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brevivió porque estaba en el establecimiento cuando comenzó la masacre. Poco a poco, todos los extranjeros fueron trasladados en convoys a la vecina Burundi, y desde allí, volaron a Europa. “El 12 de abril, todos los extranjeros se habían marchado”, dijo Musonera. Solo permanecieron unos pocos cascos azules de Unamir, la mayoría oriundos de Túnez y Congo-Brazzaville. Y el hotel se llenó de tutsis y hutus moderados que buscaban refugio de los asesinos. Paul Rusasabagina, que hasta entonces gestionaba el más modesto Hotel des Diplomates, fue puesto a cargo del establecimiento. “Era un hutu moderado, pero no le gustaban los tutsis. Nunca expulsó a nadie, pero sí aceptó dinero —unos US$20 al día— de gente que no podía permitírselo”, señala Wellas. Por eso, sostiene que la película Hotel Ruanda es “pura mentira”. “Hollywood quería hacer dinero y lo consiguió. Pero el filme me enerva”. SIN COMIDA

Expertos

ven poco probable

que Rusia invada

Ucrania.

Foto Prensa Libre: DPA

EN ABRIL DE 1994, las milicias hutus atacaron la iglesia de Ntarama, donde aún continúan en el suelo las vestimentas de los asesinados.

POR CAROLA FRENTZEN (DPA)

S

i las salas del Hotel Des Mille Collines de Kigali pudieran hablar, contarían historias de asesinatos en masa, machetes, huidas y miedo, pero también de valor y ganas de vivir en medio del brutal genocidio de Ruanda, del que ahora se cumplen 20 años. El genocidio de Ruanda, instigado por el régimen extremista hutu, dejó unos 800 mil muertos entre abril y julio de 1994, principalmente entre la minoría tutsi, pero también entre hutus moderados, según la ONU. Una década después de aquella masacre que comenzó el 7 de abril de 1994, ese hotel sirvió de escenario para la película británica Hotel Ruanda (Terry George), que recibió tres nominaciones a los Óscar. En ella, el gerente del hotel, Paul Rusesabagina, a quien da vida Don Cheadle, es un héroe que salva a más de mil 200 tutsis. Aunque la realidad fue distinta a la historia narrada en la ficción, no por ello resulta menos dramática. Y quienes la sufrieron hablan de ello como si hubiera ocurrido ayer. “Fue una época terrible”, recuerda Abias Musonera, que se ocupaba de los asuntos técnicos del hotel desde 1978. El personal envió un vehículo del

HOTEL SALVÓ A MIL 200 TUTSIS hotel para recoger a Musonera y su embarazada mujer en una época en la que cualquier movimiento sospechoso en las calles de Kigali era equivalente a la pena de muerte. Llevaban cuatro días entre los arbustos de detrás de su vivienda por miedo a que las milicias hutu los descuartizaran. “Cuando llegué al hotel, el 11 de abril, mis colegas se sorprendieron de verme con vida. El director contable y el fontanero ya habían sido asesinados”, cuenta Musonera sobre el intento de exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu. En aquellos días, el Mille Collines era un puerto para los más de 400 extranjeros —entre ellos diplomáticos, cooperantes, tripulación aérea belga y tropas de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Ruanda (Unamir, en inglés). “Estaban por todas partes: en el jardín, cerca de la piscina, en los pasillos”, cuenta Bizumuremyi Zozo Wellars, que en aquellos años era conserje jefe del hotel. Perdió a su mujer y a sus dos hijos y sólo so-

Sobrevivir en el hotel era cada vez más difícil, mientras afuera continuaban las masacres. En un principio, había comida en las cocinas, pero pronto se acabó debido a las muchas bocas que alimentar. “En cada una de las 112 habitaciones había 10 personas o más intentando sobrevivir. Otros estaban fuera, en el jardín, en la cafetería y en los recibidores”, señala Musonera. La Cruz Roja les llevó provisiones de legumbres, arroz, harina y azúcar, pero no fue suficiente. “Todos teníamos mucha hambre. Al final, estábamos tan desesperados que nos bebimos el agua de la piscina”, añade. Y entre tanto, las milicias hutu trataban de acercarse. “A veces intentaban entrar en el lobby con sus machetes, pero los soldados de la ONU los echaban”, dice, sin entender todavía por qué las milicias no atacaron. Ni un solo tutsi refugiado en el Hotel Des Mille Collines fue asesinado durante los cien días de violenta locura que sacudieron Ruanda. Los supervivientes explican que no fueron héroes, sino gente común que no quería morir. “El 26 de abril, mi mujer dio a luz a nuestro hijo. Fue en la habitación 216, lo recuerdo muy bien”, cuenta Musonera con una sonrisa. Aunque se jubiló en diciembre, el hotel sigue siendo como un segundo hogar para él y muchos de sus colegas. Wellars lo resume en dos frases: “Este hotel me salvó la vida. No lo olvidaré jamás”.

25 DOMINICAL - Guatemala, domingo 13 de abril de 2014

POSTURA DELICADA Malashenko también destaca que ningún diputado ruso ha viajado al este de Ucrania hasta ahora y la ausencia de un plan de anexión. Decenas de diputados se desplazaron a Crimea el mes recién pasado para mostrar públicamente su apoyo a la región con gran parte de población rusa. Con todo, esta situación vuelve a colocar al presidente ruso, Vladimir Putin, en una postura delicada. “Si interviene será visto como un agresor; si no lo hace, parecerá débil”, señala Alexei Malashenko. El dilema podría explicar la demanda del ministro del Exterior ruso, Serguei Lavrov, quien pidió representantes del “este y el sur de Ucrania” en las conversaciones para solucionar la crisis política en ese país. El ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania únicamente replicó que sólo representantes oficiales podían formar parte de las conversaciones. Moscú ha insistido en varias ocasiones en su demanda de que Ucrania se convierta en un estado federado y en que se comprometa con la neutralidad, una reclamación que Kiev y Occidente han rechazado pues consideran que restringe la soberanía nacional. Unas diferencias que probablemente obstaculizarán el diálogo de cara a las elecciones presidenciales anticipadas de Ucrania, previstas para el 25 de mayo próximo.

Genocidio cumple 20 años

PRENSA LIBRE

RÉGIMEN HUTU MATÓ A 800 MIL

camiento del presidente Víctor Yanukóvich a finales de febrero último. A pesar de haber levantado barricadas de neumáticos y alambre de púas en una imagen que recuerda a la capital ucraniana, las multitudes congregadas en Donetsk —donde viven más de un millón de personas— y en Járkov no superaban las dos mil personas. Y las declaraciones soberanas de “repúblicas populares” en ambas ciudades fueron efectuadas por agrupaciones espontáneas. Por otro lado, las acusaciones de Kiev de que el Servicio de Seguridad Federal de Rusia está coordinando las protestas no se han visto respaldadas por pruebas concretas. De hecho, hay pocos indicios de la mano de Moscú, a diferencia de lo ocurrido en Crimea. Allí, los hechos se sucedieron rápidamente después de que hombres sin identificar ocuparon lugares estratégicos de la península tras el cambio de poder en Kiev.


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