Revista número 167

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DECLARADA DE UTILIDAD PÚBLICA POR EL CONSEJO DE MINISTROS DEL 9 DE MAYO DE 1994

A estas edades tempranas es necesario pensar en una infección urinaria ante un cuadro de fiebre alta de origen no claro, o cuando el niño rechaza las tomas, vomita y su curva de ganancia de peso se estanca. Esta posibilidad es bien conocida por la generalidad de los pediatras españoles que buscan sistemáticamente la presencia de infección urinaria en estas circunstancias. Las infecciones febriles y las que asientan sobre riñones con obstrucción de la vía urinaria son las que entrañan mayor riesgo de causar como secuela una lesión renal permanente. Hasta que se extendió la utilización de las ecografías prenatales en el seguimiento de las embarazadas, la infección urinaria era la forma de presentación más habitual de las anomalías congénitas nefrourológicas. Hoy día, esta situación ha cambiado ya que éstas se detectan prenatalmente. Además de lo comentado, existen otras manifestaciones que deben de alertar sobre la posibilidad de una enfermedad renal crónica subyacente en el niño. Entre ellas, y al igual que en el adulto, la aparición de edemas, la hematuria (orina con sangre) macroscópica o microscópica y la hipertensión arterial. Los edemas puedes ser

DIRECTORIO CIENTIFICO causados por nefropatías proteinúricas, es decir que cursan con pérdida de proteínas por la orina. En niños, el ejemplo más característico es el síndrome nefrótico a cambios mínimos. Esta enfermedad debuta entre los 1-9 años de edad y ocasiona edemas con proteinuria masiva que responde favorablemente a la administración de corticoides. Aunque la entidad es habitualmente de buen pronóstico, una tercera parte aproximadamente de los niños que la padecen recaen con frecuencia o la proteinuria recurre al ir descendiendo la dosis de corticoides lo que hace la evolución más tórpida y exasperante para los padres. La hematuria puede ser signo de manifestación de enfermedad nefrourológica aunque es necesario señalar que una microhematuria aislada no requiere ningún estudio adicional hasta que no se confirma su presencia durante varios meses y que hasta en un 40% de los niños y adolescentes que consultan por hematuria no se encuentra ninguna causa responsable. Aunque la hematuria sea una manifestación muy llamativa que causa gran alarma, puede afirmarse que la proteinuria, siempre que sea persistente, es en general un signo más preocupante de afectación renal. La edad a partir de

la cual debe de tomarse la tensión arterial en las revisiones del niño sin factores de riesgo asociados es motivo de controversia. En todos los casos los valores de tensión arterial deben de compararse con los de referencia según el sexo y talla del niño. Al igual que en los adultos, la vida sedentaria, la obesidad y el sobrepeso juegan un papel primordial en la génesis de la hipertensión arterial en el adolescente y en el niño próximo a la edad puberal. Una hipertensión franca exige descartar una causa renal o renovascular. Otra situación que conduce al diagnóstico de enfermedad renal crónica en el niño es el estudio programado por el carácter hereditario y agregación familiar de algunas nefropatías. Diversas enfermedades glomerulares, tubulares o intersticiales se diagnostican en edad pediátrica tras haberse identificado previamente en uno de los padres o en algún pariente de primer grado. Puede ser el caso, por ejemplo, de la poliquistosis autosómica dominante, la hematuria familiar benigna, nefropatía hiperuricémica familiar, el síndrome de Alport, algunas tubulopatías ligadas al cromosoma X, entre otras muchas. Sin embargo, es de reseñar que, en general, no está indicada la búsqueda sistemática por riesgo familiar de una enfermedad en un niño aparentemente sano si la detección de ésta no va a seguirse de alguna medida diagnóstica o terapéutica que modifique su curso evolutivo. La enfermedad renal ocurre muchas veces no de forma aislada sino en el contexto de una enfermedad sistémica o de base genética que afecta a varios órganos y sistemas del organismo. Así, las anomalías congénitas nefrourológicas pueden estar presentes en cuadros malformativos graves del recién nacido, en enfermedades de depósito, en enfermedades autoinmunes, etc. En estas entidades es obligada la valoración de la función renal y/o la realización de técnicas de imagen dirigidas a comprobar la integridad del aparato urinario. La afectación del crecimiento como Nº 167 - 2013

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