El sendero de las horas

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EL SENDERO DE LAS HORAS mEDITACIONES PARA CAMINAR POR LA VIDA


Vallejo Arcila, Gonzalo Hugo Celular 3108300338 e - mail: gonzalohugova@hotmail.com Digitalización Luz Stella Portilla Flórez Yeaneth Suárez Salazar - Papelería Roma Tel: (036) 334 4186 Autoedición, diseño, asesoría editorial Johan M. Villada (Cel. 3207864607) Diagramación y (re)diseño de portada Leonardo Piñeros – Alas Publicidad Johan M. Villada (Cel. 3207864607) Producción y Gerencia del proyecto Armo - Publicidad Tel: (036) 344 8505 Visión Estratégica Integral (Vei) e – mail: visestint@hotmail.com Pereira, junio de 2009 ISBN Todos los derechos reservados conforme a la ley: 2009 Copyright Gonzalo Hugo Vallejo Arcila Génesis tercer Milenio e- mail: gentermil@hotmail.com Primera edición, 2000 ejemplares Impreso en Colombia

Printed in Colombia

Impresión: Armo - Publicidad Pereira (Risaralda). Tel: (036) 344 8505


EL SENDERO DE LAS HORAS mEDITACIONES PARA CAMINAR POR LA VIDA


“Aprende a estar en silencio. Deja que tu mente tranquila escuche y se quede absorta” Pitágoras de Samos, filósofo griego. “Todas las desdichas del hombre provienen de su incapacidad para sentarse en una habitación a solas”. Blaise Pascal, pensador francés. “El mayor peligro para la mayoría de nosotros no es que nuestra meta sea demasiada alta y no la alcancemos, sino que sea demasiada baja y la consigamos”. Miguel Ángel Buonarroti, artista italiano renacentista. “El mundo es insondable y misterioso y así somos todos nosotros. El arte del guerrero consiste en equilibrar el terror y la maravilla de ser un hombre”. Carlos Castaneda, chamán Nagual Tolteca.


DEDICATORIA

A nuestros abuelos, adalides de la resiliencia que conjuran con su sabidurĂ­a, los sĂłrdidos embates de la soledad, el olvido, la enfermedad, la ingratitud y la muerte y nos exhortan desde su silencioso estoicismo, a volver a casa, sanar las viejas heridas, restablecer el diĂĄlogo ancestral y reinstaurar el orden perdido.

VII


“Cuando estás inspirado por algún propósito, por algún proyecto extraordinario, los pensamientos rompen sus barreras; la mente trasciende sus limitaciones, la conciencia se expande en todas las direcciones y te encuentras en un mundo nuevo y maravilloso. Las fuerzas, las facultades y los talentos dormidos cobran vida y te das cuenta de que eres mucho más grande de lo que jamás hubieras enseñado”. Patañjali, pensador hindú cachemiro del siglo III. “Hemos entrado en una nueva era, alérgica a las obligaciones y a las sanciones, a las exigencias y a los imperativos morales; vivimos en una sociedad cansada de prédicas maximalistas. Nos encontramos en un mundo en crisis en el que hemos perdido los referentes tradicionales del valor”. Adela Cortina, filósofa española. “Estamos atrapados en el tiempo. Vivimos de forma compulsiva en el recuerdo o en la anticipación. Esto produce una preocupación interminable por el pasado y el futuro y una falta de disposición para honrar y reconocer el momento presente”. Eckhart Tolle, maestro espiritual alemán.


INTROITO

Esta obra forma parte de un tríptico que ha ofrecido el autor (“El sendero de las horas. Meditaciones para caminar por la vida”;“El diálogo interior. Meditación y cotidianidad” y “Liturgia del tiempo. Momentos de reflexión”), como un medio sanativo, desde la perspectiva de la filoterapia de Gerd Achenbach y Lou Marinoff (nuevos roles de la filosofía aplicada a la vida cotidiana), los planteamientos sobre Inteligencia Emocional (Daniel Goleman) y Psicología social (Wilhelm Wundt y Kurt Lewin) y las propuestas de los psicólogos gestálticos y transpersonales (Frits S. Perls y Jorge Bucay), para una prestación eficaz y oportuna de lo que se ha denominado “primeros auxilios emocionales”. Esta expresión ha sido acuñada por la praxiología del comportamiento para describir una serie de medidas intervencionistas y rehabilitadoras que pretenden conjurar las crisis que sobrevienen a raíz de la aparición de ciertos desequilibrios psíquicos en el individuo. Se busca, de esta manera, auto-restablecer la capacidad del individuo para afrontar diversas situaciones estresantes al proveerle de una guía de asistencia integral para que reoriente y reorganice su mundo psico-social amenazado o destruido. Para la Fundación Génesis Tercer Milenio es de gran regocijo y satisfacción presentar esta obra al público lector, a los humanistas y a los profesionales dedicados a las disciplinas comportamentales, convencidos de una acogedora bienvenida por parte de la comunidad académica. El autor exhorta a la sociedad civil para que contribuya a hacer realidad la utopía de construir una “Clínica del Alma”, que propugne, a través de eficaces herramientas, por la reconstrucción del tejido emocional, la restauración de la armonía psicosocial y el equilibrio espiritual de nuestros conciudadanos. Felicitaciones y éxitos para el autor. Jaime Arias López Director Ejecutivo Fundación Génesis Tercer Milenio IX


Estos son los seis errores que comete el hombre: La ilusión de que las ganancias personales se consiguen aplastando a los demás. La tendencia a preocuparse por las cosas que no se pueden cambiar o corregir. Insistir en que una cosa es imposible porque no podemos conseguirla. Rechazar el desarrollo y el perfeccionamiento de la mente. Intentar obligar a los demás a creer y vivir como nosotros. No querer prescindir de preocupaciones banales. No adquirir el hábito de leer y estudiar. Marco Tulio Cicerón, siglo I.

“Carpe Diem, quan minimun crédula postrero” (“Coge el día de hoy no confíes en el mañana”). (“Goza en este día y cuenta lo menos que puedas con el de mañana”). (“Aprovecha el día”)… (“Quid brevi fortes inculamur aevo multa”) (“¿Por qué siendo tan breve la existencia, maquinamos proyecto tan arduos?”). Palabras de Quinto Horacio Flaco, poeta latino del siglo I (65 A. C. – 27 D.C.). “Oda” a Leuconia.


PREFACIO

“El sendero de las horas. Meditaciones para caminar por la vida”, forma parte de una tetralogía compuesta por dos textos ya publicados: “El Diálogo interior. Meditación y cotidianidad” y “Liturgia del tiempo. Momentos de reflexión”. El otro libro se encuentra en su fase de revisión hermenéutica y se intitula: “La magia de las palabras. Logoterapia y sanación interior”. A través de estas obras se ha querido entablar un diálogo virtual e interactivo con nuestros lectores a través de unas reflexiones sobre ese abigarrado expediente, bitácora llena de contingencias, avatares, preocupaciones, desafíos, decisiones, responsabilidades y compromisos donde se registra el diario transcurrir de nuestra existencia, hoy por hoy convertida en algo complejo y estresante. Al leer los clásicos de la introspección y beber en las fuentes milenarias de la sabiduría experencial, compartimos muchas de sus conclusiones. Una de ellas es aquella que ausculta la condición humana y concluye que de todos los seres vivos, el único que no se contenta con su existencia, que se angustia y se llena de incertidumbres al preguntarse el por qué y el para qué de su estancia en este mundo, es el ser humano. Estructura unas veces y otras tantas desarticula los planos físico, mental y espiritual en que transcurre su devenir por el mundo. Es autor y actor de su propia realidad: primero la imagina, luego la desea, después la visualiza y termina eligiendo lo que será el producto de su creación y aceptando, así sea a regañadientes, sus resultados ya sea en lo referente a la prosperidad, la abundancia y la satisfacción o la escasez, el dolor o la amargura. En el breve transcurrir de su vida se encuentra con tres circunstancias que resumen su condición humana: ser, hacer y tener. Es consciente de que está vivo; que tiene una energía vital que pone en movimiento y que depende de su voluntad; que está relacionado con otros seres y que es capaz de interactuar con ellos. Piensa, muchas veces, en la causa y en el efecto de sus actuaciones: en el ayer, el aquí, el ahora y el después; en su bienestar físico y emocional; en el amor que siente hacia los suyos; en los sentimientos que alberga hacia sus congéneres; en el sentido que tiene su vida; en su felicidad o en su desdicha terrenal y en lo que le espera más allá de la muerte. Estas “Preocupaciones” le permiten apropiarse de un conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo. Intenta, entonces, encontrarle una razón de ser a su existencia al

