Los poderes de Venus

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MUTUA NECESIDAD En esta carta de marzo de 1932, al principio de su relación, puede verse cómo la necesitaba Henry: ... Terriblemente, terriblemente vivo, afligido, absolutamente consciente de que te necesito... He de verte. Te veo brillante y maravillosa y al mismo tiempo le he escrito a June y me siento desgarrado, pero tú lo entenderás, debes entenderlo. Anaïs, no te apartes de mí. Me envuelves como una llama brillante. Anaïs, por Dios, si supieras lo que siento en este momento. Quiero conocerte mejor. Te quiero. Te quise cuando viniste a sentarte a mi cama –esa segunda tarde fue toda como una cálida neblina- y de nuevo oigo como pronuncias mi nombre, con ese extraño acento tuyo. Despiertas en mí tal mezcla de sentimientos que no sé cómo acercarme a ti. Ven a mí, aproxímate a mí. Será de lo más hermoso, te lo prometo. [...] Tienes un sentido del humor delicioso; lo adoro. Quiero verte reír siempre: Te lo mereces. He pensado en sitios a donde deberíamos ir juntos, sitios oscuros, aquí y allí, en París, por el simple hecho de decir “aquí vine con Anaïs”, “aquí comimos, bailamos o nos emborrachamos juntos”. ¡Ay, verte borracha alguna vez, qué privilegio! Casi me da miedo de proponértelo; pero Anaïs, cuando pienso cómo te aprietas contra mí, cuán ansiosamente abres las piernas y qué húmeda estás, Dios, me vuelvo loco de pensar en cómo serías cuando todo se disuelve. Ayer pensé en ti, en cómo ciñes las piernas en torno a mí, de pie, en cómo se tambalea la habitación, en cómo caigo sobre ti en la oscuridad sin saber nada. Y me estremecí y gemí de placer. Pienso que si he de pasar todo el fin de semana sin verte, resultará intolerable. Si es preciso, iré a Versalles el domingo –lo que sea, pero he de verte. No temas tratarme con frialdad. Me bastará con estar cerca de ti, con mirarte admirado. Te quiero, eso es todo. ADMIRACIÓN, PASIÓN Y SEXO Anaïs y Henry fundamentaron su relación en la admiración mutua, en la crítica de la obra del otro y en el sexo. Los encuentros sexuales entre los dos eran salvajes y a menudo acababan marcados por mordiscos y arañazos. Si no estaban juntos, se escribían a menudo cartas llenas de pasión. Además de su relación con Henry, Anaïs tuvo otros amantes, algunos de ellos en la misma época. No se sentía culpable, sabía compartimentar muy bien sus sentimientos: “Es absolutamente cierto que nunca pienso en Hugh cuando estoy con Allendy o con Henry, como tampoco pienso en Henry cuando estoy con Allendy. Una especie de separación tiene lugar en ese momento -una totalidad pasajera-, que impide cualquier duda o

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