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Editoriales
Ocho meses que definirán el rumbo
Viernes 24 de Agosto de 2012 Cd. Reynosa, Tam LA PRENSA <
libertad de expresionsota
E Francisco Suárez Dávila
E
n los últimos días se continúa superando la capacidad de asombro de los mexicanos con el record de homicidios y las altisonantes acusaciones entre Vargas –MVS- y el Gobierno. Pero el surrealismo mexicano alcanzó picos insuperables con la imagen de AMLO como convidado de piedra escuchando un notario atípico, dando fe de una granja completa de animales… y un trapo, como pruebas de compra de votos. Hubo sin embargo buenas noticias. El 4% de crecimiento de nuestra economía y el campeonato olímpico de futbol, en ambos superando a Brasil; la elección de liderazgos sensatos en el PRD y el PAN, destacando Aureoles en la Cámara de Diputados, y Cordero en el Senado. Lo cual augura que se podrá negociar en ambas cámaras. Los primeros 100 días legislativos se pueden iniciar con la aprobación de las tres primeras reformas anunciadas: la de anticorrupción, la mediática y la de transparencia. Posiblemente también la laboral. Permite ganar tiempo. Otra tarea es el primer paquete económico para 2013. La anomalía es que se inicia su discusión con un Gobierno saliente trabajando con el equipo de transición, pero lo concluye y aprueba el nuevo durante sólo el mes de diciembre. Enrique Peña debe producir resultados de impacto en el muy corto plazo. El 1 de diciembre puede iniciar con un gran discurso que fije objetivos, el plan de ruta para cumplirlos y las principales acciones. Que convenza que el cambio de rumbo va en serio. Debe ir acompañado de un gran gabinete de unidad nacional, con personalidades intachables en cuanto a capacidad y honorabilidad, mezcla de experiencia y juventud. Con ambas cosas inició Ávila Camacho su gobierno. Tiene impacto anunciar una reingeniería del gobierno. La organización actual proviene de López Portillo de hace 30 años y no responde a las actuales circunstancias. Se requieren eliminar secretarías, como la Secretaría de la “Disfunción” Pública; consolidar otras como Gobernación y Seguridad; ¿crear alguna? El principio debe ser, cada problema nacional debe tener una Secretaría responsable de resolverlo. Las acciones prioritarias, las de más rápidos resultados, deben sin duda orientarse al tema de la inseguridad. Se requiere un programa integral para apoyo a jóvenes y acciones decisivas en materia educativa. Las grandes reformas, la “Madre de todas ellas”, la fiscal, y su hermana, la energética, tienen que reiterarse como compromiso general, pero requieren tiempo de maduración. Podrían aprobarse en el periodo legislativo de marzo. Bien preparadas, explicadas y consensadas previamente a su envío. Deben tener una gran motivación social. La complejidad de la Reforma Fiscal y la necesidad de lograr un Pacto entre los principales actores, con un balance entre costos y beneficios, aconseja crear un Consejo Económico y Social (o de Desarrollo económico). Pero no debe olvidarse que el objetivo fundamental debe ser acelerar el crecimiento. Su principal instrumento, como lo reconocen los gobiernos de Hollande, Obama y Rousseff, es un gran programa de infraestructura nacional, regional y urbana. La importante Reforma a la Seguridad Social debe ponderarse en sus alcances, la complejidad de su operación y su sustentabilidad financiera para no acabar como Grecia. Peña deberá ejercer su liderazgo sustentado en resultados concretos, pasando de lo fácil a lo difícil; lo de mayor impacto, a lo de mayor profundidad; con consistencia y la secuencia adecuada. Los grandes cambios deben impulsarse entre septiembre y abril; los 8 meses. Ello definirá el carácter del nuevo gobierno: reformismo o inmovilismo. ¡Suerte!
