Revista Ensayos 03

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ENSAYOS

Ensayos Florencia Fiorentino Psicoanalista Integrante del Equipo de Hospital de Día de Niños "La Cigarra"

Un tratamiento sobre el ruido “…el camino de un análisis es el camino del síntoma, es decir, el recorrido en el cual el síntoma va transformándose por la operación del analista”. 1 Intentaré dar cuenta del recorrido de una experiencia clínica en el tratamiento de un niño con “patología grave”, en el que tuvo lugar la puesta al trabajo del ruido, entendido como la irrupción de un real que comanda el cuerpo del paciente dejándolo expulsado del espacio, sin rumbo frente a un goce desmedido. A partir de la puesta en función del tratamiento se produce en la transferencia, a mi entender, un doble movimiento: por un lado, la posibilidad de recortar dicho ruido por medio de su localización en distintos lugares y nominaciones, y por otro lado y en un segundo tiempo, el intento de introducirlo en una escena lúdica en la que algo del padecimiento corporal cede cada vez que eso se pone a jugar armando un marco para el advenimiento de la voz.

La consulta Gastón llega al Hospital con diagnóstico de retraso madurativo, motivo por el cual se encontraba cursando primer grado en una escuela de recuperación que pedía el cambio a una “especial” por reiterados trastornos en la conducta “decían que

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no toleraba estar ni con la maestra ni con el grupo, pegaba, gritaba y no respetaba consignas”. Un dato significativo es que G. le había comentado a su madre que no quería ir más a la escuela porque “la maestra le pegó un cachetada cuando no quiso hacer la tarea” y lo mismo dijo del padre y de su abuela paterna. En otra ocasión volviendo en tren de la casa del padre dijo “los de la cancha me dijeron que me iban a comer. No quiero que me coman”, y frente a las explicaciones de la madre de que eso no puede ser así, G. sostiene la certeza de devoración.

Constelación familiar: Silencio materno – Los ruidos de rechazo La mamá comenta que G. es muy inquieto, que no para de moverse y lo refiere a “hiperkinesia”. Cuando se le pregunta a qué atribuye ella ese exceso de movimiento, habla de los gritos del padre. “G. grita mucho. Desde chiquito no hablaba, gritaba y yo no le decía nada. El padre de G. era de gritarnos a los dos. Se enojaba por no poder ser lo que quería ser, una mujer. De noche se vestía de mujer y no quería que G. estuviera, LO SACABA todo el tiempo”. Al preguntarle qué hacia ella en esta situación, dice “YO ME CALLABA”. En otra oportunidad, comentará que cuando va a anunciarle al padre de G. que estaba embarazada, este le responde que se quería ir a Brasil a hacerse un implante de mamas.


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