Ya en El Quijote lanza algunas reflexiones sobre el teatro y en una comedia titulada El rufián dichoso, dos de sus personajes hablan de las novedades que incluye el propio autor para acercarse al gran público. Tal vez tomaba conciencia de que sus obras teatrales eran excesivamente “experimentales” (ya sé que nunca se conceptuaría así en la época) en aquellos tiempos de creación dramatúrgica tan vinculadas a las formas que Lope expresaba en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo. Como se ha estudiado en muchas ocasiones (por ejemplo, el excelente trabajo de Ana Roig Hernández de la Universidad de Valencia), son muchas las alusiones que Cervantes hace sobre el teatro de su época a lo largo de las páginas de El Quijote. Es curiosa una, entre muchas, de sus reflexiones: “Y no tienen culpa desto los poetas que las componen, porque algunos de ellos que conocen muy bien lo que yerran, y saben extremadamente lo que deben hacer, pero como las comedias se han hecho mercadería vendible; y así el poeta procura acomodarse con lo que el representante que le ha de pagar su obra le pide. Y que esto sea verdad véase por muchas e infinitas comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio de estos reinos, con tanta gala, tanto donaire, con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graves sentencias y, finalmente, tan llenas de elocución y alteza de estilo, que tiene el mundo lleno de su fama; y por querer acomodarse al gusto de los representantes, no han llegado todas, como han llegado algunas, al punto de la perfección que requieren”. Leyendo hoy estas palabras de Cervantes no nos puede dejar de impactar que el autor está poniendo el eje del debate en un tema de tanto calado como es el del “teatro como mercancía” versus “el teatro como bien cultural” O esta otra, muy curiosa, sobre la concepción de los tiempos y espacios en una obra teatral, que hoy sin embargo nos parecía extraña desde las teorías de la deconstrucción y las vanguardias históricas, pero que para su tiempo podría tener todo el sentido: “¿Qué diré, pues de la observancia que guardan en los tiempos en que pueden suceder o podían suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que en la primera jornada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en África, y aún, si fuera de cuatro jornadas, la cuarta acabará en América, y así, se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo?” Cervantes es, sin duda, un ser contradictorio en cuanto al teatro se refiere. Por una parte, conservador y, por otra renovador incomprendido. Lo que es cierto es que a los autores hay que analizarlos en el contexto histórico y social de su tiempo e intentar equiparar el mundo del Barroco con las renovaciones escénicas del siglo XXI me parece un tanto arriesgado. Lo importante del proyecto del encargo de la reescritura escénica, a partir de las Novelas ejemplares de Cervantes, no es solo hacer un homenaje a tan gran autor, sino hacer de su material un disparador de propuestas capaces de interesar y seducir a un espectador de hoy. Dejemos las cuestiones eruditas para congresos y seminarios. Aprovechando la invitación para realizar estas reflexiones sobre los materiales que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo, por los diferentes dramaturgos elegidos, debo señalar como se ha creado una cartografía muy interesante dada la importancia de la diversidad de estilos, estrategias de escrituras y procedimientos formales que cada una y cada uno de ellos han seguido para llegar a su resultado textual. 13