Liahona Abril 2011

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HABLAMOS DE CRISTO

Arrepiéntete, vuélvete al Señor y sé sanado “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más” (D. y C. 58:42). Por David L. Frischknecht

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Departamento de Cursos de Estudio

LAS BENDICIONES DEL ARREPENTIMIENTO “El pecado es la transgresión deliberada de la ley divina. La expiación de Jesucristo es el don que Dios da a Sus hijos para que corrijan y superen las consecuencias del pecado … “El don de la expiación de Jesucristo nos proporciona, en todo momento y en todo lugar, las bendiciones del arrepentimiento y del perdón”. Presidente Dieter F. Uchtdorf, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, “El punto de retorno seguro”, ­Liahona, May 2007, págs. 99, 101.

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ace poco, una buena y fiel mujer que conozco se lesionó grave­ mente en un accidente automo­ vilístico. Entre otras cosas, se fracturó algunas costillas y vértebras. Como parte de su recuperación tuvo que usar un aparato ortopédico en la espalda y en el cuello para no moverlos. El aparato pa­ recía muy incómodo, pero era necesario; le proporcionó el medio por el cual la espalda y el cuello pudieran sanar. El arrepentimiento es como el aparato ortopédico. Cuando pecamos, lesiona­ mos nuestra alma, por lo que es nece­ sario un tratamiento divino para que sanemos. El arrepentimiento establece las condiciones que permiten, mediante el poder de la Expiación, que el Salvador nos sane (véase 3 Nefi 9:13). Si alguna parte del arrepentimiento no es muy cómoda —como el corsé ortopédico para una espalda fracturada— aún así tenemos que arrepentirnos. El presidente Dieter F. Uchtdorf, se­ gundo consejero de la Primera Presiden­ cia, enseñó: “El verdadero arrepentimiento nos lleva de nuevo a hacer lo correcto. Para arrepentirnos verdaderamente,

debemos reconocer nuestros pecados y sentir remordimiento, o la tristeza que es según Dios, y confesar los pecados a Dios. Si nuestros pecados son graves, debemos también confesarlos a nuestro líder auto­ rizado del sacerdocio. Debemos pedir a Dios que nos perdone y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para corregir cual­ quier daño que hayan causado nuestras acciones. El arrepentimiento significa un cambio en la mente y en el corazón; dejar de hacer lo incorrecto y comenzar a hacer lo correcto. Produce una actitud renovada hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia la vida en general” 1. Cuando completamos con éxito el proceso de arrepentimiento, el resultado es la sanación, el alivio y la felicidad. Dorothy J. R. White escribió: Consideremos las lágrimas que caen al exterior, pero lavan y limpian el interior 2. El Señor ruega con insistencia, amor y persuasión que nos arrepintamos, porque Él desea sanarnos. Él sufrió en cuerpo y espíritu para pagar el precio por nuestros pecados si nos arrepentimos. Él explica:


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