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FIRMA INVITADA A VUELA PLUMA. Emilio Velasco

A vuelapluma / EMILIO VELASCO VERANO DE RÉCORD EN INCENDIOS FORESTALES

Ahora que iniciamos este otoño, voy a hacer un repaso a uno de los temas recurrentes que, desgraciadamente, estamos habituados a contemplar todos los años como otra de nuestras “asignaturas pendientes” a la que nos vemos impotentes de dar solución. Sí, queridos amigos; me voy a referir de nuevo a los incendios forestales que se prodigan, sobre todo, en nuestro caluroso estío. Aunque no sea un problema intrínseco de nuestro país –casi toda Europa se ve muy afectada también–, lo cierto es que año tras año, España es la que sufre en mayor medida esta catástrofe que calcina territorios, cultivos, ganadería y en algunos casos, causa la pérdida de vidas humanas.

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Pero es que por si todo ello no fuera ya lo suficientemente grave, los incendios forestales inciden negativamente en el clima y retroalimentan el tan temido cambio climático: según el mundo científico se estima que este verano recientemente finalizado, los incendios producidos en Europa causaron las mayores emisiones a la atmósfera en 15 años, y precisamente los fuegos “españoles” han sido de los grandes responsables de esta situación.

Y es que el cambio climático se alimenta a sí mismo: las olas de calor –como las de este verano pasado–, generan más incendios, más virulentos y más difíciles de combatir y controlar. Y esos fuegos lanzan mayores emisiones a la atmósfera que, en una forma de retroalimentación, favorecen temperaturas más altas produciéndose así una forma de círculo que, como todos, no tiene fin. Toda una espiral de dificultades que parece no tener solución y que en nuestro país ha llegado a su cénit este verano. Pero que también han sido devastadores en el resto del continente europeo provocando las mayores emisiones registradas en lo que va de siglo, solo ligeramente superadas por las del año 2007, según informaciones del CAMS (Servicio de Vigilancia Atmosférica Copernicus) integrado en el Sistema Europeo de Monitorización de Incendios Forestales, responsable de supervisar la intensidad y las emisiones diarias de estos incendios y su negativo impacto en la calidad del aire, una nefasta estadística que bien quisiéramos minimizar todos pero que, tal como parece hasta ahora, ni podemos ni sabemos cómo hacerlo.

Y como ya apuntaba antes, especialmente remarcada por los datos registrados por el CAMS, la combinación de la ola de calor del pasado agosto y las prolongadas condiciones de sequía en nuestro Continente, especialmente en la zona occidental, incrementó notablemente la actividad, intensidad y persistencia de los incendios forestales que en España fueron de una virulencia especialmente grave, provocando grandes pérdidas materiales y lo que es más triste aún y sin duda invalorable: las víctimas mortales. La vida humana es un bien irrecuperable; si se pierde, nada ni nadie puede sustituirla.

Pero ya centrándome en nuestros registros nacionales, el pasado verano se ha revelado como el más grave de la historia en cuanto a los incendios forestales se refiere –al menos desde que se llevan estadísticas–, y si no me creen, vean estas cifras y juzguen: En la última década del pasado siglo XX, la superficie total devastada por el fuego en nuestro país casi llegó a 1,60 millones de hectáreas, alcanzando la mayor gravedad en el año 1994 con más de 437.000 hectáreas abrasadas, mientras que el primer decenio del siglo XXI registró un estimable alivio en estas cifras con una superficie forestal devastada por el fuego, de casi 1,14 millones de hectáreas, siendo 2005 su peor año con más de 188.000 hectáreas calcinadas. Ya en la pasada década, de nuevo vuelve a registrarse una sensible caída en la estadística, con 966.000 hectáreas de terreno forestal afectado por el fuego. Pero ahora nos enfrentamos a este 2022 que sin duda será no sólo el año más devastador en lo que va transcurrido del presente siglo sino que se convertirá en la peor temporada en cuanto a zonas forestales calcinadas de los últimos treinta años. Sólo en los 55 grandes incendios, (los de más de 500 ha), producidos en lo que va de año, se han calcinado en España más de 254.000 ha.

Pero, ¿por qué se queman nuestros montes? En plena ola de graves incendios del pasado verano en la Sierra de la Culebra, el regidor de una de las localidades castellanoleonesas más perjudicadas, indignado por la situación, quiso compartir en las redes sociales sus opiniones al respecto. Y entre otras acciones de las que había sido testigo comentaba que días antes de producirse el devastador incendio que asoló la zona, se dio la casualidad de que la UME (Unidad Militar de Emergencias), que estaba realizando unas maniobras en aquellos parajes, solicitó permiso de las autoridades autonómicas para realizar labores de limpieza y ampliación de los cortafuegos y... ¡no fue concedida!

Aún hay más: en los incendios que se produjeron transcurridas unas semanas en la región, nueva “zancadilla competencial” a la UME que no pudo desplegar todo su potencial operativo porque de nuevo las autoridades autonómicas no concedieron la Declaración de Nivel 3 para... ¡no perder el mando operacional que habría pasado a la Administración central!

También manifestaba el edil castellanoleonés su extrañeza porque, tiempo atrás, varios pueblos de la zona pidieron fondos y permisos para podas y desbroces a efectuar en pinares y castañares de sus respectivos municipios, por importes de 75.000 € procedentes de fondos europeos para cada pueblo solicitante. No a todos les fueron concedidos estos fondos y aquellas localidades que sí recibieron estos recursos se han salvado de los incendios posteriores, mientras que en las que no consiguieron la aprobación, sus pinares y castañares, invadidos de excesivo material combustible, han sido pasto de las llamas así que... ¿bajo qué criterio se guió la Junta para autorizar esas operaciones en unos casos y desaprobarlas en otros?

Y hay más ejemplos, muchos más, en las quejas del protagonista de estos comunicados, pero creo que no hace falta extenderse más para solidarizarnos con él y compartir su inquietud y malestar. En fin, mucho me temo que estos casos y otros de similar gravedad, se pueden prodigar también en el resto de comunidades autonómicas, celosas precisamente por mantener su hegemonía y autoridad pese a quien pese... ... y luego, pasa lo que pasa, ¿no creen? 

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