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Afondo

Historias del confinamiento

Durante el periodo que nos vimos confinados en casa entre marzo y mayo de este año, la Escuela abrió un blog en su página web para que profes y alumnas plasmaran sus reflexiones. Estas son algunos de los artículos que se publicaron

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CONFINAMIENTO

POR AURORA LÓPEZ

Uno de los valores que hacen que la vida sea buena y tranquila es el tiempo. Tiempo para llenarlo de cosas que uno quiere hacer, tiempo para hacer todo que antes decíamos que no podíamos por no tener “tiempo”. Ahora, no tenemos prisa por salir, por hacer la comida, por prepararnos para ir a las actividades, para quedar con amigos o con familiares. Tenemos días y días para organizar nuestro TIEMPO como queramos. Tenemos tiempo suficiente para disfrutar el día a día y cada momento del día. Decidir lo que tenemos que hacer, que es parte de nuestra libertad, aunque tengamos que estar sin ella para salir y disfrutar de la naturaleza, de las buenas relaciones, de la familia, y de otro momentos agradables como actividades culturales y de ejercicio físico. Lo que me está ayudando a llevar la cuarentena de una manera tranquila y con paciencia, es tomar mis decisiones en cada momento. Al estar sola, me he organizado haciendo un rato de cada cosa que me gusta y en el momento que me ha apetecido. Por la mañana un rato de meditación, chikum, gimnasia con ejercicios de equilibrio y estiramientos. Lectura, ratos largos, eligiendo novelas que enganchan. Ken Follet, Almudena Grandes, etc. Creo que llevo 4 o 5 y las que quedan para llenar los días que todavía quedan. He dedicado mucho tiempo en recopilar telas de mucho colores dando formas geométricas para formar una colcha muy alegre y colorida. Estoy en ello, creo que va a quedar bonita. Cuanto más dure el confinamiento más grande será y se me acabarán los recortes de tela. Ratos de conversación por teléfono y de Whatsapp, que me llega a cansar porque son sobre el mismo tema y muy repetidos. Televisión , veo poco las noticia y poco más. No tengo sensación de soledad aunque estoy sola y procuro eliminar pensamientos negativos. Acepto el momento con ánimo de que acabe pronto y bien, con las mínimas consecuencias, para la sociedad y para muchas familias que están en apuros. Ánimo y cuidaros mucho que ya queda menos aunque hay que estar siempre preparados para esperar lo inesperado.

INSTALADAEN LADUDA

POR MAITE

No me gusta ser negativa y creo que no lo soy. Estos días de confinamiento he pensado mucho, pero no me apetecía escribir y cuando pensaba en ello solo veía interrogaciones, preguntas sin respuesta. ¿Por qué ha pasado?, ¿cuánto va a durar?, ¿seremos capaces de unirnos como país? Los más catastrofistas, a veces más realistas, aseguran que en cuanto pase la gravedad volveremos a la vida loca e inconsciente que teníamos, a la contaminación, al ruido… yo no estoy tan segura. ¿Cómo volveremos al vermú de los domingos?, ¿a las clases, a las fiestas de la Escuela? Creo realmente que algo está cambiando en nuestro modo de vivir, algunas cosas para mejor ciertamente, el aire que respiramos es mejor, pero otras, no sé. Estoy instalada en una duda permanente.

¿SOMOSMÁS EDUCADOS?

POR JOSÉ MANUEL

Esta mañana he salido a buscar el periódico y hacer un poco de compra, y al regreso me he preguntado si somos más educados que antes. Me lo pregunto porque me han ocurrido algunos pequeños detalles. Con los nervios he perdido el periódico que llevaba debajo del brazo, cuando he sido consciente he regresado y allí estaba en el lugar donde fui a desinfectarme los guantes,¡después de un rato el periódico estaba en el suelo y nadie lo había cogido!. Al poco rato quiero salir y me dejan paso libre y la señora se separa para que yo pase, ¿qué delicadeza?. Salgo a la calle y en vez de pasar por el sitio de costumbre sin paso de peatones, pienso que es mejor andar un poquito y cruzar por el paso de peatones correspondiente. ¿Será verdad que el coronavirus nos está haciendo más educados?

MIGRAN ROMANCE

POR MARÍA VICTORIA

Creo que ningún habitante de este planeta puede presumir de que su vida ha transcurrido sin grandes cambios. Cuando me refiero a cambios, estoy hablando tanto de acontecimientos que nos han llenado de alegría y satisfacción como de sobresaltos y penas muy dolorosas. Me parece que nadie se va de este mundo si haber probado su pedacito de pastel. En los últimos tres años mi familia y yo tuvimos un cambio geográfico muy afortunado, ¡recalamos en Madrid! Somos sortarios. No voy a hablar aquí de todas los acontecimientos que nos han ubicado en nuestra vejentud, sería muuuuuuy laaargo. Me voy a limitar a contar el último mes y medio. En cierta medida, mi esposo y yo tomamos el confinamiento como una oportunidad para tener la libertad de hacer cosas que, por falta de tiempo o por pereza, nunca habíamos podido organizar. Mi esposo, Romel, se puso a estudiar y leer todo lo que encontró sobre la epidemia. Se ha vuelto un experto en el tema. Yo, por mi parte, me puse a hacer planes para la primera o tal vez segunda semana de encierro (ja ja ja eso pensaba). Limpié nevera, ordené closets y, el colmo, limpié las ventanas (tarea pendiente desde hacía tres años). Las lecturas han constituido

una de las formas más placenteras de llevar estos días. Siempre me ha gustado leer. Pero, (qué vaina que siempre hay un pero). Es ahora cuando entro en mi relato. MI GRAN ROMANCE CON EL PEROL VIRTUAL Se me ocurrió que ésta era la oportunidad de aprender a usar bien el ordenador. Me inscribí en un curso de clases on line (¡esa Universidad de Cambridge tan ayudadora!). Y así empecé una relación de amor /odio con el perolito informático. Por una parte, reconozco las ventajas que me ha reportado el manejar mis archivos en el ordenador. Aprender power point y google classroom y dejar de llenar páginas y páginas en los cuadernos. Hasta aquí nuestra luna de miel entre él y yo. Entonces fue cuando el bicho empezó a enseñar su verdadera cara. No conseguía la página donde había trabajado, le dabas al botón equivocado y te llevaba a la estratosfera, aparecía la pantalla en blanco (o en negro) sin ningún icono para salir, te decía que habías metido la clave incorrecta, cuando querías descargar algo gratis de la Web te decía, este sitio es gratis. Solo tienes que poner tu nombre, correo, teléfono, tarjeta de crédito, el nombre de tus tatatarabuelos, tu tipo de sangre, carta de antecedentes penales y número de tu partida de defunción. ¡Fácil! En esos momentos, aunque yo deseaba fervientemente que llegara el AMOR, lo cierto es que todo lo que se me atravesaba por la mente era buscar el ICONO DE DESCARGA ¡que me permitiera mencionar a la madre de Bill Gates o a la de Steve Jobs! En fin, hemos llegado ahora a un tranquilo entendimiento, él seguirá haciendo lo que siempre hace y yo, bueno yo he terminado por aceptar que eso es lo que hay. Pero una cosa si quiero dejar clara, los esposos humanos son mucho mejores que estos robots cabezotas que siempre que aprieta el mismo botón obtienes la misma respuesta. ¡Vivan los impredecibles humanos!

