplos de nada. Sus gestos hablan de su moral, al igual que sus acciones traducen lo que a cada uno le dicta su propia conciencia. Tienen la íntima convicción -explicitada ella en casi todas las películas de este cineasta- de "que saber es morir, es ser un "blanco"46 . Cabe a los demás, a "cada uno" de los demás, hacer otro tanto: seguirlos o sucumbir ante la incertidumbre de lo colectivo o lo falsamente institucionalizado. Una épica individual que tiene que ver con una parte de la narrativa genérica de la "escuela nacional norteamericana", pero también con la historia y la cultura de los argentinos. Subiela, con El lado oscuro del corazón, se aboca cada vez más a la recopilación de citas literarias -en este caso de reconocidos poetas- y al empleo de imágenes -surrealistas, futuristas, pop, etc.- que cada espectador está autorizado a interpretar como le plazca. Incluso a adjudicarle significados que tal vez nunca pasaron por la intencionalidad del autor. "Subiela es un tipo que piensa sus historias con una fuerte marca literaria, desequilibrando esas ideas con imágenes que bordean (a veces en la misma escena) la belleza y la pesadilla visual".26 Los recursos de la estética publicitaria -lugar bastante común en muchos otros realizadores argentinos- otorgan a diversos momentos del filme algunos toques de seducción e incluso de poesía. Tal vez por ello, más de 600 mil espectadores asistieron satisfechos a la proyección del filme durante el año 1992, lo que confirmaría, junto con los reconocimientos obtenidos en algunos festivales internacionales, la continuidad de una trayectoria exitosa, también en el terreno comercial. Juan José Jusid retomó la dirección de películas de largometraje, tras algunos años de inactividad en ese rubro. En Dónde estás amor de mi vida... abordó un tema menos pretencioso que los recién comentados limitándose a tratar las relaciones de dos personajes solitarios -un conductor radiofónico y una radiooyente-, a la búsqueda de un amor tan deseado como inalcanzable. Descripción sensible, cercana al melodrama, influenciada también por el lenguaje televisivo, pero trabajada con el rigor técnico y expositivo que es común en todas las películas de este realizador. El viaje, de Solanas, despertó buenas expectativas en el momento de su estreno, pero aunque el film contenía algunas imágenes y escenas memorables -particularmente las registradas en el sur patagónico y durante la inundación- presentaba al mismo tiempo diversos flancos débiles en cuanto al manejo de los tiempos y los espacios narrativos, como producto de una estructura visiblemente desequilibrada y de posibles imprevistos técnico-productivos durante la realización. Ello privó a este film de la solidez narrativa que estuvo presente en sus películas anteriores, particularmente en La hora de los hornos y en Los hijos de Fierro. "Mientras que una parte de "El viaje" intenta reencontrarse con las grandes líneas de fuerza de América Latina y con los problemas de fondo del continente, otra parte de la película parece exigida por una actualidad política que en su orgencia amenaza con neutralizar la visión en profundidad del conflicto latinoamericano... El planteo estético parece más complejo, más sutil, que su discurso ideológico, o en todo caso lo compensa".48 En 1992, la aplicación por ley de un impuesto a la comercialización de video pregrabado hizo aumentar en casi un 40% los recursos del Fondo de Fomento del INC. Ello permitió al organismo otorgar algo más de 3 millones de dólares a la producción local en materia de subsidios: 886 mil dólares para Un lugar en el mundo; 752 mil dólares para El lado oscuro del corazón; 535 mil dólares para Dónde estás amor de mi vida...; 256 mil dólares a Extermineitors IV; 260 mil dólares a El viaje. Subsidios todos ellos dispuestos por la ley entonces vigente y proporcionales al número de espectadores de cada película. Una visión crítica de la producción de ese período la sintetiza Gustavo Castagna en estos términos: "El cine argentino es un problema y está permanentemente en crisis. Es una discusión económica -absolutamente comprensible- que, al mismo tiempo, refleja una vacía reflexión estética. Por un lado, diseminada por el declarado chauvinismo nacionalista implorando 46

Sergio Wolff, en revista "Film" nº 10, octubre-noviembre 1994, Buenos Aires.

26

Gustavo J. Castagna, "El eterno problema", en revista "El Amante/Cine" nº 11, enero 1993, Buenos Aires.

48

Luciano Monteagudo, "Fernando Solanas", Centro Editor de América Latina-INC, Buenos Aires, 1993.

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