lea al lector a entablar una relación con la cotidianeidad íntima que transcurra en términos estéticos y se abandona al limitado alcance subversivo del instante, en el que «se entrevé la posibilidad de otro tiempo». Ya, al sentar las bases de la Dialéctica de la Ilustración, Adorno y Horkheimer incidieron en la necesidad de someter a revisión y actualizar el proyecto ilustrado, tomando en cuenta las particularidades de la realidad presente. Félix Duque hace frente a esta misma necesidad y atribuye su urgencia a la identidad imposible sobre la que se sostenían las aspiraciones de dicho proyecto, construido en función de un ideal humano tan sobredimensionado que la dificultad para alcanzarlo, prolongada a lo largo de siglos, habría acabado deviniendo en frustración. Ilya Prigogine e Isabelle Stengers cuentan cómo «Freud
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS
hablaba del drama que han causado a la “megalomanía” humana tres descubrimientos de la ciencia: la tierra despojada de su estatus de centro del universo para convertirse en un planeta insignificante; el hombre despojado de su estatus de rey de la creación para convertirse en un animal como tantos otros, primo de los monos primates y, por fin, el yo, despojado de su estatus soberano por la teoría del inconsciente». A primera vista, de este retrato se desprende una imagen disminuida del ser humano que puede antojarse nefasta; no es más que una cuestión de perspectiva: asumir la dimensión de nuestros límites y capacidades también es susceptible de interpretarse como un hecho liberador y, sobre todo, nos proporciona un valioso punto de partida a partir del cual reflexionar y actuar.
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