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sentirla y vivirla con toda la intensidad de que puede ser capaz. A veces se apagan sus incentivos, sus ganas de vivir y su mundo espiritual comienza a derrumbarse llevándose consigo su ser bio-psico-social. Otras veces, aviva el fuego de sus emociones y escapa de su debilidad física y mental para intentar a través de sus imaginarios y de una manera incesante, encontrarle un sentido a su vida y encontrar la calma así sea navegando por un mar de dramatismos y turbulencias. Abriga dentro de su ser sentimientos de amor, resentimiento o culpa hacia sus padres, hacia sus hermanos o hacia su gente, endosándoles el gravamen de sus frustraciones o la fatua contabilidad de sus triunfos y realizaciones, sin asumir muchas veces la responsabilidad sobre el rumbo de su vida. Pero ese individuo también es capaz de reconocer sus faltas, autoindultarse y absolver a los demás, desbrozando el camino de su crecimiento personal, de resentimientos, señalamientos y retaliaciones. En síntesis, ese ser humano tiene la capacidad de practicar el perdón como un proceso de sanación y liberación. Desde el nacimiento vive inmerso en su mundo socio-sistémico, sometido a numerosas y diferentes influencias sociales. Pero no sólo se presenta ante los demás como un ser social, sino también como una persona poseedora de un sello especial que lo individualiza de sus congéneres. Hay momentos en los que experimenta su poder interior a través de meditaciones, afirmaciones, visualizaciones y profecías autorealizadas. Su espiritualidad tiene que ver con experiencias reales, con el despertar de su verdadera identidad, con el mundo disciplinar de su conciencia. Considera la crisis como una oportunidad de superación; comparte sus triunfos y sus sufrimientos; es un ser compasivo y amoroso. El temor a la muerte, como parte de sus prejuicios, muchas veces lo llena de angustia y ansiedad. Otras tantas, incorpora esa idea luctuosa como algo inevitable y natural ayudándolo a transformar su miedos en sentimientos de aceptación y paz. Al estar atento y ser plenamente consciente, segundo a segundo, de sus deseos, pensamientos, sentimientos, pasiones y habitudes, todo esto lo sumerge en profundas meditaciones sobre su mundo natural, personal, intrapersonal y cósmico. La meditación es una herramienta que utiliza frecuentemente para introducirlo en su universo interior, en el exuberante mundo de sus yoes perdidos, pudiendo visualizar, muchas veces, la riqueza multidimensional de su psiquis. Esta obra intenta penetrar en nuestro intrincado y ubérrimo mundo meditacional con el fin de descubrir lo que fundamenta y nos da una razón de vivir, tanto a hombres como mujeres, en nuestra relación cotidiana con los seres y las cosas. Esta es la modesta propuesta que le presentamos a todos los que nos van a acompañar en esta expedición al interior del ser y su condición humana. Bienvenidos viajeros… buen viento y buena mar.


PRESENTACIÓN

Muchas veces vivimos y sentimos la vida como algo vacío y sin sentido y sólo nos parecía que la habíamos llenado cuando encontrábamos algo o alguien que fugazmente nos hacía felices. Entonces, comenzábamos, entre mezquindades y egoísmos, a compartirla. Pero ese algo o ese alguien terminaban marchándose y dejándonos solos y sumidos en el desarraigo, el abandono y el dolor. Y todo volvía a comenzar. El tiempo pasaba lentamente y en su tedioso periplo, nuestras almas semejaban ingenuos polizones, refugiados en la fría y oscura bodega de una barcaza llamada vida, llenos de confusiones y perplejidades, inundados de tristeza, miedo y soledad. De manera reiterativa, volvíamos a encontrar ese algo y ese alguien y todo ese miedo atávico y esa existencia brumosa que habíamos sentido, se disipaban pronto sumiéndolo todo en un grato olvido. Pensamos que esa persona o esa cosa nunca la perderíamos, hasta que ocurría lo inevitable y todo volvía a empezar. La vida, esa incansable jueza y verduga, nos repetía la misma escena una y otra vez. Pero, de igual manera, nos dejaba medio abierta una puerta que dejaba entrever una pequeña luz que abjuraba de la oscuridad. Sólo fue en ese momento, cuando pudimos observar aquellos seres invisibles para nosotros y escuchar esas voces que nos eran inaudibles. Comenzamos a valorar las pequeñas cosas que siempre nos habían rodeado y aquellas personitas que siempre habían estado a nuestro lado y pasaban inadvertidas para nosotros. Decidimos entonces, dejar de buscar y comenzamos a descubrir y a encontrar todo aquello que estaba desde siempre ahí y que nos hubiera dado la razones suficientes para ser felices y disfrutar de esta corta estancia en esta tierra. El tiempo es un río torrentoso que lleva a través de su corriente impetuosa todo un caudal de acontecimientos y que nos arrastra consigo. Aún en su brevedad, se vuelve más corto por el insensato uso que hacemos de sus horas. Los sabios del pasado adoraban los relojes de arena porque no sólo les recordaba la veloz huida del tiempo, sino el polvo en el que algún día se convertirían. Siempre pensábamos que en el tiempo encontraríamos la respuesta. Nos acogíamos al proverbio aquel de que el tiempo era el mejor amigo. Fue entonces cuando descubrimos que cuando había llegado ese vertiginoso momento en el que podría haber hecho algo, había pasado también otro en el que quedó evidenciada la impotencia y la frustración. XIII


