Revista PERSEO número 2. Abril 2013

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La pena de muerte: argumentos

Luis de la Barreda

observa una mayor delincuencia en la minoría de estados que la han abolido que en la mayoría en la que aún se aplica.

continuas el sentimiento dominante es el último, porque es él solo”.

Escuchemos nuevamente a Beccaria: “La pena de muerte es un espectáculo para la mayor parte y un objeto de compasión mezclado con desagrado para algunos; las resultas de estos diferentes sentimientos ocupan más el ánimo de los concurrentes que el terror saludable que la ley pretende inspirar. Pero en las penas moderadas y

¿Esta consideración justifica la pena de muerte? No. Y no porque algunos delincuentes no la merezcan, sino porque nosotros, las mujeres y los hombres que nos tenemos por civilizados, no podemos ponernos al nivel de los delincuentes. La objeción a la pena de muerte no se basa, no se puede basar, en la decencia de los criminales, que no

Una estadística de principios del siglo XX Escribió Beccaria que no es el freno más reveló que en Inglaterra 170 de 250 ahorcados hafuerte contra los delitos el espectáculo momentá- bían asistido a una o dos ejecuciones capitales. neo, aunque terrible, de la muerte de un malheLa justa retribución chor, sino el largo y dilatado ejemplo de un hombre que, privado de su libertad, recompensa con Camus hizo un planteamiento sugestivo: “Admisus fatigas a aquella sociedad a la que ha ofen- tamos que sea justo y necesario compensar el asedido. “Es eficaz porque con la vista continua de sinato de la víctima con la muerte del asesino. Pero este ejemplo resuena incesantemente alrededor de la ejecución capital no es simplemente la muerte. nosotros mismos el eco de esta sentencia: yo tam- Es tan diferente, en su esencia, de la privación de bién seré reducido a tan dilatada y miserable con- vida, como el campo de concentración lo es de la dición si cometiere semejantes delitos. Es mucho prisión. Es un asesinato, sin duda, y que paga mamás poderosa que la idea de la muerte, a quien temáticamente el asesinato cometido. Pero agrega los hombres miran siempre en una distancia muy a la muerte un reglamento, una premeditación púconfusa”. blica y conocida por la futura víctima, una organización, en fin, que es por sí sola una fuente de Es que la muerte termina con todo, es decir sufrimientos morales más terribles que la muerte. con lo único que tiene el ser humano, que es su No hay, por consiguiente, equivalencia”. vida. Después de la ceremonia en que un hombre es ejecutado, queda el silencio, el vacío, la nada. Aun cuando tiene razón el admirable fiAcaso también las celebraciones de los partidarios lósofo, es insoslayable que hay actos más atroces de la pena extrema. Pero los deudos de la víctima que un asesinato aislado. No podemos negar que se sentirán insatisfechos. Segada la existencia de algunos criminales merecerían sobradamente la quien les causó un dolor terrible, una terrible frus- pena de muerte, y que ésta sería insuficiente para tración los invadirá. Ya no estará vivo el criminal, retribuir sus crímenes. No me refiero tan sólo a pero la supresión física de éste no les proporciona- aquellos hombres que, colocados en una posición rá alivio. Distinta será la situación si el delincuen- de poder sin límites, destruyeron las vidas de mite purga una pena exenta de la brutalidad de una llones de hombres. No pienso sólo en Hitler, Stalin ejecución pero que se prolongue en el tiempo, que o Mao. El asesino serial o el que actúa con saña y muestre a los ojos de todos que se está haciendo brutalidad inauditas; el secuestrador que mutila, justicia durante un período considerable. La pena atormenta o asesina a sus plagiados; el violador extensa será más ejemplar que la pena espectacu- que, aun sin matar, arruina la vida del agraviado; lar. Recordemos que el famoso Mochaorejas Daniel el terrorista que, en aras de un mundo inexistenArizmendi, culpable de secuestros, mutilaciones y te que le parece ideal, destruye los mundos reales homicidios, al ser detenido declaró que prefería de inocentes, y otros delincuentes desalmados sin que lo ejecutaran antes que ir a prisión. duda ameritan la más radical de las penas.

REVISTA DEL PROGRAMA UNIVERISTARIO DE DERECHOS HUMANOS DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


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