en un ayer lejano […]. El periódico es una costumbre de la inteligencia y también de la mirada» (2008, pp. 13-14). En el «Epílogo» relata cómo el artículo ha sido para él una escuela de escritura: «Sólo cuando a los veintiséis años me vi sometido por primera vez a la disciplina de un periódico empecé de verdad a aprender algo sobre el oficio de la literatura, sobre la mezcla de perseverancia y atención que requiere» (p. 324). El ejercicio de ese oficio de escribir, cuando se desarrolla bajo las pautas de líneas o palabras contadas, espacio fijo en el periódico y espacio temporal marco, hace que «día a día, semana a semana, sin darse mucha cuenta, uno va escribiendo un libro que no tiene borradores ni forma precisa, cuyo principio queda fácilmente atrás con un final que se pierde en la niebla cerrada del más inmediato porvenir […]. Ese libro invisible, casi involuntario, del que escribe artículos, tiene sin embargo un crecimiento metódico, lo mismo en el espacio que en el tiempo, la extensión en líneas o el número de palabras postuladas, el metrónomo diario o semanal de los plazos de entrega» (p. 324). Como hemos visto, los artículos no son una práctica menor en la obra de Muñoz Molina, sino una veta principal de su creación. La publicación en periódicos recorre toda su trayectoria y, a lo largo de estos años, la imagen pública de este autor se ha ido construyendo no solamente a partir de sus novelas, sino también de su frecuente presencia en la prensa como escritor de artículos literarios. Su obra como articulista ha ido evolucionando en el mismo sentido que la obra de ficción, hasta el punto de que sus artículos son, en ocasiones, campo de experimentación y prueba de novelas y cuentos posteriores. Entre los artículos que publicó en Granada a principios de los años ochenta, cuando aún no era un escritor conocido, y los que componen La vida por delante, publicados en El País a finales de los noventa, hay una notable diferencia, debida en parte al reconocimiento literario que Muñoz Molina tiene en uno y otro momento, pero determinada también por los diferentes tiempos y lugares en los que aparecen los artículos granadinos y los publicados en Madrid. En un género marcado, como hemos repetido, por el aquí y el ahora, no puede ser lo mismo escribir en la Granada de principios de los ochenta (una pequeña ciudad de provincias en los años de la transición) que en el Madrid de fin de siglo. Lo que se mantiene intacto es la fascinación por este género de escritura: 59
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS