10 Saga de la Fundación - Preludio a la Fundación

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HOYOS DE CALOR AMARYL, YUGO.

—... Un matemático que, junto con el propio Hari Seldon, puede ser considerado altamente responsable de descubrir los de talles de la psicohistoria. Él-fue quien... ... Sin embargo, las condiciones bajo las que empezó su vida son casi más dramáticas que sus logros matemáticos. Nacido en la más desesperada indigencia de la clase baja de Dahl, un Sector del antiguo Trantor, pudo haber pasado su vida en la más absoluta oscuridad a no ser por el hecho de que Seldon, por puro accidente, lo encontró en el curso de... Enciclopedia Galáctica

61 El Emperador de toda la Galaxia se sentía cansado, físicamente cansado. Le dolían los labios debido a la amable sonrisa que había tenido que prender en su rostro a intervalos prudentes. Tenía el cuello tirante por haberlo inclinado tanto hacia un lado y hacia el otro en simulado despliegue de interés. Sus oídos acusaban el haberse visto obligado a escuchar tanto. Todo su cuerpo palpitaba después de tanto levantarse y sentarse, y volverse, y tender la mano, y mover afirmativamente la cabeza. Y nada más fue un acto oficial en donde tenía que conocer alcaldes, virreyes y ministros, con sus respectivas mujeres o maridos, de aquí y de allá de Trantor, y (peor aún) de un punto y otro de la Galaxia. Había cerca de mil personas, todas con trajes que iban de lo recargado a lo claramente foráneo, y había tenido que escuchar una babel de acentos diferentes, empeorados por el esfuerzo de hablar el galáctico Imperial como se hablaba en la Universidad Galáctica. Y lo peor de todo: había tenido que recordar evitar hacer promesas económicas, sustituyéndolas por la loción de palabras sin sustancia. Todo había sido grabado, imagen y sonido, con gran discreción, y Eto Demerzel lo revisaría después para ver si Cleon, Primero de ese Nombre, se había portado bien. Esto era, por supuesto, como el Emperador se lo planteaba para sí. Demerzel diría seguramente que se limitaba a recoger datos sobre revelaciones no intencionadas por parte de los invitados. Y quizás era así. ¡Afortunado Demerzel! Al Emperador no le estaba permitido abandonar el palacio ni su extenso parque, mientras que Demerzel podía recorrer la Galaxia si así lo deseaba. El Emperador estaba siempre en evidencia, siempre accesible, siempre obligado a tratar con visitantes, desde los más importantes a los simplemente entrometidos. Demerzel permanecía en el anonimato, nunca se dejaba ver dentro del recinto del palacio. Simplemente, era un nombre que inspiraba miedo, una presencia invisible (y por ello más temida). El Emperador era el Hombre Interior, con todos los emblemas y gajes del poder. Demerzel era el Hombre Exterior, con nada evidente, ni siquiera un título formal, pero con los dedos y la mente tanteándolo todo sin pedir recompensa por su incansable labor, excepto una, la realidad del poder. Al Emperador le divertía, con una diversión algo macabra, pensar que en cualquier momento, sin previo aviso, con una excusa inventada o con ninguna, podía hacer arrestar a Demerzel, encarcelarle, exiliarle, torturarle o ejecutarle. Después de todo, en aquellos siglos de continua inquietud, el Emperador podía tener dificultades en ejercer su voluntad sobre los diversos planetas del Imperio, incluso sobre los distintos Sectores de Trantor, con su chusma de ejecutivos y legislaturas locales con los que estaba obligado a litigar en un laberinto de decretos, protocolos, obligaciones, tratados y legalidad interestelar en general..., pero, al menos, su poder seguía siendo absoluto sobre el palacio y sus tierras. No obstante, Cleon sabía que sus sueños de poder eran inútiles. Demerzel había servido a su padre y Cleon no recordaba una sola vez en que aquél no recurriera a Demerzel para todo. Demerzel era quien lo sabía todo, lo decidía todo, lo hacía todo. Y más aún, si algo salía mal, podía achacársele a Demerzel. El propio Emperador estaba por encima de toda crítica y no tenía nada que temer, excepto, por supuesto, golpes palaciegos y asesinato por parte de sus más queridos y allegados. Era para evitar eso, sobre todo por lo que él confiaba en Demerzel. El Emperador Cleon sintió un pequeño escalofrío ante la idea de prescindir de Demerzel. Había habido emperadores que gobernaron personalmente, con jefes de Estado Mayor sin talento, con incompetentes para los cargos desarrollados y los habían mantenido en su puesto. Esos


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