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Los Tambores del Refugio

Antonio Barceló Lopez

Hace ochenta años que la oscuridad se adueña de Murcia cada noche de Jueves Santo. Desde la Parroquia de San Lorenzo recorre el Stmo. Cristo del Refugio las principales calles de la ciudad con la única luz que porta su paso, arropando por las llamas iluminadas de los cirios de sus cofradesquedirigensucamino.

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La procesión del silencio tienen algunos sonidos que son inevitables, como la campana del trono del titular al tañir desde su trono, las pisadas de los nazarenos del paso, el murmullo de la gente, o el sonido estremecedor de los tambores que abren marcha y cierran la procesión de los hermanos enlutadosdeJuevesSanto.

El tambor forma parte imprescindible de las notas musicales durante la celebración de la Semana Santa y marca una sintonía propia que identifica a cada Cofradía, expresando su impronta con su toque correspondiente; en este caso, la marcha lenta ofúnebre.

Desde la primera procesión de Jueves Santo, esta Cofradía cuenta con una sección de seis tambores, distribuido tres en la cabeza y tres en el cierre de la procesión. Sus cofrades visten como mandan sus constituciones con la túnica de la institución pasionaria y llevan a efecto el voto del silencio desde el momento que visten el atuendo cofrade. Los tambores de parche de piel van cubiertos con el saco de tela negra y a su vez, recubiertos con ricas galas con el escudo de la señera entidad religiosa. (Barceló, 2006, p. 318).

El sonido de los tambores es tocado con maestría por los hermanos tamborileros creando un ambiente sonoro, y que predisponen inconfundible a la contemplación delseveroysolmenecortejopenitencial.

La tradición de los tambores viene tal vez del aspecto antropológico, porque el sonido del tambor se puede vincular con la intención de alejar el mal manifestado en diferentescuestionescomo:desgracias,plagas, enfermedadesomalosespíritus.Deestaforma, el hombre a lo largo de la historia, no se ha dado por conformista sino que busca la atracción de la buena fortuna y eludir las futurasadversidades.

Y en este sentido, en la metamorfosis del invierno a la primavera, proceso que termina con la Semana Santa, sería el fin del letargo de muchos animales y también de los muertos, que estarían tentados de volver al mundo de los vivos (Sáenz Guallar, 2005, pp. 232-233).

Estas teorías provienen de unos estudios realizados desde una vertiente más naturalista por Ortiz Osés, sacerdote y filósofo que nos señala que el bombo representaría el elemento fuerte, duro o patriarcal-masculino, y los tambores el elemento suave o femenino de la voz cantábile. Otra vieja tradición o consideración antropológica de la conjetura del origen del tambor, el bombo podría simbolizar la voz de la madre-naturaleza mientras que el tambor, la atenorada voz del hombre como epifenómeno superficial, se trataría entonces del diálogo entre las fuerzas elementales de la natura, simbolizadas por elbombo,yellogosformalizadormasculino.(Ortiz Osés,1993).

AlprincipiosdelsigloXX,aparecela idea extendida por el párroco calandino mosén Vicente Allanegui y Lusarreta, donde nos introduce en la idea de que la percusión en la Semana Santa tiene un sentido de duelo de la naturaleza ante la muerte de Cristo, tal y como nosdescribeelevangeliodeSanMateo:

«Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se resquebrajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, dijeron aterrorizados: Verdaderamente este eraHijodeDios». SanMateo(Mt27,51-54).

Existe una teoría relacionada con los tambores con la simbología del ruido en el llamado Oficio de Tinieblas, que se celebraba en la tarde a partir del Miércoles Santo, y que desapareció con la reforma litúrgica introducida por Pio XII en 1956. Función religiosa que era conocida popularmente así porlaIglesia,cuyotemploacababaaoscurasal ir apagando las velas del gran candelabro de quince brazos, llamado tenebrario, al terminar el Miserere; cuando el clero y todos los feligreses provocaban un gran estruendo en el templo con sus carracas o cualquier tipo de instrumento para emitir ruido con el fin de emular los trastornos que sobrevinieron al morir Nuestro Señor. (Adázabal y Murgía, 1998,pp.112-113).

La historia de este instrumento es de usos militares. Desde la época de Carlos Magno, los tambores resonaban en las crueles batallas recibiendo el nombre de tympanon por los griegos y de typanon por los romanos. Durante la Edad Media, se extiende por toda Europa tras ser introducido en España por los árabes, y por los turcos en el norte de Europa. El tambor actual poco ha variado de su versión original, pues consiste en un cubo cilíndrico con dos aros donde se insertan dos parches de piel que son estiradas por las cuerdas que llevan el instrumento, tocados por dos baquetas, y colgados en el lado izquierdo medianteunacorreadehombroobandolera.

