Picadero 33

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TEMA DE TAPA

• Escena de "Proyecto Posadas".

mo tiempo: somos horribles, no anda el subte, tenemos basura en las calles, no tenemos respeto por nada. Es una oscilación constante, es River-Boca, es Peronismo-Radicalismo, es una estructura bipolar pero en el sentido menos atacable, quiero decir: nosotros lo pensamos como procedimiento teatral, no como algo imputable (“che, qué mal la idiosincrasia argentina”). Me gusta también pensar a veces que alguna gente tiene la necesidad de pensar que no somos tan así: (Levanta la voz. Risas) de que podemos cambiar, de que somos menos polares que antes… porque ese juicio de valor ya está denotando que también tenemos una polaridad constante entre el futuro y el pasado. Por ejemplo, la Trilogía argentina amateur y Esto también pasará tienen una referencia directa a eso: la polaridad que más ataca la estructura argentina es la distancia insalvable entre pasado y futuro (“Qué bien que estábamos / A dónde vamos a parar / Vamos a estar mejor”). Asocio mucho el grotesco con eso, con una constante palinodia. -Andrés Binetti (A. B.): Y en términos estéticos propone una grieta metafórica, un lugar corrido del realismo; a esta trampa del realismo que es la identificación plena, que el espectador piense: “Este que está arriba del escenario es igual a mí y a mi tío Raúl, que se droga y le pega a la mujer”. A nosotros no nos interesa eso como búsqueda de lenguaje, si bien es más exitosa que lo que hacemos y lo va a seguir siendo, indudablemente,

está muy bien discutir desde el plano estético con esos materiales. -Reconocen en el teatro un lenguaje –en primer lugar a través de la palabra– que está reñido con la banalidad de los medios. ¿Cómo piensan el teatro que quieren hacer y el vínculo con el lector/ espectador? -A. B.: Lo que se entiende ahora por realismo y algunas obras exitosas que uno ve son perfectamente tranquilizadoras para el público, no pasa mucho, lo que pasa es prolijo, el conflicto es que se le rompió la heladera al pibe y la novia lo dejó y uno dice “el teatro puede hablar de otras cosas”. De alguna manera discutimos con ese tipo de dramaturgia, yo la veo muy en Palermo: vas al teatro con tu novia, te subís al auto, vas a comer comida peruana allí (no vas a ir a comer comida peruana al Abasto, es medio peligroso); hay algo que funciona y que nosotros tratamos de discutir sabiendo que vamos a fracasar, asumimos el fracaso desde la primera palabra de las obras; queremos proponer algo que intranquilice, que confronte, que produzca preguntas. -M. S.: A mí me cuesta creer que la realidad sea un modelo dramatúrgico. Me gusta esa idea bartisiana de que la realidad es fea, de que los contornos de la realidad son poco poéticos. Un actor que trabaja en una obra de raigambre ligada a esa estética más “naturalista” de la que nosotros podemos hacer (como dice Kartun “uno es el

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poeta que puede”), me llamó después de ver Esto también pasará y me dijo: “Mirá, sinceramente, yo me pregunto si nosotros somos eso…”. Ahí ya me empecé a preocupar: no sabía quién era para él “nosotros” ni qué era “eso”. “¡Y ese humor! ¿Te parece que entre nosotros no hay héroes?”, me dijo. También le preocupaba mucho el títere:2 no le resultaba verosímil como extraterrestre. Yo me preguntaba si él había visto un marciano alguna vez: estaba algo ofendido porque el títere parecía de un espectáculo infantil de Panam (Risas). ¿No podía pensar que hay una voluntad de que el títere no se pareciera a Alien? Hay una apuesta en esa desprolijidad nuestra que es una voluntad estética y un riesgo. Abundan mucho las preguntas del tipo: ¿Qué me querés decir? ¿De qué lado estás? También ese colega me decía: “Los primeros diez minutos no sabía si nos teníamos que reír”. -A. B.: Ahí tenés un signo de realismo… -M. S.: El espectador se pregunta: “¿La obra es de llorar o me trajiste hasta acá para reír? Si me trajiste hasta acá para ver lo que yo quiero hacer con lo tuyo, es un problema”. Me parece que esto es sintomático e interesante; hay una tensión ahí que tiene que ver con una voluntad política de torcer el modelo que se considera estético. Lo repito: hay algo de lo real que no me parece bueno importar a la escena más allá de que sea aburrido porque creo que no termina siendo un modelo estético intenso. La distancia histórica en la Trilogía… es algo que nos permitía esa volun-


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