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México tiene prisa Manuel J. Clouthier Carrillo Uno de los grandes retos que tendrá el nuevo gobierno federal será hacer el diagnostico correcto y, basado en ello, establecer las prioridades de su sexenio. Para realizar ese diagnóstico es obligatorio entender qué variables inciden en la realidad actual y futura de México. En nuestra opinión, tres variables someterán una gran presión al próximo gobierno: demografía, crisis económica mundial y desigualdad social, pobreza incluida; estos fenómenos influirán en otros como violencia, narcotráfico, economía informal, desempleo, etcétera. Analizando primero la demografía, encontramos que más de 40 millones de mexicanos son menores de 25 años; esto significa que por el solo transcurrir del tiempo, ellos empezaran a demandar gran cantidad de satisfactores, entre otros empleo. Éste es el llamado “bono demográfico”, y si no hacemos rápidamente lo correcto para darles las oportunidades a las que tienen derecho, terminara siendo “el lastre demográfico” y agravando una serie de problemas sociales. Ya durante el pasado proceso electoral, en mi recorrido por el país, realizaba dos preguntas que no me fallaban para validar mi tesis sobre este problema: ¿conocen jóvenes que hayan terminado la universidad hace un año y no encuentren trabajo?, ¿conocen personas de 50 años o mayores desempleadas porque no encuentran trabajo? En ambos casos la respuesta era sí. El segundo tema a aceptar como una realidad que afectará en el mediano plazo es que la economía mundial está en problemas y será de muy bajo crecimiento en el mejor escenario o bien recesiva. Europa trae problemas económicos principalmente por gobiernos irresponsables que gastaron más de lo que ingresaban. Con esta lógica pronto tendremos noticias de que EU tiene problemas económicos y esto nos lo empezaran “a recetar” después de la elección presidencial estadouni-
dense próxima, gane quien gane. México no se podrá abstraer de dicha realidad y sobre todo de la crisis económica de nuestro vecino, que nos impactara seriamente. Podrán decir que México ésta sólido y tiene estabilidad macroeconómica, y es cierto; pero esta estabilidad será requisito necesario más no suficiente para crecer a los ritmos que demanda la demografía del país. Hemos perdido mucho tiempo. El nombre del juego para el próximo gobierno es: inversión. Es la inversión, pública o privada, nacional o extranjera, la única generadora de empleo y riqueza. Éste deberá ser el eje rector de cualquier reforma estructural que se presente en el Congreso y de cualquier política pública que busque incentivar el crecimiento económico, por lo que deberá preguntarse: ¿facilita la inversión?, ¿da confianza al inversionista? ¿facilita la entrada y salida de capital que financie inversión productiva? ¿Se va privilegiar la inversión productiva o la inversión especulativa? A México le urge convertirse en un país atractivo y confiable a la inversión productiva. Actualmente no lo es. Deberá reforzarse la seguridad personal, jurídica, y patrimonial para el inversionista y la sociedad en general. Aun en este ambiente de crisis económica mundial hay mucho dinero en el mundo, y los inversionistas buscarán países que ofrezcan atractividad, confiabilidad y que den las rentabilidades a los niveles de riesgo que sus inversiones demandan. Es una gran oportunidad para atraer inversión productiva. Pero todo dependerá de tener muy claro estos objetivos y dejar a un lado paradigmas ideológicos y populistas, las luchas intestinas cargadas de intereses políticos; combatir la burocracia y la corrupción que tanto daño hacen al país, y que frenan por sistema la inversión productiva. Este último concepto, la corrupción, se ha agravado en
los estados y municipios en detrimento de la inversión productiva en los últimos 12 años de alternancia sin que haya poder humano que pueda enfrentarlo. También se deberá mejorar el ambiente de seguridad disminuyendo la violencia que tan mala imagen mundial ha dado al país. El tercer elemento que deberá estar presente en la mente del nuevo gobierno es la desigualdad social y la pobreza. Mucho se presume el crecimiento de ingreso per cápita del país en los últimos 15 años y es cierto; México no es de los países más pobres, pero sí de los más desiguales. El nuevo gobierno deberá poner énfasis en políticas públicas redistributivas de riqueza tales como educación, salud, vivienda y empleo; éstas deberán ser las prioridades en materia social con un enfoque de calidad que permita que la política social reduzca la desigualdad en el país redistribuyendo las oportunidades y la riqueza, e impulse la ampliación de las libertades para los mexicanos. Una prioridad del nuevo gobierno en materia social deberá ser la educación, porque ésta redistributiva de oportunidades y formadora de mejores personas. La salud, deberá priorizar no sólo la cobertura universal sino que los servicios de salud que ofrece el Estado deberán ser de primer mundo. También habrá que aceptar la tesis del Arquitecto Hindú Charles Correa, quien dice que “la imagen urbana afecta la moral social”, es necesario mejorar la imagen urbana de las principales ciudades del país. Esperamos que el nuevo gobierno tenga claro que México tiene prisa y por lo tanto de prioridad a estos conceptos con sus iniciativas legislativas y de gobierno, y que el Congreso de la Unión deje de ser un freno para el país como lo fue estos últimos 12 años, y se convierta en el acelerador del mismo.