Historia del Imperio Bizantino tomo II

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y no encontraba eco en parte alguna”. El arsenismo, pues, desapareció en breve, sin dejar huellas, en el curso de las nuevas turbulencias políticas y religiosas. Con el triunfo de la política ortodoxa se acreció y fortaleció, a fines del siglo XIII, el partido de los celotas, siempre apoyados en los monjes y en los ideales monásticos. En el siglo XIV los celotas desplegaron una actividad intensa, no limitada a lo religioso, sino complicada con las cuestiones sociales y las luchas políticas partidistas. Los celotas participaron con intensidad en los desórdenes del siglo XIV, en Tesalónica, persiguiendo fines políticos poco claros y sosteniendo al emperador Juan V contra Cantacuzeno. Jorga, por esa razón, llama a los celotas “legitimistas”. El historiador Tafrali ha hecho recientemente un interesante intento de exponer la ideología política de los celotas, fundándose en un discurso inédito del famoso místico bizantino del siglo XIV, Nicolás Cabasilas. En la primera mitad del siglo XIV los celotas y monjes dominaron gradualmente al clero secular. Tal movimiento terminó con el triunfo completo de los monjes del Athos sobre el patriarca de Constantinopla en la época de las llamadas luchas hesicastas, de las que hablaremos después. Esa época vio al último patriarca de Constantinopla elegido entre los dignatarios del Estado y buscado entre el clero secular. “Desde entonces, los puestos más elevados de la jerarquía aparecen ocupados exclusivamente por monjes y la sede patriarcal de Constantinopla hácese por mucho tiempo propiedad de los representantes del Monte Athos”. Bajo Andrónico II, se produjo un importante cambio en la administración del Athos. Sabemos que Alejo Comneno había, a fines del siglo XI, liberado al Athos de toda sujeción a las autoridades civiles y religiosas, colocando a los monasterios del Athos bajo la dependencia exclusiva del emperador. Era él quien consagraba al “protos” o jefe del consejo de higúmenos al que estaba confiada la administración de los monasterios. Andrónico el Viejo renunció a ejercer una autoridad directa sobre el Athos y confió los conventos al patriarca de Constantinopla, quien debía consagrar al “protos”. En la crisobula expedida con esta ocasión se lee que el “protos” del Athos, “segundo paraíso, cielo estrellado, asilo de todas las virtudes”, estará “bajo la alta dependencia espiritual del patriarca”. Al nombre de Andrónico se halla vinculada también la última reforma importante que modificó la organización de la Iglesia bizantina. Las eparquías fueron redistribuidas de un modo más en consonancia con la reducción territorial del Imperio. Ya se habían producido algunos cambios bajo los Comnenos y los Ángeles; pero la división de eparquías y sedes episcopales atribuidas generalmente a León el Sabio (hacia el 900) subsistía aun, oficialmente, a fines del siglo XIII. Mas el territorio imperial había disminuido y el Asia Menor se había perdido casi del todo. En Europa los Estados eslavos y latinos ocupaban la mayoría de las regiones antaño pertenecientes al Imperio. No obstante, ida lista de las metrópolis sometidas a la sede apostólica y patriarcal de la capital protegida por Dios”, lista compuesta en tiempos de Andrónico el Viejo, hace olvidar por completo la modesta extensión del territorio imperial, ya que enumera una larga serie de ciudades y regiones 226


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