Cabildo 2015

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fraterno vuelve a ser el tema principal. Pero quizás sea la antífona de la comunión, Hoc Corpus, la pieza más bella de la liturgia de esta tarde; la letra (“Éste es el Cuerpo que será entregado por vosotros; éste es el Cáliz de mi Sangre: cuantas veces lo toméis, hacedlo en mi recuerdo”) es el soporte de una preciosa melodía que llega a momentos de suprema espiritualidad en los agudos de las palabras quotiescúmque súmitis (“cuantas veces lo toméis”), subrayando con ellos la intensidad del mandato. La misa acaba con la procesión claustral del Sacramento mientras se entona el Pange lingua cantado por los fieles; es conducido bajo palio hasta el Monumento levantado ad hoc, donde se reservará para su posterior adoración. El Viernes Santo es día de meditación sobre la Pasión de Jesús, y en la función litúrgica de la tarde hay una solemne celebración que no incluye Eucaristía. Se comienza directamente con las lecturas, tras las que se canta otra preciosa obra, Christus factus est, de las más bellas del repertorio gregoriano y de gran dificultad en la interpretación, cuya letra alude a la obediencia sublime de Cristo que llega hasta su muerte en la Cruz. Tras ella se recita la Pasión según San Juan, que se canta en latín, con tres solistas que interpretan los papeles del Evangelista, Cristo, y, el tercero, los personajes individuales (Pilatos, Pedro, Criada), mientras el coro interpreta al pueblo. El resto de la ceremonia tiene como principal protagonista a la cruz salvadora: en procesión se lleva el crucifijo hasta el altar mayor, mientras un solista invita cantando hasta tres veces, cada vez un semitono más alto que la vez anterior, a su adoración (Ecce lignum crucis). En ese momento los fieles comienzan la adoración de la cruz mientras suenan los improperios (Popule meus), especie de reproche de Cristo al pueblo, que le ha tratado de manera ingrata. Tras la antífona Crucem tuam se cantará Crux fidelis, un poético himno a la fuerza salvadora del leño de la cruz atribuido a Venancio Fortunato (s. VI-VII). La ceremonia termina con el reparto de la comunión, con las especies reservadas el día anterior, y el silencio que sirve de fondo a la introspección y meditación sobre la muerte del Redentor (ASENSIO, 2003: pp. 154-155). En la noche del Sábado Santo o madrugada del Domingo se celebra la Vigilia Pascual, la gran solemnidad que conmemora la Resurrección de Cristo, convirtiéndose en el acto litúrgico católico más destacado de todos. Tras la bendición del fuego en las puertas del templo y encendido del cirio pascual, que significa la luz de Cristo, una procesión, estando la iglesia en penumbra, se dirige al altar mayor, en el que el oficiante o un diácono canta el precioso recitativo del Pregón Pascual (Exultet iam angelica turba coelorum). Antes de la misa y entre las primeras lecturas se cantan el Laudate Dominum, con el que se exhorta a la alabanza a Dios, y el Sicut cervus, hermosa metáfora del alma como ciervo que busca la fuente de la Vida, Cristo. Y después se entonará el Gloria in excelsis Deo, momento culminante por significar el momento de la Resurrección, en el que se encienden todas las luces del templo. En la Vigilia Pascual el ordinario que se canta es el llamado Lux et Origo, recomendado para este tiempo litúrgico. Y, a continuación, un exultante Alleluia, el primer aleluya pascual, da paso al versículo Confitemini Domino, cuyo texto invita a confiar en Dios por su amor y bondad. Parte importante en esta celebración es la Liturgia bautismal, durante la cual se canta la Letanía de los Santos y la antífona Vidi aquam. Y a partir de este momento, con el ofertorio Dextera Domini, la misa sigue su curso normal. La comunión Pascha nostrum alude a Cristo como Cordero pascual, víctima inmolada por la salvación, y cierra las celebraciones del Triduo Pascual. Schola Gregoriana de Murcia completará en este año 2015 sus intervenciones en la liturgia de la Semana Santa cantando en la catedral de Murcia la misa solemne del Domingo de Ramos y la misa Crismal del Martes Santo. Así pues, seguimos en la actualidad estudiando, conociendo e intentando dar a conocer al gran público, en general, y a los fieles católicos, en particular, la belleza de esta música, origen de toda la música occidental, que, a pesar de constituirse como canto oficial de la Iglesia católica, está hoy tan postergado. Y con nuestro trabajo pretendemos dar a la liturgia la dignidad musical hoy tantas veces ausente del culto, tratando de concienciar de la importancia de este tesoro que conserva la Iglesia Católica y que no podemos dejar olvidado, presa de la desidia, la ignorancia y el mal gusto. Bibliografía ASENSIO, JUAN CARLOS: “El canto gregoriano. Historia, liturgia, formas...” Alianza Editorial. Madrid, 2003. FRÉNOD, GUY: “Être conduits à la prière. Introduction à la Liturgie des Heures”. Editions de Solesmes. Abbaye de Solesmes, 2009. GRADUALE TRIPLEX. Abbaye de Solesmes, 1979. SAULNIER, DOM DANIEL: “El canto gregoriano”. Solesmes, 2001.

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