Por Madeline Cámara
María Zambrano y Gustavo Pittaluga: una SIZIGIA HABANERA
Hace años que sigo el rastro de esta relación. Desde que leí que ambos habían compartido en un atardecer en La Habana el rayo verde, esa dádiva que el astro Sol dispensa raramente. Pittaluga lo rememora en una de sus cartas a Zambrano; las suyas no están disponibles y solo podemos pensar que ella también lo guardó como un bello recuerdo. Ese y otros, porque la amistad que los unió por décadas se compone de sombras y luces, como los atardeceres. Expondré, entonces, mis pesquisas sobre el singular vínculo que atrajo a dos extranjeros que se convirtieron en inseparables para siempre en la capital habanera. Escribo acerca de un eminente epidemiólogo y una filósofa comprometida y trato de recuperarlos en sizigia. He marcado los hitos de mi narrativa sobre Zambrano y Pittaluga con subtítulos que crean una suerte de señales de los senderos que sigue el texto. Hablemos, entonces, de dos grandes intelectuales, en paridad en la obra, buscando entender el vínculo que contrajeron en la experiencia compartida del exilio. I. LA SYZYGUÍA
Lo escribo como lo escribía Zambrano en sus cartas a Agustín Andreu y como lo dejó anotado entre los inéditos que custodia la fundación que lleva su nombre. Ella retomaba el término de la nominación en latín, syzygia, pero lo escribía tal y como lo pronunciamos algunos. Este término esconde sus orígenes en la antigüedad porque proviene del griego συζυγία, donde significa unión. Siglos más tarde, hacia el ii de nuestra era, ya lo encontramos en manuscritos gnósticos, donde sizigia significa la unión del Logos y la Vida: Cristo y Sofía (la Sabiduría), pareja emanada 27
CUADERNOS HISPANOAMERICANOS