DÍASDE COLORES

POR Mª CARMEN GONZÁÈZ

Suelo ver los días de diferente color. Se entremezclan a lo largo del día muchas veces, dependiendo de las horas. Las primeras horas del día suelen ser colores claros, llenos de guiños que me ayudan a ver las cosas de forma más positiva. Hay días que los veo rojos, con los bordes negros. Esos son los peores. Se mezclan peleando para tratar de salir uno de ellos victorioso. Luchan por vencer el corazón y la realidad. Suele ganar el negro. Con la realidad de esos números en que se han convertido las personas que nos han dicho adiós, que se han ido en silencio y sin despedidas. verde. Ese verde que veo todas las mañanas cuando abro la ventana. Ese verde que esta primavera invade todos los rincones. Ese verde esperanza de puertas abiertas y que me ayuda a esperar un futuro mejor..

UNDÍA ESPECIAL

POR ANGELINES JIMÉNEZ

Hoy 23 de abril. Hoy es un día muy especial, primero porque es el día del libro y el libro forma parte de mí, siempre he tenido un libro en las manos, mi casa está adornada con libros, creo que es la mejor decoración, ellos siempre me han acompañado tanto si he sido feliz o no. Cuando era pequeña, mi madre me prometía que si comía (yo era muy mala comedora) me compraba un cuento. Siempre soñaba con libros, de joven, me leí a todos los clásicos, y sigo igual con mis ganas de leer. Dicho lo cual hoy 23 de abril, a las doce de la mañana, me casé, fue un día muy feliz que nunca se me olvidará y que está siempre presente en mi vida, por lo tanto. El 23 de abril es mi día.

PORUNOSNUEVOSVALORES

POR C. SÁNCHEZ-SILVA

Abre los ojos. Mira. Aquí, aislados en ropa de andar por casa, y sin apenas poder movernos por unos

metros que son escasos. ¿Es esta la vida que queremos tener? Seguro que no. Pero es la que nos hemos dado. Son las consecuencias de la globalización. De esos viajes alrededor del mundo de los que disfrutamos, de ese consumo compulsivo en el que estamos instalados, de esa frivolidad que nos hace olvidar lo importante. Es el momento de recuperar valores antiguos. Los que nos habéis enseñado con vuestro ejemplo. Es tiempo de solidaridad, de esfuerzo compartido y responsabilidad. De sacar fuerzas para recuperar un mundo mejor del que dejamos cuando irrumpió el coronavirus. Vamos a plantearnos las prioridades. La salud, la familia y los amigos cobran más importancia que nunca. Vamos a salir a la calle con ganas de vivir y de insuflar nuestra alegría a los demás. La crisis económica que se avecina no nos puede parar. Luchemos contra ella con ahínco y ayudando a los demás. Como dice nuestro lema, participando creamos escuela, creamos sociedad.

ENLACOLA

POR PILAR ITURRIOZ

He de reconocer que la primera vez que salí a la calle, llevaba confinada 15 días, estaba tan concienciada de la necesidad de ser responsable y solidaria que el miedo me invadió. Tensión al llamar al ascensor con unos guantes que me hacen sentir torpe y a los que no me acostumbro; empujar la puerta con el culo porque no voy a decir espalda y salir al portal, fue traspasar una frontera invisible. Noto el aire límpido, cruzo un pequeño jardín, bastante frondoso, hay gotas y pequeños charcos, espejos borrosos creados por el riego automático; continúo caminando con el chirrido acompasado de las ruedas del carrito de la compra (tengo que aplicarles aceite, hasta ahora, no había sentido con tanta nitidez esa partitura a coro que me acompaña al ritmo de mi paso). No me he cruzado con nadie. No hay circulación, ni coches buscando aparcamiento. Aparece un anciano tras una mascarilla azul cielo, lleva un perro con una correa, es un perro mediano, marrón con el morro blanco y andar cansino. Nos miramos e intuyo que me sonríe, no puedo saberlo con la mascarilla; no le conozco. Vamos en paralelo hacia el Ahorramás, mi paso es más ligero así que llego antes y me coloco a 2 metros de una señora con una chaqueta beige y zapatillas de estar por casa, tiene aspecto somnoliento y la mirada ausente. Alzo la vista y pienso, de aquí a media hora, no entro en el súper, esto va muy lento, va para largo. En el escaparate de la tienda de flores todavía dos tiestos tienen flores, son calanchoes; la vida continúa detrás de los cristales, sin clientes, sin miradas, vida por inercia. Vuelvo a alzar la vista; llevamos 15 minutos y apenas hemos avanzado. Miro el reloj de pulsera. ¿Estará estropeado? Voy a comprobarlo en el móvil. Lo tengo en la mano y me han llegado varios Whatsapp. Bueno, es una forma de pasar el rato, pienso, voy a contestar. Sostengo el teléfono con una mano pero no soy capaz de hacerlo funcionar con los dichosos guantes. ¿Me los quito? Me vuelvo para acomodar el carro e intercepto la mirada atenta del anciano. El perro

está tumbado a su lado. Casualmente la persona que mediaba entre nosotros en la cola, se impacienta y se va. Vuelvo a mirar al anciano, estoy segura que me sonríe aunque no puedo ver detrás de una mascarilla, pero sí, “estoy segura”. Guardo el móvil en el bolsillo y le saludo: “Buenos días, hemos coincidido en el semáforo de camino… Qué perro tan bueno, qué tranquilo…” … Nos contamos anécdotas, pequeños detalles amables, trabajaba en una imprenta, a mi me encantan los libros pero los de “verdad”, los de papel… Cómo ha cambiado el barrio desde que él llegó hace más de 40 años… Sus dos hijos viven fuera de Madrid, es viudo, está sólo, bueno realmente no está solo porque le acompaña su perro “Cholo”… “Cholo” ¿como el entrenador del Atlético de Madrid? ¡Claro! ¡yo también soy rojiblanca!… ¿Qué pasará con la Champions?… Fueron más de 30 minutos de charla, sin conocernos, separados por 2 metros, quizás menos, compartiendo, comprando y vendiendo compañía, sabiduría humana sin precio… en LA COLA, sonriendo detrás de una mascarilla.

RESURGIRALA VIDA

POR PAULA CUADRADO

Yo no sabía que había mangos de avión y mangos de barco. Unos días antes del confinamiento, me comí un mango riquísimo. Según el frutero, era de avión. Esto me llamó la atención y compré dos uno de cada, para comparar. Nada que ver uno con otro, claro que el de avión me costo el triple, pero mereció la pena (en olor y sabor). Soy muy amante de la naturaleza, eso me viene de mi madre. Me gusta plantar de esquejes y semillas, así que puse mi semilla de avión a germinar y solo tardo 40 días en brotar, los mismos que yo llevaba de confinamiento. Pasé la semilla a un tiesto y cinco días después ya tenía sus primeras hojas. Dicen que el crecimiento del mango es muy lento. Así nos está pareciendo el confinamiento. Nosotros tardaremos más en germinar pero seguro que cuando salgamos de ésta estaremos bien maduros para poder afrontar esta nueva vida. Nuestro tronco será más fuerte y nuestras hojas y frutos serán diferentes.

ANSIEDAD

POR MARI C. GÓMEZ

Ansiedad, estrés, depresión, llamémoslo como mejor lo entendamos. Es algo que venimos sufriendo muchas personas cuando los sentimientos son alterados por circunstancias adversas que traicionan nuestra sensibilidad, se instalan en el estómago, suben a la garganta y nos impiden respirar con normalidad. Lo que ahora estamos pasando, la incertidumbre y no saber cómo será el futuro que nos espera, impide que pensemos con serenidad. Creo que cuando acabe el confinamiento y podamos abrazarnos y besar a nuestros hijos y nietos, y reunirnos con los amigos, desaparecerá la ansiedad que tenemos instalada en el cuerpo.

