miento, tanto profesional como personal. Si bien en algún momento se creía que era una cualidad innata, hoy día se concibe como una habilidad que se puede aprender en los procesos educativos y en las experiencias sociales y laborales. La idea es permear esta capacidad a todos los miembros de la organización, sin importar jerarquías ni funciones. Para lograr esto las empresas invierten fuertes cantidades en capacitación en aras de generar en su personal mayor confianza en sí mismo y un compromiso total con la visión y misión del grupo. De esta manera, el desafío es influenciar y movilizar a las personas, para que hagan lo que se “debe” hacer. El beneficio es generar personas flexibles, adaptables, seguras y optimistas que superen a las más rígidas, temerosas y pesimistas, difíciles de cambiar. Es en este contexto de cambio continuo y adaptación constante que nace el modelo de Liderazgo Positivo. Se trata de un conjunto de prácticas y estrategias que pueden ayudar a los líderes a conseguir que sus equipos alcancen resultados espectaculares y un rendimiento más allá de las expectativas. Los postulados de este nuevo modelo sostienen que para obtener resultados extraordinarios, los líderes deben crear un ambiente de trabajo extremadamente positivo. Deben aprovechar los puntos fuertes de cada uno, en vez de concentrarse simplemente en los puntos de desarrollo. Los líderes deben aprender a elogiar y promover emociones positivas como comprensión, compasión, optimismo, gratitud
y el perdón. Tienen que desarrollar e incentivar las relaciones de apoyo mutuo en todos los niveles y brindar a los liderados un profundo sentido de significado y propósito del trabajo. La experiencia en el campo de trabajo demuestra que, donde prevalecen las emociones positivas se conduce a la optimización de la actuación de los grupos y al alcance de desempeños superiores al estándar. Los líderes influencian el clima organizacional por la forma en la que inducen, desarrollan y demuestran emociones positivas. Aquellas empresas que motivan alegría y confianza reducen significativamente emociones como el miedo y la rabia. Entre los logros inmediatos se encuentran un aumento importante de la capacidad cognitiva, de la retención de informaciones, de la creatividad y de la productividad. Otro beneficio es que los empleados que consideran su función sólo como un empleo, poco a poco redefinen sus objetivos y en lugar de perseguir en primera instancia el beneficio económico hacen de su trabajo una vocación, es decir, alcanzan un desempeño superior al normal a través del convencimiento y la motivación. En resumen, el nuevo líder debe ir más allá del cambio de comportamientos y actitudes. Debe desarrollar nuevas creencias y valores que estimulen al equipo a confiar en sus capacidades y en la buena voluntad de las personas. Los retos actuales exigen personas comunes que aprendan a percibirse como sujetos excepcionales.
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