Sobre La Dialectica De Modernidad Y Postmodernidad

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Desde luego, si esto fuera todo, el programa de la arquitectura postmoderna conllevaría una confesión de impotencia, la de no poder llevar ya a la arquitectura a un lenguaje propio: entonces, de la necesidad que supondría la propia carencia de lenguaje se haría virtud de un juego frivolo o arbitrario con formas de lenguaje del pasado. Y a mi parecer, esto es de hecho una de las caras, la realmente postmoderna, de la arquitectura postmoderna. Por contra la otra, la productiva, apunta más bien a una superación inmanente de la arquitectura moderna, en el sentido de liberarla de las simplificaciones y restricciones de un racionalismo tecnocrático. El aspecto que más interesante me resulta de las reflexiones de Jencks se encuentra en donde establece una interrelación entre el desarrollo de esa dimensión de la arquitectura como lenguaje, por una parte, y formas de planificación urbana nuevas y participativas, por otra. Ahí se hace claro lo que en Adorno sólo se apuntaba, a saber, que la metáfora de la arquitectura como lenguaje remite al carácter realmente lingüístico de aquéllos a quienes afecta. A diferencia de lo que sucede en la composición musical, que Adorno tiene a la vi^ta como modelo, en arquitectura el entretejerse de materiales, formas y finalidades tiene que engarzarse además con una comunicación real que aclare esas finalidades, si es que «significado» y «expresión» no han de convertirse en algo arbitrario y caprichoso: los edificios no son obras de arte que se basten a sí mismas. Por eso encuentro las reflexiones de Jencks tan valiosas como ayuda para aclarar el concepto de una arquitectura que no se cimente sobre relaciones funcionales ni se pierda en gestos de autocracia estética. Concepto que sería el de una arquitectura ligada a contextos de «racionalidad comunicativa» —según expresión de Habermas'^—, más allá de la mera racionalidad técnica, económica y burocrática, pero también del mero capricho del gesto estético. Las formas participativas de planificación y «reparación» urbana serían un aspecto de tal arquitectura; otro sería lo que los holandeses han llamado «espacio polivalente», es decir, la concepción de un espacio abierto a la interpretación y variación individual de patrones colectivos —o lo que es igual, espacios individualmente interpretables (Hertzberger)—. En este contexto, Van Eyck ha acuñado la bonita expresión «claridad laberíntica»^*. El concepto de

" Jürgen Habermas, «Theorie des kommunikativen Handelns», vol. 1 y 2, Suhrkamp Verlag, Frankfurt 1981. '* K. Frampton, «Modern architecture», Oxford University Press, Nueva York 1980, p. 293.

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