¡Cuán insensatos fuimos al dejar transcurrir nuestros días inútilmente! Vivíamos empecinados en hacer realidad ese antiguo proverbio reseñado en la obra de Cervantes: “No hay recuerdo que el tiempo no borre ni pena que la muerte no sane”. Mientras tanto, nuestra vida como el agua vital, se nos escapaba de las manos, se nos escurría entre los dedos. De vez en cuando la frase de Héctor Berlioz hacía su irónica aparición cuando decía que el tiempo era un gran maestro, “lo malo es que va matando a sus discípulos”, proseguía con desparpajo. Después, con ese estúpido estoicismo, mezcla de frustración, desengaño y resignación, volvimos a repasar aquellos adagios populares cuya sabiduría pasó inadvertida en aquellos momentos cuando, en medio de nuestra oscuridad, necesitamos de su tenue luz: “Hoy es el primer día del resto de mi vida… cada día es el mejor del año… Por la calle del “después” se llega a la plaza del “nunca… No matemos el tiempo para que él no nos mate…”. Acudimos por aquel entonces a la sempiterna quejumbre que se ha escuchado aún en los más antiguos breviarios de la humanidad: “Todo tiempo pasado fue mejor”, esa tétrica mazmorra en la cual confinamos al porvenir sin conocerlo. Fue cuando, alguna vez, se le escuchó a aquel poeta latino pronunciar esa mágica palabra que nos exhortaba a aprovechar el día de hoy y a desconfiar del mañana: “!Carpe Diem!”. Comenzamos pues a Imaginar que cada día era el último que brillaría para nosotros y agradecimos esa nueva jornada que, con su alba despuntada, no esperábamos vivir ya. Comprendimos aquella sabia y bella frase de Gustave Flaubert en uno de sus libros: “El pasado nos encadena y el futuro nos tortura. He aquí por qué se nos escapa el presente”. Recordamos aquella invocación del Corán cuando Mahoma exhortaba sus discípulos a no pasar el tiempo pensando en el pasado o soñando con el porvenir. “Estad listos para vivir el momento presente”, ordenó el profeta. Dejamos de preocuparnos por indagar quiénes eran esos seres que nos abandonaron cierta vez y que aún habiendo compartido muchas cosas con nosotros, nunca los conocimos; o cómo serían aquellos que vendrían en su reemplazo para saciar nuestra avidez existencial. No quisimos hacerles más preguntas a la callada noche o a la flamígera mañana. Deseamos mejor, disfrutar la grata presencia de los nuestros, aquellos seres que siempre habían estado allí, ignorados o infravalorados. Sabemos que fue un poco tarde. Pero igual, hicimos un pacto de no agresión con la muerte, ya al final de nuestros pocos días: ni huiríamos de ella, ni ella nos perseguiría. Sólo dejaríamos, como promesa y abierta de par en par, la inexorable posibilidad de que, algún día, definitivamente, nos encontraríamos y dialogaríamos con ella por toda la eternidad.


EXORDIO

Al amanecer, las perplejidades de la víspera han pasado a la historia. Se inicia un nuevo día, un día que ayer no era. Proponemos abrir un espacio en la agitada cotidianidad de las palabras y los días para que transiten nuestras reflexiones libertarias, confinadas hasta ahora en los sombríos parajes donde dormita el dogma autoritario con su cortejo de verdades somnolientas y absolutas. Momentos antes de que raye el sol aún se percibe la oscuridad. Hemos salido de la nocturnidad de nuestros sueños y ávidos de cosas nuevas hemos salido durante un bello y fugaz momento a disfrutar y aspirar los efluvios de la madrugada y escuchar entre flirteos y rezongueos, el diálogo matutino de los pájaros. La noche comienza a aclararse y las estrellas se apagan en el firmamento. Muestra el cielo sus tímidos y vacilantes resplandores que cortejan la llegada del alba: un fulgor precedente, una promesa de luz que desde la infinitud nos llega. He aquí la palabra apropiada para esa hora: una promesa. La cigarra, que hacía oír su áspero canto, guarda ahora un reverente silencio para dejarnos escuchar las débiles voces de los grillos juguetones que canturrean entre la hierba. Allí la vemos inclinándose respetuosa para recibir el frío peso del rocío. Un soplo de brisa susurra entre las hojas de los árboles, danzando en torno nuestro y confundiéndose con nuestro vaporoso aliento. Los gorjeos se escuchan por doquier cantándole al día que nace y al milagro de la vida que entibia sus nidos y su grácil vuelo. El sol, tardo en levantarse, ya está radiante en el cielo y sus resplandores aunque lejanos, cobran cada vez más fuerza dándole luz y vida a este día lleno de apremiantes sorpresas. Las flores se preparan para recibir sobre sus húmedos y fragantes pétalos los cálidos besos del sol escondido y al acecho entre los meandros de la aurora. Unas siluetas reflejadas en la hierba dejan entrever la complicidad de los árboles con sus trémulas y voluptuosas hojas que se sonrojan ante el suave galanteo del viento. Las montañas han dejado atrás sus trazos umbríos y dejan ya expósito todo su esplendor celosamente guardado por los guardianes de la noche. XV


Los habitantes del bosque se hayan expectantes ante la inminente llegada de la dorada y verde luz del día y se aprestan a observar el maravilloso espectáculo cuando aquella luz fulgurante filtre su brillo a través del frondoso ramaje arbóreo y deje ver el exuberante paisaje compuesto por laboriosos insectos, voluptuosas flores, ruidosas cañadas y una que otra telaraña tendida entre los tallos vestida de transparencias y adornada con los diamantes del rocío… Todo está listo para que aquellos seres, ya afinadas sus voces, comiencen a entonar el sublime y jubiloso himno de la alborada. Todo es inocencia, éxtasis, versatilidad y fe. El alba ya ahuyentó las sombras insidiosas de la noche y devuelve al valle el sol munificente que, como un titán amoroso y tutelar le hace olvidar a la tierra su pequeñez cósmica y su condición de humilde habitante de la gran metrópolis universal. Aún así, se festeja en este rincón de la Vía Láctea el milagro de la vida y sus pobladores festejan el suceso, lanzan proclamas y en acción de gracias elevan al cielo sus preces. Todo un nuevo día se abre ante nosotros, un día que nunca había existido antes y que tuvimos la suerte de verlo iniciarse con nuestros propios ojos, siendo testigos sin excepción alguna del infinito milagro de su creación. A pesar de la loca y frenética actividad que observaremos, el día seguirá con su rítmico e inexorable andar y convertirá cada instante de nuestra vida en un momentum, ajeno al torturante pasado, al angustioso presente y al rutilante futuro. Cada nuevo día nos brinda una pausada e inmensa oportunidad de continuar ocupados simplemente en vivir. Cada día encierra una invitación a olvidar agravios y pesares y a acariciar triunfos y bondades. Démosle pues, la bienvenida a este día. ¿Por qué nos levantamos antes del alba? Porque nos incomoda la premura, la confusión, el apremio, ese alto precio que pagamos por vivir “los ahoras” de la vida moderna. Hemos descubierto que es posible liberarnos en gran parte de tal premura, simplificar la confusión, aliviar el apremio con sólo iniciar el día muy temprano. Así encontramos la vida más valiosa, nos es posible trabajar mejor, nos damos más tiempo para la familia y los amigos y establecemos un diario contacto con las perdurables e inciertas realidades de la existencia. “Me levanto antes del alba para estar a solas conmigo misma un día más. Al amanecer, cuando uno parece ser el único ser humano existente en el mundo, tiene que encararse con la propia verdad de uno mismo y acomodarse a ella como sea”. Testimonio de una anciana de 90 años.


