Desentonando el Himno de Bogotá. Historia y crítica de un símbolo (1974-2010)

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Definiendo la historia desde una perspectiva de la subalternidad

una lógica del “estatismo”, lógica claramente eurocéntrica que ha posicionado al Estado-nación moderno como protagonista de la historia, desplazando a los sectores subalternos, y ha enseñado a los historiadores a pensar con herramientas teóricas provenientes, por lo general, de Europa. A pesar de lo poderoso de este proceso de domesticación, captura e invisibilización, la historia/memoria subalterna no está condenada al olvido de una vez y para siempre. En este primer capítulo hemos seguido un largo camino de argumentación, se ha justificado que la historia debe entenderse como una forma de representación, solo para llegar a este punto: si la historia es representación, entonces está sujeta a la transformación. Las historias hegemónicas pueden ser resignificadas, desplazadas, por las versiones contradictorias que pueden llegar a proporcionar las historias/ memorias subalternas. No es gratuito que el libro editado por Gnecco y Zambrano se titule Memorias hegemónicas, memorias disidentes: el término disidentes pone el énfasis en la posibilidad de lucha y desplazamiento de sentido que tienen estas memorias subalternas. Al igual que la cultura, la historia es un campo de batalla, un lugar de lucha por las significaciones y la generación de representaciones alternativas. Como asegura Gnecco, la historia es un campo político de lucha que está profundamente atravesado por relaciones de poder porque “su locus no es el pasado sino el presente y el futuro”.80 El objeto de la historia no es el pasado, sino el pasado en relación con el presente y con el futuro.81 Por lo tanto, diferentes personas, diferentes colectivos, diferentes sectores sociales se desmarcan de la historia hegemónica que pretende abarcarlo todo y construyen día a día sus identidades a partir de visiones y formas de asumir la historia alternativas. Así, desde los sectores hegemónicos, se construyen versiones del pasado coherentes para la legitimación y perpetuar su dominación y sus proyectos; a su vez las fuerzas políticas y sociales que se les oponen, que les disputan el poder o buscan generar otras alternativas, también procuran producir lecturas del pasado acordes con sus luchas, proyectos y utopías.82 (Torres, 2003: 198) 80

Cristóbal Gnecco y Marta Zambrano, Memorias hegemónicas, 172.

81

En esta dirección es que Reinhart Kosseleck propone su semántica de los tiempos históricos (1993).

82

Alfonso Torres, “Pasados hegemónicos, memorias colectivas e historias subalternas” en Catherine Walsh, (edit.), Estudios Culturales Latinoamericanos (Quito:, Universidad Andina Simón Bolívar-Abya-yala, 2003), 197-214.

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