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Más escuela Aranjuez en otoño Taller de música improvisada

Aranjuez en otoño

POR ANGELINES

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HACE UNOS DÍAS el otoño regresó a nuestras vidas. No sé a vosotros pero a mí el otoño me encanta. Es la temporada de los comienzos, o así me lo parece desde mis tiempos escolares. Hay muchas celebraciones como el 1 de noviembre (día de los Santos) es una festividad religiosa que se celebra anualmente en gran parte de los países con tradición católica. Celebramos Halloween la "noche de brujas" la centenaria tradición que mezcla hogueras, embrujos, calabazas y caramelos. También es la estación más romántica del año y nos toca ponernos melancólicos, porque es el sentimiento que mejor le sienta al sol que ya no arde, a las hojas caídas, y al olor de los suelos mojados por la lluvia, o a la migración de las aves. Si, el verano ha terminado, pero empieza el bello espectáculo que cubre los paisajes con un manto de color de fuego. Cada hoja que cae habla de felicidad, fotografías otoñales salpicadas con letras, poesías, citas y versos. El otoño es un mosaico que con cautela quieres pintar en todo su esplendor. Las hojas de los arboles caducos cambian su color verde por tonos ocres, hasta que se secan y caen ayudadas por el viento que sopla con mayor fuerza. Me gustan los alimentos propios de la estación, como una buena ensalada con granada o un rico plato de setas, siendo muy natural recogerlas en el campo, nosotros hacemos excursiones en el pueblo para buscarlas y según la cantidad que podamos encontrar, nos reunimos en una casa y organizamos una comida cocinando unas riquísimas setas con huevos que están para chuparse los dedos, también asamos castañas, batatas, en una chimenea que previamente está encendida para estos menesteres, y de esta manera nos pasamos una tarde otoñal muy feliz, bien jugando a las cartas o leyendo o recitando poesías. El otoño pues, es el momento perfecto para organizar salidas y nuestra Escuela nos brindó la opción de hacer una escapada por los jardines de Aranjuez. Pasamos un día estupendo, el paisaje espectacular con colores propios de la estación, paseando sobre hojarasca seca, aire puro y buena comida. Durante toda la mañana fuimos recorriendo los diferentes sitios interesantes acompañados de la guía que nos explicaba todo que queríamos saber. Cualquier momento del año es bueno para acercarse y dar un paseo por Aranjuez, aunque probablemente sea en otoño cuando el tercer municipio más visitado de la región despliega su mayor magia y encanto. Su situación privilegiada en torno a los ríos Tajo y Jarama convertía a este municipio en el lugar elegido por Felipe II para pasar los meses de primavera, una costumbre a la que sus

sucesores darían continuidad, modelando la ciudad a su gusto con la ayuda de arquitectos como Francesco Sabatini y Juan de Villanueva. A través de nuestro recorrido descubrimos una naturaleza fascinante que nos hacía recrear nuestra paz interior y sentirnos más vivos y más vitales, llenos de energía para comunicarnos con el grupo con mucha empatía hablando unos con otros, comentando todo lo que veíamos y también de nuestras cosas. Nos reímos mucho porque por la tarde empezó a llover, y la gente que no llevaba paraguas, se puso un disfraz muy gracioso para protegerse de la lluvia. (Ya tenemos tema para los carnavales). Debido al constante cuidado y protección de los jardines, estos gozan de una amplia variedad de especies vegetales de enormes proporciones y de mayor antigüedad en perfecto estado. Por lo que constituye un valor añadido a la importancia del jardín real. Entre estas especies destacan algunos como el pino piñonero, el magnolio, el ciprés, el madroño o el plátano entre otras. De esta última destaca sobre todo lo demás un ejemplar llamado Plátano de la Trinidad que, con 220 años de edad y 56 metros de altura, es el árbol más alto de la Comunidad de Madrid. Fue muy saludable el contacto con la naturaleza, e ir por esos paseos llenos de aire limpio y de silencio, pero que nos hizo andar, andar, y como decía Antonio Machado, "caminante no hay camino, se hace camino al andar", pues eso, que el escenario irresistible de belleza, nos llevó a otros enclaves si cabe más hermoso. Aparte de las numerosas flores y árboles de toda clase del jardín, destacan sus tres fuentes; La de Hércules y Anteo, la de Ceres (situada anteriormente en el jardín del Príncipe) y la de las Nereidas. La Fuente de Hércules y Anteo, la más espectacular del jardín, fue mandada construir al arquitecto Isidro González y el escultor Juan Adán por Fernando VII en 1827. Sobre el pilar central se encuentran las estatuas de Hércules, agarrando con sus fuertes brazos y levantando del suelo a Anteo. En la base del pilar, hay un nicho que representa Hércules niño luchando con una serpiente, así como una pitón vencida. Hay también diversos trofeos de caza como muestra del poder del héroe mitológico en sus doce trabajos; un ciervo, un toro, un león y varias serpientes. En los extremos de la fuente, que es ovalada, encontramos dos columnas con las palabras "Ávila" y Calpe" así con la leyenda "Non Plus ultra". Por último, el borde del estanque está adornado con diversos jarrones con flores, realizados en plomo y pintadas de color mármol. Esta fuente se encuentra edificada sobre la anterior Fuente del Tajo, en la que el río estaba representado por un anciano sentado sobre un haz de cardos, que sujetaba una serpiente. Jardín de la Isla; Este jardín llamado así por encontrarse rodeado por tres lados por el rio Tajo y por el sur por una ría artificial, se encuentra al norte del Palacio Real. Se accede a él desde el Parterre, pasando por encima de la presa que crea la ría, mediante un puente en forma de rampa, así como por una escalinata de 1744. Franqueada por seis estatuas sobre otros tantos pedestales, a cada lado de las compuertas de la presa,

el agua del Tajo desciende por sendas cascadas. Con numerosas flores y árboles frondosos, este jardín posee numerosas fuentes y estatuas, así como de diversas estufas e invernaderos. Las principales fuentes son las de la Boticaria, la de Hércules e Hidra, la de Apolo, la del Reloj, la del niño de la Espina, la de Venus, la de Diana, la de Baco y la de Neptuno. Fuente de la Boticaria: Nada más entrar en el jardín a través del puente en rampa, se encuentra la fuente de la Boticaria, con vaso circular, con figuras de niños con conchas y rocas. Al fondo. Se alza imponente el llamado Salón de los Reyes Católicos, un paseo de más de 300m arbolado con plátanos, situado junto al dique alto del Tajo, al que separa una barandilla de hierro con pedestales y jarrones al igual que en el foso del jardín del Parterre. Fuente de Apolo: Del siglo XVI, está justo después de la de Hércules con un zócalo, basa y pretil de mármol octogonales, en cuyo centro se halla una taza con la figura de Apolo con la planta puesta sobre un dragón. En el pretil pueden verse diversos relieves, con un pie de sátiro en cada esquina. Fuente del Reloj: Este paseo nos lleva directamente a la fuente del Reloj, también conocida como de las horas o del Anillo, que se encuentra en una plaza cuadrada, franqueada por seis bancos de piedra con una fuente en el centro. Cuando se encuentra en funcionamiento la sombra del chorro del agua va marcando las horas como si de un reloj se tratase, sobre los bordes de la fuente. Fuente de Venus: También conocida como de Don Juan de Austria, pues se cree que la piedra con la que está construida fue conseguida en la Batalla de Lepanto. Situada en el centro de una plaza octogonal, se compone de una gran taza, donde se halla una figura de Venus en bronce, en actitud de secarse el pelo con las manos. Fue enviada a España desde Florencia en 1571. Fuente de Neptuno: Del italiano Alessandro Algardi, está situada en la parte más alejada de la entrada al jardín. Representa al dios Neptuno sobre un tazón empuñando su tridente con la mano derecha. Está sobre un carro con forma de concha, tirado por dos caballos marinos. Alrededor, sobre cuatro pedestales, encontramos las diosas Cibeles y a Ceres, cada una con una corona con forma de castillo. Y sobre sendas carrozas tiradas por leones, sujetadas por niños.

En el tercer pedestal se encuentra Juno, sobre un pavo real, mientras que en el cuarto, Júpiter está sobre un águila que se apoya en un globo terráqueo, sujetado por tres titanes. En el pedestal central puede leerse la leyenda; El Rey N.S Don Felipe III mandó hacer esta fuente, siendo gobernador. Y por último os presento la Fuente de Narciso: La primera obra de Joaquín Dumandre, muestra al hermoso Narciso junto a su perro, asomándose a un hermoso tazón sobre el que se encuentra en lo alto de un pilar, a punto de caer en él. Sujetan al tazón cuatro robustos Hércules. Por la tarde vimos en funcionamiento dos de las fuentes más importantes, la pena es que nos empezó llover y algunas se mojaron bien, pero el juego de agua de las fuentes, merecieron el mojarnos. Las fuentes que vimos en funcionamiento, fueron Ceres y la fuente de Narciso. Os podía contar muchas cosas más, pero lo dejaremos para la próxima excursión. Gracias a nuestra Escuela por todo lo que nos ofrecéis.

Taller de música improvisada

POR PALOMA CARRASCO LÓPEZ

ELVIERNES 22 DENOVIEMBRE de 2019 tuve la oportunidad de realizar un taller de música improvisada con alumnos de la Escuela de Adultos. En principio la idea era contar lo que hago y compartir lo que me ocupa en estos momentos en mi práctica e investigación musical, que se centra en la improvisación libre, y explicar un poco en qué consiste esto. Para mí no había mejor manera de introducirlo que creando una situación en la que pudiéramos improvisar juntos. Hacía unos días había estado compartiendo trabajo con dos bailarinas en un centro cultural. Presentábamos una improvisación de danza y música a un público de un perfil parecido al que tuve en la Escuela de Adultos, en cuanto a la franja de edad y en cuanto a que nunca habían tenido contacto con la improvisación libre. Fue curioso que la mayoría permaneció allí hasta el final, y que muchos acabaron lanzando todas sus preguntas sobre el significado de aquello, para concluir: "pues yo no he entendido nada". Ahí una vez más lo vi claro: no hay contenidos que explicar, no hay teorías ni historias que entender. ¿Qué quiero contar con lo que hago? ¿Por qué lo hago? Lo que quiero contar es que esta manera de crear, la improvisación libre, no pretende nada más (y nada menos) que afilar estados de consciencia que nos permitan conectar con el presente más auténtico, el aquí y el ahora, para desde ahí generar procesos perceptivos y creativos que respondan a y se alimenten de lo que sucede en ese instante. Mi trabajo consiste en explorar estas relaciones con el momento y el lugar presentes, desarrollando herramientas de creación musical lo suficientemente flexibles e interesantes como para poder responder creativamente a esas tomas de decisiones basadas en la inmediatez y en lo impredecible de cada instante. Lo que hago, la libre improvisación, tiene que ver con la presencia y con el presente. Y para mí, cuando la pongo "en escena", cobra sentido sólo si soy capaz de hacer partícipe al público de esa co-responsabilidad del acto perceptivo-creativo, si soy capaz de sumergirlo en esa escucha que lo explica todo (y que es nada), esa escucha que los que practicamos libre improvisación necesitamos tener bien entrenada. Entonces podemos entender mejor eso de que la belleza está también en la mirada del que observa, en el oído del que escucha, en el espíritu del que se deleita. Una de las preguntas que también surgían ese viernes en la escuela de adultos tenía que ver con la belleza. ¿Es bello lo que resulta cuando tocamos improvisación libre? ¿O qué tipo de belleza buscamos? Creo que no busco más que la belleza intrínseca a ese instante de escucha profunda compartida; eso es para mí bello en sí mismo. El poder intervenir musicalmente ese instante, y hacernos partícipes y re-creadores de esa realidad efímera compartida, lo vivo como el compartir un secreto, como el descubrir y disfrutar un tesoro