CORAJEPARA AGUANTAR

POR RUFI CAMPOS

El Covid-19 nos ha recluido en casa desde hace 46 días. ¡Y lo que nos queda! ¿Cómo en el siglo XXI, con lo

avanzada que esta la humanidad, ha podido suceder esta pandemia en todo el planeta? No hay contestación. Pero la vida sigue. Mi ritmo es sencillo. Hoy sábado, limpieza de casa. Todos los días, misa a las 11; ver y contestar WhatsApp, que lleva su tiempo; tomar el sol, hacer chi-kung, la comida para varios días… Después de comer, al sofá. Película con siestecita corta. Luego, lectura. He releído “La Madre”, de Peart S. Buck; “Aquí París”, de Pío Baroja; “Una vida en imágenes”, de su sobrino, Julio Caro; “Parte del gallo de hierro”, un viaje en tren por China de Paul Theroux, y ahora “Mustang, reino prohibido en el Himalaya”, algunos conocéis mi afición por el país de Shangri-La, “paraíso perdido”. Emocionante para mí la noche del plenilunio. Las nubes que cubrían el cielo por unos minutos se abrieron y la luna resplandeció en su plenitud. Tuve la suerte de volver a verla a las dos de la madrugada, ya con el cielo despejado. Fue maravilloso. Las celebraciones religiosas en el Vaticano durante Semana Santa han sido muy emotivas. La plaza de San Pedro en plena noche, vacía y lloviendo, y el Papa bajo el Baldaquino rezando por los fallecidos, los enfermos y la humanidad entera. Los oficios religiosos del Jueves y Viernes Santos, las misas de las 9 de la noche del Sábado Santo y la del Domingo de Resurrección en la basílica vacía conmovían el alma. También el viacrucis del Viernes Santo, con la lectura de los relatos de los presos que contaban su historia. Han pasado 46 días sin salir de casa y no he sentido ni aburrimiento ni soledad, palabra tan usada en los medios de comunicación refiriéndose a las personas mayores que vivimos solas. Espero tener coraje para aguantar hasta el final. Dios mediante, seguiré contando.

CONFINAMIENTO

POR MARISA PALAO

Para ser sincera, a mí el quedarme en casa no me ha supuesto mucha angustia, dado que tengo un perrete que me mira con ojos tiernos, como entendiendo que eran tiempos difíciles y las carreras de momento se le habían acabado. He podido salir a la calle tres veces al día, con lo cual ha sido más llevadero, eso si, salir a la calle sola con un silencio abrumador y no ver a nadie, bueno algún pirado que lo del confinamiento no iba con ellos y salían en parejas como si nada. Lo que de verdad me han faltado han sido las clases, el socializar con mis compañeros, el paseíto en bus y las charlas de los profesores. Todo eso me ha faltado, con lo que estoy pensando que para el próximo curso, si dios quiere, me tendré que apuntar a las más posibles para recuperar el tiempo perdido. Otra cosa que me han faltado, han sido los abrazos, desde el 8 de Marzo que comí con toda mi familia, por mi cumple, no he tenido contacto con nadie, mi hija me hace la compra, me la deja en el felpudo y si no fuera por las videollamadas…… Creo que el final de esta pesadilla está próximo ,ojalá podamos vernos pronto.

YAQUEDA MENOS

POR PEPI MARTÍNEZ

Ya nos queda menos para poder salir a la calle. Sí saldremos a la calle pero con mucho resquemor y desconfianza, también con esta incertidumbre que nos tiene el corazón muy dolorido, porque esto que estamos viendo no lo he visto en mis años de vida: los niños encerrados, las calles vacías sin nuestros mayores viendo las obras que hacían en el barrio, todos dando sus opiniones. Qué triste está todo, hasta el cielo está triste, llora, nublado. Yo quiero pensar que él también lo está pasando mal, ¿qué está pasando dios mío? Todos estamos muy triste porque todos hemos perdido a personas maravillosas, esto parece una película de terror, no saldremos a la calle sin miedo, como antes no. Nos acercaremos a nuestros amigos con miedo, con mucho miedo, no nos atreveremos a darles un beso ni un abrazo, estaremos fríos pensando, ahora solo nos queda esperar. ¿Qué es lo que pasará de aquí en adelante?