Revista Envío Año 12-No.14-Diciembre 2014

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Centroamérica Empresas Made in USA: Kaibiles and Cía., Atlacatl Inc., Escuadroneros S.A. El nexo entre la política antinsurgente de los Estados Unidos, el militarismo y los narcos son el eslabón perdido que conecta el pasado y el presente del narcotráfico en Centroamérica. Los escuadrones de la muerte y fuerzas élite (kaibiles y Batallón Atlacatl), entrenados por el ejército estadounidense para ejecutar operativos contra las fuerzas rebeldes9, son actualmente piezas esenciales del narcorrompezabezas regional. Como el crecimiento del militarismo vino de la mano del crecimiento de la presencia militar estadounidense, Robert Holden prefiere hablar del poder militar estadounidense-centroamericano y así mostrar las verdaderas dimensiones y alcance del poder militar estadounidense en la región con el que el imperio apoyó y animó la contra-ofensiva de las oligarquías centroamericanas10. Estados Unidos dio a El Salvador una ayuda militar de 1.2 mil millones de dólares en la década de los 80 y la mitad a la vecina Honduras. A Guatemala le transfirió desde los años 60 casi todas las pistolas y rifles que tenían en uso antes de que Israel se convirtiera en su principal proveedor. En total, dio 2.3 mil millones de dólares de ayuda militar directa11. Este apoyo creó una aleación Estado-militarismo: “En una perspectiva de largo plazo, el Estado guatemalteco ha sido un poder militar” y durante “treinta años de represión antipopular sistemática (1954-1985) y menos años de conflicto armado (…) [se] redefinió el papel de los militares como guardianes pretorianos del orden burgués”12. Tanto el conflicto como el proceso de paz solo fueron posibles porque así convenían a los intereses de los EUA, antes que por factores endógenos13. América Latina fue primero bastión contra la penetración comunista. Con la caída del muro de Berlín, dejó de ser el campo de batalla de la Guerra Fría. Por eso TorresSCANBILL, Jeremy. Blackwater. El auge del ejército mercenario más poderoso del mundo. Paidós, Barcelona, 2008, p. 161. 10 HOLDEN, Robert H. “The Real Diplomacy of Violence: United States Military Power in Central America 1950- 1990”, en The International History Review, Vol. 15, Nº 2, mayo 1993, pp. 283-322, pp. 283-285. 11 Ibíd., pp. 304-306 y 311. 12 TORRES-RIVAS, Estado en Guatemala: ¿orden con progreso? PNUD, Guatemala, 2010, pp. 134-138. 13 KRUIJT, Dirk. Guerrilla: Guerra y Paz en Centroamérica. F&G Editores, Guatemala, 2009, p. 25. 9

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Rivas concluye que “la democratización no fue una transición, sino el resultado de pactos acordados entre fracciones de la elite militar, empresarial y política guiadas por las iniciativas de ‘La Embajada’”14. Pero esa dinámica bélica no pudo ser extinguida por decreto. Los ejércitos centroamericanos habían crecido. El de Guatemala, que a finales de los años 70 tenía 27 mil efectivos, a mediados de los 80 había alcanzado los 55 mil, sin contar los efectivos de la policía militarizada o de las fuerzas paramilitares. Su reducción a 15,500 soldados en 2004 era una bomba de tiempo15. ¿Qué hacer con los desalzados? Si los militares llegaron a ser 55 mil o más, los paramilitares alcanzaron 1.2 millones y se componían, según el cientista social holandés Dirk Kruijt, “en su mayoría de tropas indígenas auxiliares con licencia para matar, violar, quemar y destruir”16. ¿Qué hacer con la más incontrolable fuerza paramilitar y las secuelas de resentimientos y potenciales vendettas? Kruijt calcula que más o menos una tercera parte de los combatientes de ambos lados —soldados, fuerzas paramilitares y guerrilleras— migraron a Estados Unidos como inmigrantes legales o indocumentados para escapar de una situación desesperada17. Otros quedaron como parte de una herencia no pedida. Esta herencia, vista desde la segunda década del siglo XXI, no parece tan nítida. Pero sí lo era a mediados de los 90, cuando Edelberto Torres-Rivas escribió: Una de las formas más expresivas del desorden en varias sociedades de la región viene de las diversas manifestaciones violentas de guerreros que no quieren el reposo porque son víctimas, en los límites de la subjetividad, de un heroísmo sin gratificación. Decenas de jóvenes hicieron la guerra a la espera de recompensas ciertas. Los desmovilizados de la “contra” nicaragüense, los ex soldados sandinistas, la tropa salvadoreña dada de baja como resultado de los Acuerdos de Paz, que también incluye a ex guerrilleros del FMLN retirados, forman un grupo homogéneo que se define por la negativa: son excampesinos, fueron jóvenes, carecieron de oportunidad para alguna calificación profesional. Son el resultado humano de la negación del sistema, que defendieron/amenazaron y que 14 TORRES-RIVAS, “Las democracias malas de Centroamérica”, en Nueva Sociedad, Nº 226, marzo-abril de 2010, pp. 52-56, p. 57. 15 KRUIJT, Dirk. Guerrilla: Guerra y Paz en Centroamérica… op. cit., p. 71. 16 Ibíd., pp. 70-71. 17 Ibíd., p. 232.


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