15 Los Limites de la Fundacion

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La Primera Fundación sería contenida y guiada, y se movería correctamente. Por muy formidables que fuesen sus naves y sus armas, no podrían hacer nada mientras los líderes clave pudieran ser, en caso de necesidad, mentalmente controlados. Y el Segundo Imperio llegaría, pero no sería como el primero. Sería un imperio federado, en el que cada una de sus partes tendría un considerable autogobierno, a fin de que no se diese la fuerza aparente y la debilidad real de un gobierno unitario y centralizado. El nuevo imperio sería más liberal, más manejable, más flexible, más capaz de resistir la tensión, y siempre, siempre, sería guiado por los ocultos hombres y mujeres de la Segunda Fundación. Trántor seguiría siendo entonces la capital más poderosa con sus cuarenta mil psicohistoriadores de lo que lo había sido jamás con sus cuarenta y cinco mil millones... El primer orador se despertó con un sobresalto. El sol estaba bajo en el cielo. ¿Habría murmurado? ¿Habría dicho algo en voz alta? Si la Segunda Fundación tenía que saber mucho y decir poco, los oradores tenían que saber más y decir menos, y el primer orador tenía que ser el que más supiera y el que menas dijera. Sonrió irónicamente. Siempre resultaba tan tentador convertirse en un patriota trantoriano, creer que la finalidad del Segundo Imperio era conseguir la hegemonía trantoriana... Seldon ya lo había advertido; había previsto incluso esto, cinco siglos antes de que pudiera pasar. Sin embargo, el primer orador no había dormido demasiado. Aún no era la hora de la audiencia de Gendibal. Shandess esperaba con interés esa reunión privada. Gendibal era suficientemente joven para mirar el Plan con ojos nuevos, y suficientemente sagaz para ver lo que otros quizá no ludiesen. Y no era imposible que Shandess aprendiera algo oyendo lo que el joven tenía que decir. Nadie sabría jamás con certeza lo mucho que Preem Palver, el gran Palver en persona, había aprendido el día en que el joven Kol Benjoam, que aún no tenía treinta años, fue a verle para hablar sobre los posibles modos de controlar la Primera Fundación. Benjoam, que más tarde sería reconocido como el mayor teórico desde Seldon, nunca habló de esa audiencia en años posteriores, pero al fin se convirtió en el vigésimo primer orador. Hubo algunos que atribuyeron a Benjoam, más que a Palver, los grandes logros de la administración de Palver. Shandess se distrajo pensando en lo que Gendibal podría decir. Era tradicional que los jóvenes entusiastas, al hallarse por primera vez a solas con el primer orador, condensaran toda su tesis en la primera frase. E indudablemente no solicitaban esa importante primera audiencia por algo trivial, ya que toda su carrera subsiguiente se derrumbaría si el primer orador les consideraba personas de pocas luces. Cuatro horas más tarde, Gendibal se presentó ante él. El joven no daba muestras de nerviosismo. Esperó tranquilamente a que Shandess hablara primero. - Ha solicitado una audiencia privada, orador, para tratar de un asunto importante. ¿Quiere hacer el favor de resumirme este asunto? - dijo Shandess. Y Gendibal, hablando serenamente, casi como si estuviera describiendo lo que acababa de cenar, exclamó: - ¡Primer orador, el Plan Seldon no tiene sentido!

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