PROEMIO las palabras y los dÍasv

“Yo quiero escribir para abrir ventanas por donde pueda mirar el mundo y redescubrirlo... yo quiero que puedan hablar las palabras que son mejores que el silencio”. Eduardo Galeano. “Allí donde hay lenguaje, hay mundo”. Martín Heidegger. Las palabras aún siendo hijas del entendimiento, están limitadas por la percepción que tenemos del mundo y de sí mismos; nos hacen sentir como si estuviésemos iluminados, comprendiéndolo todo. Un poder mágico se encierra en sus breves sílabas. En palabras de Gustavo Le Bon “Evocan en las almas imágenes grandiosas y vagas, pero la levedad que las esfumina, aumenta su misterioso poderío”. Ellas le dan dignidad y vuelo a nuestra racionalidad emocional. A veces, reducidas a ser la simple expresión de una idea, se han convertido en centinelas, en suspicaces cancerberas de aquella paradigmática prisión donde pagan condena sentimientos, percepciones, intuiciones y pasiones, sempiternos convictos que han conspirado, con su artillería emocional, contra el soberbio e inexpugnable torreón donde se atrincheró la subyugante racionalidad occidental. Las palabras son el ropaje del pensamiento, el vestido de los conceptos. Las cocinamos, las aderezamos, les echamos sal y pimienta y luego las lanzamos a las tertulias bien sazonadas, al mejor decir de Khaled Ben Safuan en “Las mil y una noches”. Si nos las presentan desnudas, las vestimos con lucidez; si son ásperas las limamos con la piedra de toque de nuestra serena perseverancia; “si vienen muy viciadas, entonces las enviamos a la farmacia de los sofistas”. Cada frase es una frágil y versátil red de palabras a través de las cuales y en franca lid, intentamos captar el significado de los días, las cosas y la gente y tratar de comprender así, lo inefable. Son “a un tiempo suspiros y risas, colores y notas” como las describe Bécquer en una de sus rimas. “La palabra es el espejo de la acción”, decía Solón, el sabio gobernante XVII


de Atenas. “Sombra y noche es el silencio, día y luz, la palabra”, reza un bello verso de Constantin Kavafis. La palabra acude como proxeneta a los lujuriosos encuentros del corazón con la mente. “Qué encantadora locura es la palabra: con ella, el hombre danza sobre las cosas” exclamaba Federico Nietzsche. No sólo ella se ve o se oye, sino que además brilla como alguna vez se le oyó decir a Alfonso Sastre. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mente”, afirmaba Ludwig Wittgenstein. “Me encantaría estar con vosotros pero no puedo desplazarme tan rápido y tan lejos como mi lenguaje”, son apartes de la carta que le envía a la academia sueca Elfried Yelinek, premio Nobel de Literatura 2005, sumida en una admirable y deliciosa fobia social. Las palabras al decir de Séneca, son el semblante del ánimo. En el Digesto se afirma que las palabras deben tomarse en la significación que les da el uso. Antes decía Sócrates que ellas eran el hilo de oro del pensamiento. El romancero recoge una expresión popular: “Hay palabras que hacen sangre y silencios que son compresas”. Las palabras, en fin nos ayudan a convocar y a conjurar el destino. “Las palabras breves y sencillas pueden obrar pequeños milagros, sin son las palabras apropiadas, dichas en el lugar adecuado y en el momento oportuno”, exultaba a su auditorio Lee Iacocca, presidente de la Chrysler Corporation, en uno de sus charlas sobre liderazgo. Dice Octavio Paz que cada persona viene al mundo con sus propias palabras ya contadas debajo del brazo. Cuando las encontramos por la vida, no las conocemos sino que las reconocemos. Nos damos cuenta, de inmediato si son nuestras, si son las palabras que elegimos y nos eligieron, para decir lo que necesitamos decir. “En la república soberana e independiente de las palabras hay desde escoria hasta piedras preciosas -señala Alberto Salcedo Ramos-. Cada quien busca lo que necesita. Cada quien recibe lo que se merece. En este universo no hay injusticias, no hay dominios arbitrarios: tienes lo que te has ganado, ni más ni menos. “Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio”, es una de las frases más recordadas de la febril oratoria de Jorge Eliécer Gaitán. Las palabras que llevan el mensaje y pacifista sufren una peligrosa “inflación ideológica. Esconden bajo su inocente techo rentables estrategias para afinar las maquinarias de muerte mientras se expiden adornadas declaraciones de amor a la vida y la convivencia”. Afirmaba Luis Carlos Restrepo en uno de sus libros. Sólo nos queda algo por decir: ¡Qué vivan las palabras!


JUSTIFICACIÓN el sendero de las horas Vista en perspectiva, la vida de un ser humano puede compararse a la llama de una vela: apenas un soplo en la eternidad. El tiempo pasa, no recordamos cuando empezó nuestra existencia e ignoramos la fecha de su posible final. Como si fuéramos tripulantes de una embarcación que sigue el curso de un río, advertimos cómo va cambiando el paisaje de sus orillas o el color del cielo, notamos el movimiento suave o agitado de la corriente. Pero también sabemos con extraña certeza que no podremos remontar de nuevo esas aguas que nos impulsan irremisiblemente hacia adelante. El reloj es un invento humano que simula ordenar y domesticar ese transcurrir del tiempo. Desde los primitivos relojes de sol o arena que benévolamente marcaban las horas de forma aproximada, hasta la precisión implacable de los actuales cronómetros, el ser humano ha aguzado su ingenio para medir la temporalidad. Un año como un día es la imagen reducida de toda la existencia humana. Las cuatro estaciones y a su vez, los cuatro sextantes del reloj equivales a las cuatro fases de una vida: infancia, juventud, madurez y vejez. “Nacemos” cada mañana al abrir los ojos y “morimos” cada noche al cerrarlos. Al despertar, adquirimos las facciones de un recién nacido (rostro un tanto arrugado, dificultad de movimientos). Por la noche, nos vamos tranquilamente a dormir y permanecemos varias horas inmóviles y aletargados, la postura más cercana al acontecimiento de la muerte. Nuestra vivencia de lo temporal comporta tres niveles de apreciación: el tiempo cronológico marcado por la velocidad de la luz, los movimientos de la tierra, el reloj y el calendario; el tiempo biológico condicionado en gran medida por la genética y el tiempo psicológico, es decir, la percepción de ese devenir temporal. El significado de lo que sucede en el tiempo depende de nuestra insistente valoración subjetiva. Cada uno de los días que nos es dado vivir

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tiene un valor en sí mismo, algo gratuito y ajeno a lo que piensan los demás. Al envejecer, el tiempo parece ir más de prisa, los días son más cortos. Esto es así, principalmente porque se produce cierta rigidez mental y emocional teñida de desarraigo y amargura al creer que quizás no hay futuro. Evocamos entonces los días de nuestra infancia que parecían no terminar nunca, tan llenos como estábamos de ingenua curiosidad y de alegría. Si se vive cada uno de los días cual si de una vida entera se tratara, como si realmente ese fuera el primer y último día que tendríamos, las cosas más sencillas (ver, respirar, reír, comer, amar…) adquirirían un brillo inusual, tomarían la importancia que siempre han tenido. Esa vivencia delicuescente nos daría la sensación de que los días son más largos o de que la vida está hecha de muchos días, como si de nuevo fuéramos niños y el tiempo apenas existiera. Así, conservaríamos la habitud de ser niños que miran las cosas con esa capacidad de asombro que siempre nos prodiga la primera vez. El tiempo vuela. Intentamos asirlo, controlarlo… pero no es posible. Aunque, quizás, el problema no sea tanto que se nos escape sino el intentar retenerlo. Durante la Revolución Industrial se instauró el dogma de que “el tiempo es oro”. Siempre hemos corrido tras él con la esperanza vana de darle alcance. En los niños, para simbolizar su entrada al mundo de la responsabilidad, se les regala un reloj. Los griegos tenían un Dios temible para darle una significación al tiempo: Cronos, el gigante que devoraba a sus hijos, representaba el tiempo que pasa, irrepetible e irrecuperable que el dios nos va restando a cada instante de lo que nos queda de vida. Un tiempo limitado que hemos de aprovechar aunque no sepamos cómo. Esta concepción del tiempo genera la necesidad de gestionarlo, de tener proyectos y ambiciones y promueve tics tan curiosos como mirar insistentemente la hora, anotar aniversarios, levantar cronogramas, organizar la agenda. Un tiempo cada vez más escaso (“un recurso no renovable”, dicen algunos), a pesar del aumento de la esperanza de vida. La sociedad de consumo lo ha convertido en un bien precario al hacerlo necesario no sólo para conseguir otros bienes, sino para “disfrutarlos” una vez adquiridos. Lo paradójico consiste en que la consciencia de que contamos con una cantidad de tiempo limitada, a veces empuja, para olvidar la angustia que genera, a olvidar lo importante que es y malgastarlo en actividades evasivas, o convertirnos en adictos a la urgencia, uno de los comportamientos autodestructivos más comunes en nuestra sociedad.

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Los griegos tenían también otro dios, menos conocido pero no menos importante, para definir otra perspectiva del tiempo: Kairos, una especie de ser pequeño y calvo con un único mechón de pelo cerca de la frente. Si la persona era capaz de agarrarse a él en el momento preciso, la suerte le sonreía; en cambio, si tardaba sólo un instante más, sus manos resbalaban y perdía esa maravillosa oportunidad de ser feliz (“la ocasión la pintan calva… y con un solo pelo”, reza el proverbio). Se trata de un tiempo de calidad imposible de medir con el reloj. Un tiempo que no suele coincidir con el ritmo monótono del segundero, porque se vive en función de la carga afectiva que posee. Nos construimos a partir de él; somos lo que somos y no otra causa, a causa de esos momentos especiales, de esas decisiones que constituyen la esencia de nuestra experiencia vital. Decir que Cronos es el tiempo que nos conduce a la muerte y kairos el que nos devuelve a la vida, sueña poético y hasta injusto. Cronos es necesario para nuestro desarrollo, importante en nuestros proyectos e inevitable, al menos en el mundo temporalmente pautado en donde vivimos… por eso cada mañana suena el despertador. El problema radica en el desequilibrio de nuestra educación temporal; en la supremacía de un tiempo frente al otro; en nuestra confusión entre lo urgente y lo importante. Siempre tendremos oportunidades a nuestro alcance, pero sólo si sabemos descubrirlas, y no es fácil, seremos capaces de agarrar al vuelo el mechón de pelo de la cabeza de Kairos. A veces caemos en la inercia rutinaria de ver los días iguales y monótonos. Sin embargo, al alejar esa percepción sobre el sentido de tal repetición, ello nos ayuda a vivirlos de manera renovada. Vivir al día expresa cierta desatención y un no hacer planes, mientras que vivir el día implica tomar mayor conciencia de lo que representa un día como éste. “Carpe diem quam mínimum credula postero” (“Aprovecha el día, no confíes en mañana”) fue la frase que inmortalizó al poeta latino Quinto Horacio Flaco en sus “Odas”. Veinticinco siglos después, intentamos, en vano, aprehenderla y vivirla.

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meditaciones para caminar por la vida

Si te arriesgas a dejar atrás esa forma de vida que no te satisface, aún caminando en pos de un destino incierto, el camino se llena de repentinos vacíos y miedos internos, pero también de oportunidades imprevisibles para alcanzar tus más grandes anhelos. La victoria sobre el desamor consiste en saber perder y sobrevivir: cuando no podemos vencerlo es mejor escapar. El amor es una construcción imaginaria y un aprendizaje; el desamor es deconstrucción y desaprendizaje. Seré sabio como el árbol: cuando la vida me pida que deje caer las viejas hojas de mi mente y de mi corazón, no dudaré en hacerlo, así mi espíritu podrá disponer como el arbusto de un vestido nuevo cada vez que lo necesite. La moda es una forma de fealdad tan intolerable que tiene que ser cambiada cada 6 meses… La moda nos obliga a ser ridículos para no parecerlo… La moda inspira el deseo de parecer antes que el de ser. No podremos hallar fuera aquello que palpita en nuestro interior. Nadie nos podrá procurar el sosiego y la claridad que debemos ganar por nosotros mismos a través del esfuerzo correcto y el trabajo interior. Tu compromiso es caminar por el sendero del auto-fortalecimiento emocional y del coraje, tan necesario para hacer frente a tus frustraciones, decepciones y derrotas. Es esencial ser conscientes de la manera cómo nos percibimos pues es esta mirada sobre nosotros la que determinará la calidad y el tenor de nuestras relaciones con el mundo. No hay épocas felices, sólo momentos de gozo… La felicidad viaja de incógnito, sólo después que ha pasado, sabemos que estuvo a nuestro lado. Vivo los días de uno en uno, disfruto los instantes de uno en uno, acepto las penurias una a una, así mi viaje hacia la paz interior se hará más XXII


liviano. La sabiduría de un proverbio danés: aquél a quien ayudas llevándole sobre tu espalda, tratará de subir muy pronto por encima de tu cabeza. Tus esperanzas se tejen con el hilo de tus sueños pero no olvides que el inspirador de los más bellos trajes de seda, fue una infeliz oruga. Los tiempos han cambiado: la mujer salió de la cocina rumbo a la sala de juntas, los homosexuales salieron del clóset y de éste al altar. La verdad es siempre subjetiva: valores, formación, experiencias, ideas… La imaginación también puede ser un criterio de la verdad. Parafraseando a Dalí, el éxito consiste en extraer la miel del panal apropiado, en el momento adecuado y en el lugar indicado. Una vida grata y satisfecha consiste en ganar todo lo que se pueda, ahorrar todo lo que se pueda y dar todo lo que se pueda. Sólo puedes dejar atrás lo que detestas cuando lo aceptas, aprendes a amarlo o comprendes todo cuanto puede enseñarte. La persona que es capaz de sonreír cuando todo le está saliendo mal es porque ya está pensando a quién echarle la culpa. Una elección es un compromiso del que solemos salir haciendo justamente lo contrario de lo que deberíamos hacer. El victimismo es el arte de utilizar el sufrimiento como un recurso para transmitir una exigencia soterrada a los demás. Las oportunidades son difíciles de reconocer si lo que uno está buscando es tan solo un golpe de suerte. La imaginación consiste en sacar de la nada un mundo… imaginación: bendita luz en mi mundo de penumbras. No nacimos a la vida para ser mejores que los demás, sino mejores personas de lo que fuimos la víspera. El camino más corto es el más difícil y sólo pueden recorrerlo los que se esfuerzan con decisión y ardentía. El fracaso de los políticos consiste en que han tratado de agradar a todos, sin lograr complacer a ninguno.

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El sigilo y la prudencia son las maneras gráciles como nos movemos entre nuestros propios pensamientos. La imaginación abre a veces unas alas tan grandes como el cielo en la diminuta cárcel de nuestra mente. Lo que nos enseña el espejo: lo que se ve como derecha es izquierda y lo que es izquierda es derecha. Dice el aforismo chino: Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa. El individualismo funciona tan sólo cuando las personas se unen para defender el interés público. La libertad no es hacer siempre lo que queremos, sino decidir qué hacer con lo que nos sucede. Si un hombre te dice que pareces un gusano, no le hagas caso; si te lo dicen dos, mírate en un espejo. Toda sumisión es hija del miedo. El aforismo reza: El que obedece al timón, obedecerá al escollo. La mejor comedia, en manos de la mejor compañía, fracasa si no se distribuyen bien los papeles. Cada uno ve las cosas a través del prisma de sus miedos y ansiedades, de sus dudas y esperanzas. Los años pasan como un tren a toda marcha y olvidamos parar en la mayoría de las estaciones. Somos jóvenes mientras pensamos, creamos y aguardamos el futuro con curiosidad y ardentía. El verdadero amor no es querer al otro por lo que es, por lo que tiene, sino por sus carencias. Nada más arrogante que descubrir una idea vieja y pretender que uno es el que la ha creado. Definición clara de PNL: La forma cómo piensas y hablas afecta la forma en que actúas. Contrario a lo que se cree, los seres realistas son aquellos que viven

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de sus imaginarios. Has recorrido un largo y difícil camino… Venciste al no dejarte vencer… ¡Adelante! Los problemas, errores y fracasos pueden ser nuestros mejores y más grandes maestros. La vida es como un espejo: sonríele y te sonreirá, ponle mala cara y te resultará siniestro. Debemos ser espejos a través de los cuales se refleje el mundo sin empañarse. Sólo entre los boxeadores se hace realidad la máxima de que es mejor dar que recibir. Nuestra historia personal no ha sido escrita por la punta del lápiz sino por su borrador. No nos molestan las cosas, sino los puntos de vista que tenemos acerca de ellas. Tu confianza en ti mismo permite que conduzcas tus sueños a su feliz realización. A veces la realidad de los sueños es más potente que la veracidad de los hechos. Errar es humano sobre todo cuando somos nosotros los que cometemos el error. Tu futuro depende de tus sueños, así que no pierdas el tiempo: ¡vete a dormir¡ La mitad de la alegría reside en hablar de ella, nos enseña un proverbio persa. Envidiamos al barquero porque puede pasar continuamente de una orilla a otra. El valor del dinero depende del ojo que lo percibe y de la mano que lo gasta. Para hallar la verdad debes comenzar por dudar de tus propias evidencias.

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No es el lujo ni la comodidad lo que nos hace felices… es el entusiasmo. Ciertas personas son como los alfileres: su peligro no está en la cabeza. El conocimiento es la única riqueza de la que nadie puede despojarnos. Cuando uno se niega a mostrarse tal como es, no vive jamás su verdad. En la casa de la felicidad la habitación más grande es la sala de espera. El secreto para triunfar tiene cuatro palabras: nunca darse por vencido. Reza el proverbio hindú: Por negra que sea la nube, la lluvia es blanca. “No se lo digas a nadie”, esto significa que muy pronto todos lo sabrán. La vida está hecha de sentimientos y de instinto más que de normas. Lo importante es encontrar la palabra clave: “el chivo explicatorio”. Contrario a lo que se cree, sólo hay que temerle a las ideas viejas. La educación del deseo es una importante asignatura de la vida. Si no crees en la bondad de tus días, prueba a perderte uno. No comprendemos la realidad porque ésta nos desborda. Si el león hubiera sido sumiso, ya se hubiese extinguido. El humor sirve para amortiguar la dureza de los hechos. ¿Quieres tener la razón o quieres ser feliz? No somos más de lo que sabemos.


PROPÓSITOS

Ampliar el horizonte de sentido cognoscitivo y vivencial, haciendo que nuestra práctica educativa sea más humana, participativa y solidaria, permitiendo con esto, que no sólo se interprete nuestra compleja realidad sino que se transforme aplicando criterios y acciones de verdad. Establecer y mantener un encuentro dialógico entre nosotros y la realidad con el fin de potencializar sentimientos y actitudes que hagan posible una valoración de nuestras relaciones con el cosmos, las personas, los seres vivientes y las cosas. Fomentar y fortalecer actitudes, aptitudes, actividades y hechos que conduzcan a la entronización de la cultura del liderazgo situacional que se reconozca en el conflicto pero que, a su vez, lo trascienda mejorando nuestra capacidad de autogestión, concertación y negociación. Implementar tareas, acciones, estrategias y programas que permitan hacer realidad en una práctica concreta, nuestro cuadro axiológico a través del cual podamos visualizar fines, principios y valores que forman parte de nuestro programa de vida. Propender por un cambio personal y comunitario a través de propuestas valóricas y de vida que favorezcan el crecimiento individual y colectivo y contribuyan de alguna forma en la transformación de nuestra sociedad. Redescubrir nuestras potencialidades como seres humanos desde la pluridimensionalidad del ser, el sentir, el pensar y el actuar, lo que permitirá la construcción de un nuevo personal y organizacional. Asumir compromisos reivindicativos, redefinidores y asuntivos que propugnen por la búsqueda de una identidad ética y cultural donde se promuevan valores formativos, participativos e integradores. Promover y favorecer el conocimiento y la comprensión de procesos y factores de comunicación que se hacen presentes en nuestras dinámicas interactivas cotidianas. XXVII


Coadyuvar en la construcción de programas de salud mental y espiritual preventivas basados en el diálogo, el respeto, la tolerancia, el servicio y la convivencialidad. Caracterizar de una manera connotativa nuestro quehacer cotidiano con el fin de empoderarnos a través de procesos de afirmación y desarrollo personal y social.

cuadro axiolÓgico, emocional y vivencial

Toma de decisiones, comunicación funcional, capacidad de liderazgo, asertividad, proactividad, ecoeficiencia, sinergia, receptividad, actitud de cambio, resiliencia, capacidad de sanación, filosofía del perdón, vivencialidad comunitaria, manejo de la incertidumbre, de la angustia, el desarraigo y el dolor, empoderamiento, autorregulación, automotivación, visualización creativa, prospectiva.


SEMBLANZA el milagro de alabama La urna funeraria fue llevada a la capilla de St Joseph de Arimathea en la Catedral de Washington D.C. ese día de junio de 1968 al lado donde están los restos de su inseparable amiga: Anne. Allí hay una placa de bronce con una inscripción en Braille: “Helen Keller y su incansable compañera Anne Sullivan Macy están enterradas en la columna detrás de la capilla”. Fue de esta forma cómo se rubricó el más bello testimonio de amistad entre dos mujeres, precedido por la sorprendente etopeya pedagógica jamás vivida y el compromiso político y social memorable, asumido por una sordo ciega en favor de sus hermanos vulnerables, víctimas de una sociedad discapacitada moralmente para aceptarlos y minusválida desde el punto de vista axiológico para comprenderlos. Helen tenía 24 años en 1904 cuando se graduó “cum laude” en la Universidad donde su amiga, le prestó sus ojos hasta casi perderlos para avizorar el complejo viaje curricular traduciendo cada señal del trayecto académico a través del mágico abecedario de sus manos. Su fuerza de voluntad enjugó la pócima amiga y tierna de su entrañable compañera, para conjurar su mudez espectral que lógicamente la sumía en un mundo tenebrosamente silencioso, convirtiéndola luego, a través del sortilegio de la lengua señante, en una oradora mundialmente famosa al servicio de los discapacitados sensoriales del mundo. Fue así cómo se fundó la Organización Internacional que lleva su nombre para la prevención de la ceguera y su mensaje de esperanza y sanación, difundido a través de sus viajes, en compañía de su maestra y amiga por más de 40 países. Además de su compromiso con el mundo de la excepcionalidad, Hellen optó por la causa de los trabajadores al hacerse militante del Partido Socialista en 1909: “He visitado talleres y fábricas donde se explota al obrero, lugares apestosos que no podía ver pero sí oler”. Los que elogiaron su valor e inteligencia, ahora lanzaban invectivas contra una dama propensa a “los errores que surgieron producto de las manifiestas limitaciones de su desarrollo”, como lo anotaba aquel editor de marras. La respuesta filípica y memorativa no se hizo esperar: “En ese tiempo sus cumplidos eran tan generosos que me sonrojo al recordarlos. Pero ahora XXIX