que entre nosotros queda y que nos llevó a transitar por espacios de exploración y disfrute singulares, observando cómo se generaban o se diluían eventos sonoros que significaban por cómo se iban tejiendo en ese devenir, más que por cómo quedasen o no colocados para una "photo-finish". Algo difícil de explicar, sí. Por eso intenté no explicar mucho, sin antes ejercitarnos en esa escucha profunda del presente y de lo presente y, desde ahí, aventurarnos en una intervención musical colectiva y espontánea del espacio escuchado. Me interesa mucho también que se pueda vivenciar en la práctica la sensación de que no sólo puede hacer música el que domina técnicamente un instrumento, sino el que domina la escucha creativa. Es más, creo que ser un virtuoso de la técnica no garantiza la musicalidad; y creo firmemente en que el disfrute a través de la música y de la escucha está al alcance de todos. Así es que quizás mi objetivo último con el taller de aquel viernes era hacer entender o poder vivenciar (sin pretender explicar) que la escucha profunda está al alcance de cualquiera y que puede acercarnos al disfrute de experiencias estéticas diferentes. ¿Lo conseguimos? Durante la sesión fue bellísimo y emocionante contemplar la entrega del grupo, el respeto al silencio, a la escucha y a la acción colectiva, la participación... aun cuando para muchos aquello "no era lo que esperaba". Valiente ejercicio el de quedarse a improvisar con lo que encontraron de imprevisto aquella tarde, y más con aquel nivel de respeto y compromiso. La belleza de todas las imágenes circulando por aquella rueda de cierre, que me devolvía literalmente paisajes (ante mi ligereza al referirme al "paisaje sonoro"), emociones, sensaciones, recuerdos, deseos, preguntas, silencios, …; la belleza de todo lo que aún resuena en mí de aquel camino transitado, que me devuelve aún aquellas miradas de todos los colores: miradas de curiosidad, de duda, de alegría, de juego, de deseo, de incógnita, de tierra trágame, de aquí voy yo, miradas al interior, al más allá...; todo ello no hace más que confirmarme que al menos compartimos nuestro aquel tesoro aquella tarde. Muchísimas gracias a todos los que lo hicisteis posible.

Viejos

POR M. C. GONZÁLEZ

MEGUSTALAPALABRAVIEJO. Con todo su significado. La prefiero a otras como, tercera edad, mayor y muchas otras (todas sin diminutivos) que se utilizan hoy día, sucedáneos que utilizamos hoy día para tratar de no decir que somos viejos. En mi niñez siempre la escuché como algo cariñoso, aunque a veces le añadiesen cascarrabias. "Es muy viejin" era una expresión cotidiana. Alguien a quien se le cuidaba, se le escuchaba y se le tenía en cuenta. Alguien que siempre tenía algo que contar, algo que compartir y algo que legar. No olvido los cuentos de mi abuela al oscurecer. Cuentos inventados de los animales que nos rodeaban. Las historias de miedo contadas en las cocinas de leña durante las largas noches invernales. Historias que cuando íbamos a la cama hacían que nos tapásemos la cabeza para hacernos invisibles. Las tardes sin prisas, café tras café, cuando venía a vernos mi otra abuela, con ese popular saber conversar, que lograba hacernos capaces de visionar lo que iba relatando. El vecino sentado en la esquina, con las manos apoyadas en el bastón, que te embobaba con su cadencia tranquila y sin prisas. O, aquel otro del que huías para no oír sus reproches, no te metas ahí, no toques eso, no robes manzanas, no... Todos eran viejos, a veces muy viejos. Con su experiencia de vida, con sus enseñanzas, con la tranquilidad que dan las horas sin tiempo y con el regalo de su sonrisa. Hoy día no existe nada de eso. A mi me sigue gustando la palabra viejo. Soy vieja con todo su sentido. Una vida casi vivida, que sigue llena de sueños, aunque la mayor parte de las noches sean de duermevela. No disfracemos la palabra viejo. