El problema de la temporalidad es central en la ontología heideggeriana. Al comienzo de Ser y tiempo nos dice: El "ser ahí" es en el modo de, siendo, comprender lo que se dice "ser". Ateniéndonos a esta constitución, mostraremos que aquello desde lo cual el "ser ahí" en general c9mprende e interpreta, aunque no expresamente, lo que se dice "ser", es el tiempo. Este tiene que sacarse a la luz y concebirse como el genuino horizonte de toda comprensión y toda interpretación del
serl17 • En efecto, el "ser ah,' se concibe a sí mismo como proyecto, es decir, como arrojado hacia adelante, no a lo que es, sino a sus posibilidades más propias. Por esto, la exégesis del núcleo del hombre como "cuidado", en el sentido antes anotado, concibe al Dasein como proyectado hacia la anticipación de su totalidad. Esta es una concepción ec-sistencial de "ser ah,', pues el hombre está pensado no como una cosa entre las cosas, sino como un proyecto. Siendo proyecto, "El 'ser ahí' tiene que 'llegar a ser' él mismo lo que a'n no es" (SZ: 266). Este tránsito del Dasein es evidentemente su temporalidad. Su incompletud se totalizará en un trayecto hacia el futuro, partiendo desde un pasado y caminando por un presente, al encuentro del Ser. De aquí proviene la preminencia del futuro al que se aspira, pues el pasado ya no es y el presente se transforma en pasado al sólo detenerse a considerarlo. Es el futuro, pues, el que confiere sentido a la proyección del 'ser ahí' como deambulamiento hacia su per-fección, es decir, hacia su totalización. Ahora bien, ¿cuál es el punto o momento de totalización del Dasein? "Con su muerte -dice Heidegger- el 'ser ahí' ha 'llegado a la plenitud de su carrera' (SZ: 267). Adviértase que se habla de "plenitud", no de "fin" de la carrera de la existencia. La muerte, cn efecto, más que fin (finar) u ocaso de la existencia, con su carga connotativa negativa, es ante todo la meta positiva. el acabamiento al que se corre, la per-fección de la existencia. Por esta razón el hombre es radical e ineludiblemente un "ser para la muerte". Sin embargo, se han de evitar las connotaciones trágicas de este aserto y con mayor razón las supuestas implicaciones heroicas. La muerte para Heidegger no es un mero correlato temporal del nacimiento, ni un evento que se pretende provocar; es simplemente el límite ilTebasable del "poder ser" del cuidado. 87
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SZ: 27.