que apoyo al Socialismo, me recuerda a mí y al público que soy ciega y sorda y especialmente responsable de errar. Debo haberme empequeñecido en inteligencia desde que lo conocí... ¡Hombre ridículo! Socialmente sordo y ciego que defiende un sistema intolerable, un sistema que es la causa de gran parte de la ceguera y sordera que nosotros tratamos de prevenir”. Se hicieron famosos sus panegíricos anarco-sindicalistas a través de los cuales atacaba “el egoísmo y la avaricia de los patrones” y “la pobreza que lleva a una vida de vergüenza que termina en la ceguera” (“Por qué me convertí en una Trabajadora Industrial del Mundo”). Aquellas alocuciones registraron su militancia en la IWW, por los años veinte, cuando también nuestra María Cano arengaba a la clase trabajadora colombiana con sus proclamas revolucionarias. Sus simpatías con La Revolución Rusa de 1917 y el hecho de haber sido una de las fundadoras de la “Unión Americana de Libertades Civiles”, hicieron a la invidente “altamente sospechosa” ante los ojos del FBI. Aún así, políticos de toda laya: los reyes de Inglaterra y jefes de Estado tales como Grover Cleveland y John F. Kennedy, no dejaron de rendirle pleitesía. En 1964 el Presidente Lyndon B. Johnson la galardonó con la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor honor estadounidense concedido a un ciudadano. Un año más tarde, era ungida en el Hall de la Fama, en la Feria Mundial de Nueva York. A través de sus dedos pudo conocer la voz de Enrico Caruso; Fedor Chaliapin le cantó la “canción de los bateros del Volga”; Jascha Herfels tocó para ella piezas en violín, colocando el instrumento musical sobre su rostro; con Chaplin compartió su lúdica política y con Mark Twain sus finas ironías. Su historia personal anterior a 1904 ya es conocida por todos: su nacimiento feliz en un pueblo de Alabama en 1880; la epidemia de rubeola que la aparta del mundo a los 19 meses de nacida y la encierra en la oscura prisión de lo inefable; la soledad, la incomprensión familiar, la depresión y la angustia agresiva que la acompañarán durante su niñez como respuesta al mundo oprobioso y excluyente de aquella escrupulosa e hipócrita sociedad que la consideraba “un monstruo”; la ayuda brindada por el inventor Alexander Graham Bell que impulsó el método de Louis Braille a través del cual Hellen aprendió a leer francés, alemán, griego, y latín; el providencial encuentro con Anne Sullivan en 1887 y las bellas metáforas que acompañarán a las dos amigas y hermanas en el servicio durante 49 años: el descubrimiento de la palabra “agua”, la fragancia de la madreselva que siempre perfumó aquella soledad compartida y la magia vibratoria y prestidigitadora del método Kadoma en las manos de XXX


su inseparable compañera. Luego vendría la llegada al Instituto Perkins para sordos (1888) y a la Escuela Wright Humason para ciegos de Nueva York (1894); el escandaloso ingreso a la escuela de señoritas de Cambridge (1896) y su matrícula como estudiante regular en la Universidad de Radcliffe en 1900. El 28 de junio de 1904 los periódicos registraban una noticia que sorprendía a todos: la Universidad de Radcliffe incluía por primera vez a una sordociega en su exigente mosaico de graduación. Faltó incluir en esta apretada semblanza, sus 11 obras (“La historia de mi vida”), una obra de teatro (“La trabajadora milagrosa”) y una película que obtuvo dos Óscares de la Academia. En una de sus alocuciones se escuchó su voz amenazante y exhortativa: “La noche de la ignorancia y de la insensibilidad es la única ‘tiniebla’ impenetrable… La gente tiene que aprender que un ciego no es un genio pero tampoco es un idiota. Tiene una mente que puede ser educada, y una mano que puede ser entrenada, tiene ambiciones y sueños que pueden ser realizados…”.

vivero

“Cuando se cierra una puerta a la felicidad, se abre otra; pero a menudo nos quedamos tanto tiempo mirando la puerta cerrada que no vemos la que se nos ha abierto… Ningún pesimista descubrió jamás los secretos de las estrellas, ni navegó hasta una tierra ignota, ni abrió nuevos horizontes para el espíritu humano… Mantén tu rostro hacia la luz del sol y no verás sombra alguna… La vida es una arriesgada aventura o no es nada. No volver la espalda al cambio y conducirnos como espíritus libres en presencia del destino es una fortaleza imbatible”. Hellen Keller. XXXI


los dÍas de la semana El día "domingo" proviene del latín “domínicus, díes Dómini”, “domingo, día del Señor (Dios)”. En la antigua Roma en latín se llamaba “díes solis” o “día del Sol”. El lunes es el segundo día de la semana en el calendario gregoriano. El día "lunes" proviene del latín Lunae díes, o “día de la Luna”. El día "martes" proviene del latín “Martis díes”, o “día de Marte”. El día "miércoles" proviene del latín Mercurii díes, o “día de Mercurio”. Mercurio era el Dios del comercio y de los viajeros, por eso sus templos se edificaban a la entrada de los pueblos. El día "jueves" proviene del latín Jovis díes, o “día de Júpiter”. El día "viernes" proviene del latín Veneris díes, o “día de Venus”, la diosa de la belleza y el amor en la mitología romana. En la mitología nórdica se llama Freyja. El día "sábado" proviene del latín “sábbatum”, y a su vez del hebreo “shabbat”, que significa descanso. Para los judíos, adventistas, sabatistas y algunas congregaciones cristianas, el sábado es el séptimo día dado por Dios a los Hombres para su descanso. Literalmente, la palabra significa 'cesar' o “parar”. Según el Génesis 2, 2 refiriéndose al Dios Yahvé: "Y cesó el séptimo día de todo el trabajo que había hecho", en hebreo “vaYshbot baYom haShevi'i, ‫”יעיבשה םויב תובשיו‬. El domingo es el primer día de la semana en el calendario gregoriano. Históricamente el domingo fue declarado día del Señor o día de reposo el 7 de marzo del año 321 D.C. por el emperador romano Constantino. Al inicio, esta ley era sólo de carácter civil, y no desplazaba al sábado, sino que se adoraba a Dios en ambos días, siendo prominente el sábado. Luego fue dictada la segunda ley del Canon (ley eclesiástica) 28 del Tercer Concilio de Orleans, Francia, en el año 538 D. C.

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ILUSTRACIÓN


Regreso más a menudo a mi bosque encantado y confío en la magia que hay en la frondosidad de mis palabras y mis actuaciones. Acojo y utilizo todo el poder que hay en mis exuberantes dones. La naturaleza se demora en cambiar la forma de las cosas aunque su esencia permanece allí. Me doy tiempo para encontrar la calma después de haber hallado mi lugar sagrado. Los viejos árboles me están esperando. Me abro a la magia de la vida. Ella ha estado esperando que yo le llame. Me abro a ese mundo natural que es una fuente inagotable de apoyo y energía. Me rodeo de sus fragancias y de su exuberancia y disfruto del banquete que hoy me ofrece… Dejo que ella me ayude a sanar.


A

dominicus dies

(dÍa domingo)

“El domingo es como una pieza de brocado dorado extendida sobre la pila de sábanas blancas que constituyen los demás días de la semana”. Yoshiko Uchida, escritor estadounidense de ascendencia japonesa. “Millones de personas que anhelan la inmortalidad no saben qué hacer consigo mismas una tarde lluviosa de domingo”. Susan Ertz, escritora británica. Lejos de la visión pesimista de Giacomo Leopardi (“Hastío y sufrimiento trae el domingo, en que el deber penoso del mañana atormenta el pensamiento”) y ajenos a la pregunta aquella de “¿Cómo observan el descanso dominical los que no trabajan durante la semana?”, hemos querido entablar un triálogo interactivo con nuestros lectores a través de las palabras, los sentidos y las letras, traductoras del pensamiento de algunos personajes que desfilarán intemporalmente por estas páginas, hermeneutas del sueño y la vivencia y muy afectos a nuestras percepciones sobre el aquí, el ahora y el después; frases que recogen abismales y sinuosas percepciones alusivas a los oficios, los seres, las cosas y los días; joyas de sabiduría que engastan el monótono relieve de las horas y le confieren cordura, belleza y mágico encanto al humilde, acrimonioso y demencial cortejo de silencios, absurdos y quimeras.

