una salida, mientras que Montse Clavé apela a la denuncia clara, sin paliativos, de la doble jornada laboral a la que están abocadas las mujeres. En la misma línea, Laura Pérez Vernetti da forma a un poema, mientras Olga Carmona se decide por un abrazo; ambas imágenes dejan expuesto lo que muchos entienden por familia, sus sacrificios y sus compensaciones. El baile, la lucha social y de clase tienen su reflejo en el diálogo entre las viñetas firmadas por Lola Anglada y Laura y Carmen Pacheco; una danza que también ponen en práctica, desde el humor y la ironía, Isabel Bas Amat y Raquel Gu, y que concluye, aunque parezca complicado, con final feliz. Es decir, en tablas. Del kiosko a la librería; de la librería a internet.- No podemos obviar que asistimos a un momento, cuanto menos, interesante, de cuestionamiento de estructuras económicas y sociales, instituciones públicas e industrias culturales. Es decir, lo que sucede en el ámbito del cómic es equiparable a lo que ocurre en otros aspectos de la esfera social. Por otra parte, hay que tener en consideración que el cómic ha pasado, a lo largo del tiempo, de representar una cultura de calle, popular, exitosa, donde niños y niñas se asomaban al kiosko y tenían a su alcance cuadernillos y tebeos que configuraban sus visiones del mundo, su educación emocional, a la coyuntura presente de acudir a la librería a por novelas gráficas, leer webzines en Internet, o esperar a la feria de fanzines y autoediciones correspondiente para poder adquirir una forma de entretenimiento cada vez más atomizada, y con casos puntuales de popularidad. En este contexto, las dibujantes de tebeos e historietistas de cómic han pasado a ser autoras de comix underground, novela gráfica, fanzine; también, de manga y cómic de superhéroes. Sin dejar de lado las revistas de tendencias y las agencias de publicidad, partícipes del signo creativo de los tiempos. Un medio de tanto impacto como lo fue el tebeo a mediados del siglo XX, ha tenido que debatir, y debate, en este siglo XXI con el cine, la televisión, el arte contemporáneo y, de una manera capital, con las dinámicas colectivas propiciadas por las redes sociales. En cómo ha revolucionado Internet el presente, en cómo ha influido e influye en la manera de leer, adaptar, consumir influencias y producir nuevos sentidos está la clave del futuro del cómic, y de la cultura. Nuevos sentidos que beben de la herencia propia, el manga y el anime, el cómic mainstream, la autoría independiente, y la querencia por la Bande Dessinée. Pero también de la publicidad, el diseño, los memes y el movimiento ‘Hazlo tú mismo’ (Do it yourself). El diálogo entre autoras parte en este apartado de una reflexión sobre los públicos, y las posibilidades de producción y consumo (prosumo) del propio cómic en tiempos de Internet. De la aspiración por atraer lectoras a este medio; mujeres que, a su vez, se sientan inspiradas para contar sus propias historias, para proyectar sus propias ficciones a través del cómic y el fanzine. En las conversaciones propuestas, las protagonistas de los tebeos de Carme Barbará y las heroínas de los manga de Studio Kôsen se miran desde el marco para sobrevivir a sí mismas, y al éxito. Algo parecido a lo que puede apreciarse entre las chicas de los tebeos de Gemma Sales y el asomarse a mirar el cielo de los personajes de Sandra Uve. La sororidad desde el cómic popular la trae Trini Tinturé, mientras que Clara Soriano apela a esta misma hermandad desde el fanzine.
POR UNA HERMANDAD DE AUTORAS DE CÓMIC
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