NOTAS escriben de lo que han oído a testigos, por lo que no es de extrañar que sus versiones sean a veces contradictorias. Fechada «a 16 de diciembre de 1575», Góngora de Marmolejo empieza su historia en 1572 (Esteve Barba XXXI). Para Thayer Ojeda la crónica de Mariño no es de confiar, expresando serias reservas (Esteve Barba XXXVI).
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A Inés se la llama comúnmente Inés de Suárez en Chile, aunque se ha observado que su nombre debiera ser Inés Suárez, ya que no era de origen hidalgo. El cronista Mariño de Lobera la llama doña Inés Juárez (250, 264, 265, 268) y luego doña Inés Suárez (449 y 515). Siguiendo el modo de nombrarla en Chile, usaré la forma con «de» para referirme a la figura histórica y sin la preposición para el personaje representado en las novelas donde se la llama Inés Suárez. En cuanto a Pedro de Valdivia, no se sabe con precisión quiénes fueron sus padres ni su lugar de nacimiento en Extremadura, en el año 1497 (Esteve Barba XXV), pero se menciona San Juan de Castuera como lugar de procedencia de la familia (Eyzaguirre 18). En 1534 se embarca para Las Indias (Esteve Barba XXV). En Ay mama Inés, Jorge Guzmán comenta con un tono burlón los antecedentes familiares que se le han atribuido a Inés de Suárez y Pedro de Valdivia (10-11).
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Isabel Allende menciona en su libro que leyó la novela de Guzmán, pero dice que no encontró otras. Por ello sabemos que no tuvo acceso a la opinión de Stella Burke May, quien lamenta que después de 400 años no se conozca esta figura, opinión que coincide con la suya.
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La novela de Josefina Cruz de Caprile (1904-1993), se titula La Condoresa en ediciones argentinas, pero la edición que he usado, publicada en Santiago de Chile lleva el nombre de la protagonista delante del apodo que le da la autora, Inés Suárez, La Condoresa (Editorial Orbe, 1974). En la película La Araucana (1971, Italia), dirigida por Julio Coll, Elsa Martinelli hace el papel de Inés de Suárez.
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La proyectada línea 6 del Metro de Santiago incluirá la estación Inés de Suárez, anunciada para 2017, en la intersección de las Avenidas Pedro de Valdivia y Francisco Bilbao.
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Para un estudio detallado de la representación literaria de Inés de Suárez desde la perspectiva de la historiografía, ver Karr-Cornejo (51-67).
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A la fuente se la bautizó como «jagüey de doña Inés» (Mariño de Lobera 250).
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A lo largo de su vida, Inés hace empanadas, ya desde España. Sobre las «empanadas» en la novela ver Karr-Cornejo 92-95.
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Además, Inés había sido debidamente recompensada por sus valerosas acciones (Maura 222).
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Isabel, hija mestiza de su marido Rodrigo de Quiroga, es quien termina de escribir lo que Inés dicta. Su nombre es otra coincidencia que se utiliza estratégicamente a lo largo del texto, pues Isabel es la oyente a quien su madrastra se dirige continuamente y quien acaba escribiendo su historia, como Isabel Allende escribe la historia de Inés Suárez. Maribel Molyneaux sugiere en su reseña de la novela que «in this passing of the pen, Allende provides a 400-year old link between a legendary Chilean woman writer and the contemporary woman writer that is Isabel Allende» (E4 B).
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La información que cita Navarro proviene del estudio de Peter Boyd-Bowman, Patterns of Spanish Emigration to the New World (1493-1580). Buffalo, N.Y., Special Studies Council on International Studies, 1973.
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La escritora colombiana se refiere al caso de Doña Marina Ortiz de Gaete (152-53), pero no menciona a Inés de Suárez.
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De las dos crónicas solo la de Mariño de Lobera menciona a Inés Suárez.
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Para un estudio detallado de cómo se menciona a Inés de Suárez en las crónicas y en la historiografía, ver Katherine Karr-Cornejo (38-51).
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BIBLIOGRAFÍA
Francisco Esteve Barba elogia el trabajo de Eyzaguirre, «[el] penetrante biógrafo de Valdivia, Jaime Eyzaguirre» (XXIX). En el prólogo a una reedición de 1986, Gabriel Guarda sostiene que a pesar de que se han seguido publicando libros sobre Valdivia y que la Crónica de Jerónimo de Bibar –publicada en 1966 y que se considera «el hallazgo histórico del siglo»– añade y enmienda alguna información de otras crónicas (Guarda 11), la lectura de Eyzaguirre, quien no revisó su libro sobre Valdivia, sigue vigente. Mario Orellana Rodríguez confirma esta opinión sobre la Crónica de Bibar y distingue entre los propósitos de unas y otras (57 y ss). La mencionada Crónica de Jerónimo de Bibar, recuperada a mediados del siglo XX, sigue muy de cerca las dos crónicas citadas. Su autor parece haber tenido acceso a las Cartas de Valdivia a través de su secretario, por lo que no hay grandes novedades en esta crónica que estuvo desaparecida y que se publicó en 1966 (Orellana, 11).
· Acosta de Samper, Soledad. «Las esposas de los conquistadores. Ensayo histórico». Boletín de la Academia de la Historia del Valle del Cauca. Cali, Junio 1957. XXV, 108: 141-154. · Allende, Isabel. Inés del alma mía. Una novela. Nueva York, Harper Collins, 2006. · Cruz, Josefina. Inés Suárez, la condoresa. 1968. Santiago, Editorial Orbe, 1974. · Guzmán, Jorge. Ay mama Inés (Crónica testimonial). 1993. Santiago de Chile, Fondo de Cultura Económica, 1997. · Esteve Barba, Francisco. Crónicas del Reino de Chile. Edición y estudio preliminar de Francisco Esteve Barba. Biblioteca de Autores Españoles. Tomo 131. Madrid, Atlas, 1960. · Eyzaguirre, Jaime. Ventura de Pedro de Valdivia. 1942. Prefacio de Gabriel Guarda. Santiago, Editorial Universitaria, 1986.
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Hay que tener en cuenta que ninguno de los cronistas mencionados formó parte del grupo que viajó con Valdivia desde el Perú. Los dos principales cronistas que han servido de fuente para la historia de Chile en el siglo XVI
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS
· Karr-Cornejo, Katherine. «Our Nation, Ourselves. Constructions of Subjectivity in Chilean Historical Fiction of the
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