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FABULARIO el abeto

Un cuervo se posa en la cima de un abeto. Lanza a su alrededor una mirada soberbia y un graznido de victoria. Este fantasma llamativo cree que el abeto se lo debe todo a él: su vida, su belleza, su perenne verdor, su fuerza en la lucha contra vientos y tempestades. La vanidad del cuerpo es asombrosa. Se las da de bienhechor de un pacífico abeto, mientras éste, sin inmutarse al parecer, ni siquiera advierte la presencia de su agresivo huésped. Absorto en sus pensamientos alarga hacia el cielo las extremidades de sus ramas. Tolera con calma al ruidoso intruso. Nada perturba su meditación, su dignidad, su serenidad. ¡Cuántas nubes, cuantas aves migratorias han pasado por encima de este impasible arbusto!

el zorro y el tigre Esta es una fábula de Lieh Tsé, un sabio que vivió en el siglo V A. C. Un tigre atrapó a un zorro y éste le dijo: “A mí no me puedes devorar. El emperador del cielo me ha designado rey de todas las bestias. Si me comes, desobedecerás sus órdenes. Si no me crees, ven conmigo. Pronto verás cómo huyen los otros animales al verme”. El tigre accedió a acompañarlo y en cuanto los otros animales los veían, escapaban presurosos. El tigre creyó que temían al zorro. No se dio cuenta de que huían de él.

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ANECDOTARIO el yom kipur o el dÍa del perdÓn

El día del perdón, en la tradición judía, es un día de ayuno y de meditación, pero, fundamentalmente, de examen de conciencia… Un día en el uno debe recapacitar sobre todo lo que ha hecho en el año que pasó. Ese día se celebra diez días después del año nuevo hebreo, los llamados “días terribles”, ya que se supone que en estos diez días, Dios tiene en cuenta todas nuestras acciones del año (las buenas y las malas), las cuales se comparan y se sopesan. Según las que pesen más: las acciones positivas o negativas, se decide si seremos inscritos o no en el Libro de la Vida. Por eso al finalizar el día del perdón, se saluda diciendo “Jatimá Tová” que significa: “que seas inscrito para el bien” o “que seas inscrito en el Libro de la Vida”.

el corista El joven figuraba entre los bajos de un grupo coral. Con su voz de segundo bajo, poco cultivada, no alcanzaba el do intermedio. Habló con el director y éste le indicó guardar silencio al llegar a esa nota en lugar de bajarse una octava. Y agregó: “Usted nos hará falta en los momentos más graves”. Ello lo hizo sentirse particularmente útil. Quizás el infundir seguridad a una persona dentro de un campo especial, sea un principio ético tan valioso como el precepto que aconseja tratar a los demás como deseamos vernos tratados.

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AXIOLOGÍA Y COTIDIANIDAD la esperanza “Tú sabes bien que en mí no muere la esperanza,/ que los años en mí no son hojas, son flores,/ que nunca soy pasado, sino siempre futuro”. Rafael Alberti (1902-1996). “Alucinados siempre por esa esperanza de ser felices algún día, es inevitable que no lo seamos nunca”. Blaise Pascal, (1623-1662), “Pensamientos”. “Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes”. Khalil Gibrán, filósofo libanés (1883-1931). “Cada nueva esperanza que sentimos nos hace ver de manera distinta el pasado”. Luis Rosales, poeta español (1910-1992). “Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua”. Antoine de Saint Axupéry, escritor y aviador francés (1900-1944). “La esperanza es la más grande victoria del hombre sobre su alma”. Georges Bernanos, escritor francés (1888-1948). “De las nubes negras cae agua limpia y fecundante”. Miguel de Unamuno, escritor español (1864-1936). “La esperanza es un espejo colgado en el futuro”. Max Jiménez, poeta costarricense (1900-1947). “La esperanza es el sueño del hombre despierto”. Aristóteles, filósofo griego (384-322 A. C.).

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1ª hora. meditaciÓn matinal

Los sabios orientales y los griegos coincidieron en afirmar que las personas pueden vivir en la felicidad o en la desdicha, en la maldad o en la bondad. La ignorancia lleva a la desdicha y a que se desencadenen las fuerzas de la maldad. La sabiduría puede producir felicidad y predispone a los seres para el ejercicio de la bondad. Elegimos la vida o la muerte todos los días: cada vez estamos más felices y más vivos o estamos más tensos, más desdichados y más muertos. La gente raramente se muere en un día: se la pasa muriendo todos los días a causa de una deficiente calidad de vida donde abunda la ignorancia que muchos la consideran el pecado básico, el pecado original. Ser sabio es una cualidad que va más allá de los conocimientos que se puedan alcanzar a través de la memoria. Ser sabio es también vivir tranquilo, disfrutar de ese patrimonio vivencial, experencial y axiológico que cada uno de nosotros posee y recalar exitosamente en los propósitos de crecimiento y superación personal que nos hemos forjado. La madurez debe ser considerada como un acontecimiento en la vida personal, social y familiar, una alternativa de vida llena de esperanza y felicidad, un escenario lleno de actuaciones y posibilidades donde se teje la compleja trama de la existencia, se disfrutan y se enfrentan las contingencias cotidianas desde una firme y serena postura que brinda la sabiduría y la experiencia.

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E L

S E N D E R O

D E

L A S

H O R A S

minuto sesenta y uno Sin esperanza, el temor y la duda me paraliza y me impide decidir con claridad y actuar con determinación. Desde la comprensión, la aceptación y la disposición a cambiar, alivio el dolor y mantengo viva la esperanza. Reviso mis creencias ya que hay algunas que me llevan a desesperar. Si quiero potenciar aún más mi esperanza, tendré que descubrir y emplear mis recursos internos. Aprendo de la crítica y de los fracasos y vivo la vida como una oportunidad constante de crecimiento personal y de aprendizaje. Agradezco y descubro el beneficio que hay detrás de todo lo que me pasa. Me regalo momentos de silencio, así podré conectarme con mis sentimientos y emociones. Pase lo que pase, mantengo la lámpara de la esperanza siempre encendida. Espero lo mejor posible para mi vida porque yo sé que es el paso fundamental para que lo bueno suceda. Yo puedo. Lo conseguiré. El cambio se hará realidad. Los pensamientos que tengo, buenos o malos, producen la mayoría de los resultados que yo quiero y espero. Soy prisionero de mis pensamientos negativos hasta que los reconozco, los acepto y los perdono. La construcción o destrucción de las estructuras mentales sobre las que he construido mi edificio de vivencias, actitudes y valores, constituyen la ciencia de mi vida.

itinerario: Hacer aflorar la naturaleza instintiva significa estar

en el propio cuerpo con certeza y orgullo. El instinto se está adormeciendo a causa del estilo de vida de nuestra sociedad actual. Pero ese poder puede resurgir si nos atrevemos a redescubrir nuestras emociones que son la sumatoria de instintos, percepciones e intuiciones cuyos hijos son la creatividad, el amor, la fuerza, la autoconfianza y el patriarca mayor, la sabiduría. Es la hora de mostrar esa noble osadía.


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