Cuadernos Hispanoamericanos 772 (Octubre 2014)

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21. En Susana y los viejos hay otro elemento que deberíamos destacar si pretendemos llevar a cabo un análisis de la visión de y sobre las mujeres en mis libros. Es el problema del punto de vista. El pasaje de Susana y los viejos está extraído de la Biblia: la bella Susana se baña mientras tres ancianos la observan con deseo. Los viejos deciden chantajearla: si Susana no accede a sus requerimientos eróticos, la denunciarán por adúltera y, como tres testimonios valen más que uno, la condenarán y la lapidarán. El episodio es angustioso por su injusticia y por el desvalimiento terrible de una Susana que se salva de la muerte gracias a la intercesión de Daniel. Sin embargo, una anécdota tan sórdida sirvió de excusa sobre todo en el arte occidental de los siglos XVI y XVII para pintar cuerpos femeninos desnudos. El pretexto consistía en apelar a la autoridad bíblica para paliar una posible acusación de inmoralidad. Las representaciones de Susana y los viejos que se contemplan por casi todo el mundo son agradables, muelles, bellísimas, galantes, picaronas y sugestivas… Hermosos cuadros de Tiziano o de Guido Reni que podríamos tener colgados en el salón de nuestra casa. Sólo la pintora Artemisia Gentileschi, que fue violada por un amigo de su padre cuando era casi una niña, tiene una versión de Susana en escorzo, aterrorizada y asqueada por las pretensiones de tres viejos cuyos gestos son lascivos y desagradables. El punto de vista está marcado por la clase y por el género. En mi versión del pasaje bíblico le doy la vuelta a la tortilla y ya no es Susana el objeto de la mirada de los viejos: ahora es ella quien mira. La subversión del tópico establecido quiere ser revolucionaria. Transgresora. Yo creo que, en cierta medida, lo consigue. 22. Cada historia ha de buscar su propio lenguaje y mis historias, marcadas por la conciencia satisfecha o traumática, orgullosa o autocrítica, de ser una mujer, se caracterizan por un lenguaje donde se mezclan lo crudo y lo cocido, la naturaleza y la civilización, lo violento y lo tierno. Un lenguaje donde el cuerpo tiene un significado central y se nombra en función, no sólo del género, sino también de la clase. Así ocurre en este fragmento de Susana y los viejos (pág. 79), donde Pola es el personaje de clase alta y Clara el de clase baja: Pola no oye. Ya ha pegado un salto de la cama. Se lava los dientes. Usa el bidé. Mientras, en la cama, Max recupera la imagen de la axila tensa de Pola, del sobaco estirado de Clara. Pola tiene senos y Clara tetas, Pola tiene vientre, Clara tripa, Pola tiene rostro, Clara, cara, Pola tiene cabello, Clara, pelo, Pola tiene pubis, Clara, potra, Pola tiene vagina, labios menores y mayores, una enorme complejidad CUADERNOS HISPANOAMERICANOS

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