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Mujeres de la diversidad: Judy Grahn

Miguel Ángel Muñoz Ramírez

Judy Rae Grahn nació en Chicago en 1940. Después de cumplir los 18 años se incorporó a la Fuerza Aérea, pero a los 21 años le concedieron lo que ella llama un despido «poco honorable» por ser lesbiana. Confiscaron sus cartas y sus notas, y las utilizaron en contra de sus amigos en servicio, y notificaron a sus padres su «delito». Cuando acudió a una biblioteca de Washington, D.C. para informarse sobre las personas homosexuales, haciendo un esfuerzo por descubrir su orientación sexual e identidad, los bibliotecarios le dijeron que esos libros estaban guardados bajo llave, y sólo podían tener acceso a ellos los catedráticos, médicos, psiquiatras y abogados que se ocupaban de las personas que sufrían de enajenación mental. Como escribió más tarde, éstos «fueron algunos de los sobresaltos que experimenté cuando tenía poco más de veinte años con respecto a la situación de los gays en la sociedad estadounidense»

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En 1963 fue una de los quince miembros de la Sociedad Mattachine que se manifestaron delante de la Casa Blanca a favor de los derechos de las personas homosexuales. En 1969 Judy Grahn formó parte de la fundación del Nuevo Movimiento Feminista Lésbico de la Costa Oeste. Junto con poetisas como Susan Griffin, Alta y Pat Parker jugó un papel importante en el renacimiento poético femenino de la costa oeste de los años setenta. Entre sus libros de poesía figuran Edward the Dyke and other Poems (1971), She Who (1972), un experimento de escritura feminista y A Woman Is Talking to Death (1974). Los tres volúmenes se reunieron en The Words of a Common Woman, que se publicó en 1978 con prólogo de Adrienne Rich. Junto con Pat Parker, una poetisa afrodescendiente feminista y lesbiana, grabó un disco de poesía para Olivia Records, que fue el primer trabajo sonoro de la compañía.

En 1984 Grahn publicó su trabajo más importante: Another Mother Tongue: Gay Words, Gay Worlds . En este estudio documentado y especulativo sobre la historia cultural de los hombres y mujeres homosexuales, investiga el origen de distintas palabras (como gay, drag, etcétera). Como ella misma lo explica: “esta obra defiende que los gays tienen una cultura que supera los conceptos de clase, raza, sexo, e incluso categorías nacionales y tribales. Además, propone que las personas homosexuales cumplen una función en la sociedad. En resumen, que la cultura gay es fundamental para la comunidad de la diversidad misma y para la sociedad en la que viven, aunque ocupen en ella un lugar despreciado o clandestino”.

En su trabajo Blood, Bread, and Roses: How Menstruation Created the World (1993), que es también el más controvertido, Grahn emprende nada menos que una nueva conceptualización radical de la historia y la identidad humanas. Opina que la sangre es el centro de la cultura. Al respecto, comentó: “no se trata necesariamente de sangre traumática. Puede ser la sangre natural y los rituales que siempre hemos llevado a cabo las mujeres y que nos proporciona todas las cosas que atesoramos”.

Judy Grahn fue una pionera en el campo de la historia de la cultura homosexual, su investigación, no sólo sobre las manifestaciones actuales de la vida gay, sino de los orígenes, de sus signos y sus códigos, ha tenido una amplia repercusión en la imaginación de la diversidad sexual. Tiene una versión muy personal de la cultura diversa, quizá demasiado racional para una posición más estricta. La obra de su vida -como ocurre en cierto modo con la de una personalidad totalmente diferente, el poeta James Merril- ha sido la búsqueda de una imagen más amplia, la creación de una cosmología gay, una saga que nos revela quiénes somos, de dónde venimos, y hacia dónde vamos. A tal efecto ha creado unos mitos (y tal vez incluso realidades) inestimables de significado para los gays y las lesbianas de todo el mundo.

• La Niña Todomepasa

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