Los académicos artistas y docentes. El primer académico que asumió la dirección de la escuela fue el veterano profesor de PINTURA Lorenzo Pastor y Castro (1784-1860), iniciado en el taller de alguno de los pintores neoclásicos canarios de su juventud, y luego en Inglaterra, donde aprendió el arte de la acuarela y del paisaje practicándolo con gran solvencia. Impartió clases de dibujo y pintura en Tenerife desde 1827 en los diversos centros arriba mencionados, para culminar su labor y su vida como profesor principal de la RACBA. Colaboraron con él en dicha sección de la nueva academia su discípulo Nicolás Alfaro (1826-1905) y Lorenzo Bello Espinosa (1825-1890). La sección de ESCULTURA y vaciado se le confirió al gran imaginero Fernando Estévez (1788-1854); a su muerte a Gumersindo Robayna (1829-1898), y más tarde, cuando éste pasó a la dirección de la Escuela y a hacerse cargo de las clases de pintura por defunción de Pastor y Castro, fue el grabador Cirilo Romero (1829-1897) quien impartió la disciplina de escultura, secundado por Robayna, colaborando también en la sección el escultor Francisco Aguilar y Fuentes (1822-1905). Las clases de matemáticas y proyectos las asumió Pedro Maffiotte (1816-1870), secundado por el arquitecto Manuel Oráa (1822-1889) y por el ingeniero militar Francisco Clavijo y Plo (1819-1886). Otros miembros de la sección de artistas que colaboraron con la Escuela fueron los pintores Cirilo Truilhé (18131904), Juan La-Roche y Siera (1829-1896), Federico Verdugo y Massieu (1828-1901) y Sabino Berthelot (1794-1880), entre otros. Hubo dos académicos de número que, por circunstancias diversas, nunca llegaron a tomar posesión. Fueron el pintor grancanario Manuel Ponce de León y Falcón (1812-1880) y, más veterano, el pintor de cámara de Fernando VII Luis de la Cruz y Ríos (1776-1853), quien aceptó venir como catedrático de pintura de la Escuela, falleciendo antes de emprender su viaje desde Málaga. Cabe reseñar asimismo que, si bien la RACBA estuvo configurada desde sus inicios por un cuerpo de académicos en gran medida descendientes de franceses, y con las miras puestas en las academias francesas como modelo, tuvo también entre sus “honorarios” a algunos miembros notables de la colonia inglesa vinculados al comercio y a las artes, los cuales no dejaron de estar presentes con frecuencia en los actos públicos de la corporación: Luis Hamilton, Alfred Diston, y Elisabeth Murray.
El gran acto público anual de la RACBA y alumnos más destacados. Efectivamente, la RACBA celebraba todos los años, al entrar el otoño, una sesión pública solemne en la que se exponían obras de los académicos y sus alumnos, y se otorgaban premios a los más destacados. La tanda inicial de discursos comprendía una intervención ‘oficial’; la lectura de un panegírico dedicado a los académicos fallecidos, en caso de haberse producido algún deceso; la memoria del curso anterior, y la lectura del veredicto sobre las obras presentadas por los alumnos, con el reparto de las distinciones correspondientes. De esta manera, los más talentosos artistas del futuro eran premiados con general aplauso. Muchos fueron los alumnos que pasaron por las aulas de la escuela de la RACBA. No podemos dejar de destacar a los que mayor notabilidad alcanzaron como artistas. Éstos fueron, por encima de todos, el palmero Manuel González Méndez (1843-1909) y el tinerfeño Valentín Sanz Carta (1849-1898). Asimismo, otro buen artista se formó en la escuela de la academia en esa época y alcanzaría el inicio de la 2.ª etapa de la RACBA, a partir de la segunda década del siglo XX: Filiberto Lallier Aussell (1944-1914).
La comisión ejecutiva que gobernaba la Academia. La junta de gobierno de la RACBA estaba constituida por los veinte académicos de número, reunidos cada mes en plenario. La Corona se reservaba la facultad de designar al Presidente y a los principales cargos, entresacados generalmente del grupo de académicos “de reconocido prestigio”. Así, para presidir la academia vino designado desde Madrid en 1850 Lorenzo Tolosa y Manín, hijo de militar y vinculado a una rancia familia de La Orotava, quien incluso desempeñó, siendo presidente de la RACBA, el cargo de Alcalde de Santa Cruz de Tenerife durante un bienio. Estuvo secundado por los consiliarios Félix Soto y Dámaso Baudet, con el apoyo de un secretario ejecutivo de extraordinaria eficacia: el abogado Bartolomé Juan Saurín, académico cuya muerte en 1869 contribuyó sin duda al cierre de la RACBA en este periodo. El tesorero fue Pedro Maffiotte, sustituido en sus ausencias por otros numerarios designados por el plenario. Lorenzo Tolosa, que era Tesorero de la Hacienda Pública, presidió la academia hasta 1858, en que renunció por encontrarse enfermo, falleciendo seguramente poco después. Le sucedió como presidente el subdelegado del Gobierno José Joaquín Monteverde y Bethencourt, también académico de número desde los inicios, una personalidad de prestigio, cuyos esfuerzos por mantener viva la corporación resultaron a la postre inútiles. Durante su presidencia, Monteverde mantuvo en sus cargos directivos a la mayoría de los académicos que apoyaron a Tolosa.
Colapso y cierre de la Academia (1869). La revolución de 1868 y el pronto advenimiento de la I República pusieron en un brete a nuestra corporación ‘realenga’. Se decretó desde Madrid la supresión de las clases de dibujo para todas las Academias en general, así como otras medidas disuasorias que provocaron, con el ahogamiento que supuso el corte de las asignaciones dinerarias oficiales, la clausura de la RACBA en el verano de 1869. El vacío pedagógico que provocó este desastre cultural movió a los munícipes de Santa Cruz a organizar una 12