2 Querido dexter, Jeff Lindsay

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JEFF LINDSAY

posibilidad, Doakes eliminado, volvía al Plan A, libre para facilitar la prejubilación a Reiker. Quien tuviera que afrontar ahora el problema del doctor Danco, no sería Dexter el Alegre Licenciado. Estaba tan contento que besé a Rita cuando abrió la puerta, aunque no había nadie mirando. Y después de cenar, mientras Rita lavaba los platos, salí al patio otra vez y jugué al escondite con los niños del vecindario. Esta vez, no obstante, me unía algo más a Cody y Astor, y nuestro pequeño secretito añadía un toque de entusiasmo. Casi era divertido verles seguir los pasos a los otros niños, mis pequeños depredadores en ciernes. Sin embargo, después de media hora de perseguir y dar saltitos, quedó claro que estábamos en desventaja numérica en relación con unos depredadores todavía más sigilosos: mosquitos, miles de millones de repugnantes vampiros, todos poseídos por un hambre feroz. Por lo tanto, débiles a causa de la pérdida de sangre, Cody, Astor y yo volvimos a casa y nos reunimos alrededor de la mesa del comedor para una sesión de ahorcado. —Yo empiezo —anunció Astor—. De todos modos, es mi turno. —El mío —dijo Cody, malhumorado. —Noooo. De todos modos, tengo una. Cinco letras. —La C —dijo Cody. —¡No! ¡Cabeza! ¡Ja! Astor lanzó un aullido de triunfo y dibujó la cabecita redonda. —Deberías preguntar primero las vocales —dije a Cody. —¿Qué? —preguntó en voz baja. —A, E, I, O, U, y a veces Y —le dijo Astor—. Todo el mundo lo sabe. —¿Hay una E? —le pregunté, y su alegría se disipó un poco. —Sí —dijo Astor, enfurruñada, y escribió una E en la raya de en medio. —Ja —dijo Cody. Jugamos durante casi una hora antes de que se acostaran. Mi noche mágica llegó a su final demasiado pronto, y me encontré de nuevo en el sofá con Rita. Pero esta vez, libre como estaba de ojos inquisidores, fue tarea fácil para mí liberarme de sus tentáculos y marcharme a casa, y a mi camita, con la excusa bienintencionada de que me había pasado en la fiesta de Vince y mañana tenía mucho trabajo. Y así me fui, solo en la noche, sólo mi eco, mi sombra y yo. Faltaban dos noches para la luna llena, y ya me ocuparía yo de que la espera valiera la pena. No pasaría esta luna llena con Miller Lite, sino con Reiker Photography, Inc. Dentro de dos noches soltaría por fin al Oscuro Pasajero, me metería en mi verdadero yo y tiraría el disfraz manchado de sudor del Querido y Devoto Dexter a la basura. Primero necesitaba encontrar pruebas, por supuesto, pero estaba seguro de que las conseguiría. Al fin y al cabo, tenía todo un día para eso, y cuando el Oscuro Pasajero y yo trabajamos en comandita, todas las piezas parecen encajar en su sitio. Henchido de tales pensamientos dichosos sobre oscuros placeres volví a mi cómodo apartamento y me metí en la cama, para dormir el sueño sin sueños de los justos. A la mañana siguiente, mi ofensivo buen humor continuaba. Cuando paré a comprar donuts camino del trabajo, cedí a un impulso y compré una docena entera, incluidos varios rellenos de crema y recubiertos de chocolate, un gesto extravagante que Vince, el cual se había recuperado por fin, no pasó por alto. —Caramba —dijo con las cejas enarcadas—. Has hecho bien, oh, poderoso cazador. —Los dioses de la selva nos han sonreído —dije—. ¿Rellenos de crema o de mermelada de frambuesa? —Rellenos de crema, por supuesto —dijo.

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