Otra versión, la teoría más próxima podría ser que el tambor era utilizado en el protocolo de ajusticiamientos, siendo tocados por los soldados mientras efectuaban el traslado del reo, la ejecución y posterior entierro.

La técnica para tocar de forma correcta el tambor e interpretar el toque de la Cofradía del Refugio, se basa en una serie de patrones elementales, conocidos con el apelativo rudimentos. Los más básicos son el golpe o stroke, también conocido como baquetazo, que es el más sencillo; es decir, una única nota. Puede ser doble al efectuar dos golpes double stroke; es decir golpes sencillos con una sola mano. El paradiddle, consiste en alternar la primera nota con la mano derecha y laizquierda,repitiendotres stroke.Finalmente, el redoble o roll, es un sonido más largo manteniendo la sucesión de golpes tocados a gran velocidad y así evitar los espacios del silencio. Generalmente, se emplean varios rebotes por cada toque, ligando un redoble con otro, con ejecución de acentuaciones y movimientos de arrastre y precisión sobre el parche. El toque debe de hacerse en la zona central, aumentando la intensidad que se golpeaconcadabaqueta.

El sonido del tambor no debería ser considerado como un simple acompañamiento musical ni como un adorno de la procesión. El toque de tambor del Refugio, y en consecuencia de la Semana Santa de Murcia, debe de considerarse como una confraternización que transformadas toques de tambor en oración, en un rezo constante que va marcando el ritmo acompasado del Señor del Refugio por las calles de la ciudad, así como nos invita a reflexionar sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, hasta llegar a convencimiento de que Cristodiolavidaporlahumanidad.

«Los que portamos tambores, llamamos a las gentes de Dios a escuchar su palabra, a compartir sus penas, a cruzas sus miradas, a refugiar su soledad y en su silencio, escondida tras los sones cadenciosos de esta sonora orquesta llamada soledad. Mezclados los sonidos de tambor, con toques de timbal y de fanfarria, de corneta de tubo, y mazazo de bombo, llamamos a todo aquel que quiera oír y compartir sereno su palabra. Que descorran cerrojos y fallebas, que abran portones y cancelas, que asomando al alféizar de su alta ventana, escuchen sus palabras. Que las gentes que pasen por las calles, se acerquen a la llamada estruendosa, con sonido de trueno y de tormenta». (Oche,2011,pp.32-33).

La Cofradía del Refugio no se entendería sin uno de sus pilares fundamentales, la Sección de Tambores, por lo que debe transmitirse la interpretación correcta del toque para futuras generaciones. Además, deberían involucrarse en los actos de la Cofradía, participando en los cultos en honor al Señor de Lorenzo y demostrar su implicación dentro de la comunidad cristiana queeslaCofradía.

No deja de ser el toque del tambor en la noche de Jueves Santo, la esencia del carisma de nuestra Cofradía, que ha ido arraigándose con el paso de los años hasta entender que no se entendería la procesión sin su acompasado sonido. Un sonido que nos debe acercar al Refugio de Jesús y que nos ayudaría a ser cristianos más implicados. Tras 80 años sonando los tambores. seguirán haciendo su función y, por supuesto, emocionando a los cofrades y a todos los murcianos. ¡Ojalá nunca dejendesonarlostamboresdelsilencio!.

REFERENCIAS–BIBLIOGRAFÍA

- BARCELÓ LÓPEZ, ANTONIO (2006). Enciclopedia de la Semana Santa de la Ciudad de Murcia en: Tomo I. Murcia: Real, Muy Ilustre, Venerable y Antiquísima Archicofradía de la Preciosísima Sangre y Museo de la Archicofradía (Murcia).

- SÁENZ GUALLAR, F.J. (2005). La Semana Santa en el Bajo Aragón. En el Libro de las Comarcas. Zaragoza: Diputación General de Aragón y Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales.

- ALDAZÁBAL Y MURGUÍA, P.J. (1998). El Triduo Pascual. Barcelona: Biblioteca Litúrgica.

- OCHE LOZANO, J. (2001). ¿Cómo son los sonidos de la Semana Santa. Semana Santa?. Nº 11: Junta Coordinadora de Cofradías