Edición 2 de agosto 2014

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Una labor, un personaje... Yuba Quintana, vocación de servicio 35 años de voluntariado la transforman en la integrante con mayor antigüedad en la agrupación Damas de Rojo de Puente Alto. Agradece a Dios, a su familia y a sus compañeras el poder seguir ayudando a la comunidad a través de la misión de este grupo de mujeres.

S

u marido insistió una y otra vez para que se uniera a las Damas de Rojo y lo consiguió. Yuba Quintana Rodríguez, tras estar internada en el Sótero del Río, consideró la petición de su pareja para unirse a una de las agrupaciones más consideradas de la comuna. Al estar dentro del recinto de salud fue tan bien atendida que se dio cuenta de que había distintas maneras de ayudar a las personas que entran al Hospital. A esa petición de su marido se sumó una invitación de una antigua directora de las Damas de Rojo a sumarse a la caritativa agrupación. El nombre de esa mujer que vio algo

especial en Yuba fue Marlen Johnson. «Así me inicié, trabajando en la posta, cuando antes lo que hacía era divertirme en un club de adultos mayores», recordó la mujer sobre sus inicios en la entidad. Cuando se construyó la nueva área de la maternidad en el Hospital Sótero del Río, Yuba se sumó al trabajo de ayuda a mujeres y a sus familiares que ingresaban al inmueble hospitalario. Los años pasaron y algunos de sus cargos fueron el de tesorera, secretaria, relacionadora pública y directora de las Damas de Rojo de Puente Alto, pero siempre con la convicción de servir a trav és de este bello voluntariado. «Tengo harta trayectoria y

bonita, de hecho fui premiada como la voluntaria más destacada y también premiada en el Club de Leones», comentó orgullosa mientras recordaba magníficas historias donde la ayuda y la caridad fueron los principales protagonistas. HISTORIAS DEL VOLUNTARIADO «Hay matronas jubiladas del hospital y me dicen ¿y tú todavía acá?», expresó Yuba precio a contar una de las tantas anécdotas que se han tejido durante los años que ha sido una verdadera Dama de Rojo. La voluntaria recuerda específicamente aquella historia en donde llegó un menor a pediatría en época de dictadura, y a las Damas de Rojo les pidieron hacer turno de noche. Yuba, en ese turno, se hizo amiga de una madre de una compañera de colegio suya (sin saberlo) que se había suicidado; esa menor era la sobrina que llevaba el mismo nombre, y al revisar la ficha, la Dama de Rojo casi se desmayó de la impresión. La coincidencia de nombres en esta

historia le hizo valorar aún más su trabajo en el voluntariado ya que esa amiga que se suicidó fue su vecina, amiga y compañera de curso hasta cuarto medio. Estas historias se han transformado en años de experiencia de la mano del voluntariado y todas sus compañeras que admiran todo su esfuerzo y todo lo que ha logrado siendo una Dama de Rojo. APOYO FAMILIAR «Mis hijos saben, yo les dije que tengo un día sagrado donde al turno no se falta, ellos tienen que arreglárselas y ver como cuidan a mi nieta», comentó. Ese apoyo familiar, donde Yuba nunca ha dejado de ser una gran madre y, ahora, abuela, ha sido recíproco ya que sus hijos están totalmente involucrados en esta actividad que realiza su madre hace 35 años. «Mis nietas me dicen abueli no falte al turno», así manifiesta la voluntaria el total compromiso de su familia por la labor de esta Dama de Rojo que ha representado fielmente el objetivo de la agrupación, podríamos decir, al pie de la letra.

TALLER LITERARIO «LA ROCA» Dirección: Magdalena Medina Arenas

www.chilenita.cl - Balmaceda esq. José Luis Coo / Concha y Toro 08 - Puente Alto

EL

ANILLO

U

n muchacho entró con paso firme a una joyería, pidió que le mostraran el e j o r anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le enseñó uno. El joven sonrió aprobándolo. Preguntó el precio y se dispuso a cancelarlo. El dueño de la joyería le preguntó —¿ Se casará pronto?Ñ El le dice que ni siquiera tiene novia. La sorpresa del joyero divertía al muchacho que se dispone a contarle lo siguiente: —Es para mi madre, cuando aún esperaba mi nacimiento, ella estaba sola, más de alguien le aconsejó que yo no debería nacer, ya que así se evitaría muchos problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Fue madre y padre para mi, amiga, hermana, maestra. Me hizo ser lo que soy, un hombre responsable, sano, un profesional. Hoy puedo regalarle un anillo de compromiso, el que ella nunca tuvo. Una promesa de amor. El joyero guardó silencio emocionado. Le hizo un descuento en el pago como si fuera su mejor cliente. m

Erika López Alvarado Artesanía en Pinturas

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Puente Alto Al Día

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