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El silencio de la violencia: mujeres trans en el Sistema Penitenciario
» Vanessa Baez
Pensar en personas transgénero privadas de la libertad en los penales del Estado de México es uno de los temas más invisibles dentro de la agenda de políticas públicas y activismo social de la comunidad LGBT+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans y más).
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DE 2023
Los centros penitenciarios, diseñados únicamente para hombres y mujeres cisgénero, ponen en peligro la vida de muchas personas de la comunidad LGBT+, pues invisibilizan la violencia estructural y el estigma a los que son sometidas las personas con una orientación sexual y expresión de género no normativa.
es ser una persona cisgénero?
Cisgénero es una palabra utilizada para describir a una persona cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son el mismo.
El término cisgénero se relaciona específicamente con el género más que con la sexualidad. Una persona puede ser cisgénero (a menudo abreviado como cis) y tener cualquier tipo de sexualidad. Por ejemplo, dos hombres pueden ser cisgénero pero uno heterosexual y otro homosexual.
Kenya Cuevas, activista trans por los derechos humanos reconocida a nivel internacional, fundadora de Casa de las Muñecas Tiresias y sobreviviente del Sistema Penitenciario Mexicano, señaló que este es uno de los temas que necesitan mayor reconocimiento y atención, en entrevista para Acta Semanal, durante la Jornada de Estudios Trans en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex)

“Nos violan, nos asesinan en las cárceles y las personas LGBT ejercen el trabajo sexual como una forma de superviviencia ya que las familias abandonan a las personas privadas de la libertad y las mujeres trans”, enfatizó la defensora.
Así mismo, mencionó que la violencia se vive desde el primer contacto correspondiente a la aprehensión por parte de los policías, posteriormente de la Fiscalía e incluso por la omisión institucional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para garantizar la vida y los derechos de las disidencias sexuales y de género.
“Van violentando derechos humanos y estigmatizando a una población”, dijo.
Al respecto, señaló que las instituciones que más cambios están generando en la materia son las universidades, ya que son quienes se están adentrando en los estudios de los temas y buscan un cambio social desde diversas áreas.
Desaparición de la identidad trans en las prisiones Hablar del Sistema Penitenciario en México y en la entidad mexiquense es sinónimo de “desaparición” causado por el borrado de la identidad de las mujeres trans que se han enfrentado a múltiples estigmas y discriminación de la sociedad para transicionar de género.
Actualmente, activistas como Martín Campos Velazquez, defensor e investigador de los derechos de la comunidad LGBT, se han posicionado en favor de la lucha por la dignidad y la garantía de inclusión dentro de las prisiones en el Estado de México.
De acuerdo con Martín Campos, actualmente no existen estadísticas en la entidad acerca de cuántas personas transgénero se encuentran privadas de su libertad, lo que representa un desconocimiento sobre la población que se encuentra y una fal- ta de análisis de las condiciones que enfrentan como la muerte, los abusos o las violaciones a sus derechos humanos.
Entre otras afectaciones, esta carencia de datos, cifras y nombres de personas trans privadas de su libertad puede significar la falta de conocimiento de cuántas de ellas se encuentran injustamente presas por criminalización o fabricación de delitos.
“La violencia de género afecta principalmente a los cuerpos feminizados en la cárcel y los desaparece. No todas logran salir con vida y esas muertes no son reconocidas ni dignificadas”, expresó el activista durante la conferencia “El Sistema Penitenciario, ¿un lugar seguro para las personas trans” durante la Jornada de Estudios Trans en la Facultad de Antropología de la UAEMéx.
Violencia física y simbólica hacia las personas trans Pensar en las violencias que este sector enfrenta en el sistema de justicia mexicano y penitenciario también indica una complicidad social ante la omisión. Al respecto el activista ha identificado varios tipos de violencia que, en términos generales, pueden clasificarse en violencia física y simbólica.
“Si hablamos de un cuerpo feminizado se debería respetar la identidad de género para ingresar a un penal de mujeres como forma de respeto a la dignidad de las mujeres trans. Pareciera que las instituciones penitenciarias quisieran controlar su identidad y lo que las representan”, enfatizó Campos.
Desde el primer contacto y al ser las personas asignadas a los penales, no es respetada su identidad para ser enviadas a un reclusorio femenil o varonil dependiendo el género con el que se identifican.
“La violencia transfóbica se materializa en lo físico y lo simbólico como el lenguaje, les arrebatan su nombre femenino que representa su identidad y se les atribuyen nombres peyorativos”.
Dentro de la violencia física, derivada de la exclusión, se encuentran los abusos sexuales que las mujeres trasngénero sufren dentro de las prisiones, así como los golpes y actos de humillación por ser parte de la diversidad sexual. Incluso, son apartadas de otras personas privadas de su libertad por el nivel de riesgo que significa su permanencia.
“La violencia sexual se ha vuelto una nueva arma de guerra contra las mujeres y todos los cuerpos que salen del marco genérico hegemónico. Sufren violaciones porque significa arrancarles su identidad y dignidad dentro de un sistema de exclusión”.
Crecer el cabello, un símbolo de resistencia
El cabello, los tacones y otros artículos feminizados son para muchas mujeres trans son símbolo de resistencia que les arrebatan al momento de estar en los penales, señaló Martín Campos.

“Se les corta el cabello, la vestimenta es exclusivamente masculina, existe prohibición de productos femeninos. Una pinza o unos tacones es una práctica de resistencia”, mencionó.
Incluso dichas características que son parte de la identidad de género les son arrebatadas como expresión de poder y discriminación por parte de las autoridades.
“Pensemos en el empoderamiento que supone que una mujer trans después de tanto tiempo ahora tenga su cabello largo y ahora alguien llegue a rapar su cabello. Es un ejercicio de poder que tiene detrás un discurso muy fuerte”, dijo.
El activista concluyó que tristemente el Sistema Penitenciario está muy marcado por la corrupción y la discriminación, lo que muestra uno de los rostros más invisibilizados, menos hablados y menos escritos respecto a los derechos de las personas trans.
(Fotos: Iván Joatzay
