Cuadernos Hispanoamericanos. Crónica

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decir cuánto tiempo habrá que aguardar. En tanto, los negocios cierran, la gente sufre, algunos mueren. En este periodo no he visto a un solo político tener la epifanía, o simplemente la decencia intelectual, de darse cuenta de que hay que hacer las cosas de otra manera; que la salvación no llega en barcos o aviones, que la política y la economía no deben ser objetos de importación y compraventa. El Centro de Estudios Puertorriqueños de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) estima que trescientos mil puertorriqueños han llegado, luego de María, solamente al estado de Florida. Esa cifra duplica el éxodo cubano del Mariel. Esa sangría de población fluye de las heridas abiertas de la espera. En las últimas dos o tres semanas, el gobernador y sus portavoces, los analistas y comentaristas de la radio e incluso los ciudadanos, hablan con otro tono. La urgencia se ha debilitado hasta casi desaparecer. El cansancio de muchas semanas obra sobre cuerpos y mentes, induce a la complacencia, reduce a la indiferencia. El limbo se institucionaliza y se reconoce como un estado familiar. Las tinieblas del reino de la espera descienden sobre el país a plena luz del día. Nos queda nuestra extensa colección de mínimos y entre éstos también están esos contratos a amigos de toda la vida y a empresas casi fantasmales, que son también formas de pervivir en el achicamiento. Como los sangermeños de 1692, luego de cuatro años, ya no se espera nada. Cada día son menos los que escrutan el horizonte. Han transcurrido las diez décadas del siglo anterior y pronto terminarán las primeras dos del presente. Hemos sido obstinada y estúpidamente pacientes. Los pobres de hoy equivalen a los de 1980 y 1960, y no tienen electricidad como los de la década de 1930. El reino de la espera nos despoja de la memoria. ¿Quién recuerda hoy que tan sólo hace unos meses, en este mismo 2017, el gobernador nos aseguró que en cinco años arribaba el barco de la estadidad? Todavía no ha podido lograr que lleguen y se instalen toldos de plástico sobre los techos desaparecidos de las casas, se abran las escuelas, corra el Tren Urbano, llegue la electricidad a dos terceras partes de la población. El reino de la espera es un tiempo necio que invierte las décadas y hace que 1980 se ubique en 2017 o 1930, en 2025; que el general Miles de la invasión militar estadounidense de 1898 sea miembro del actual proconsulado de la Junta de Control Fiscal, CUADERNOS HISPANOAMERICANOS

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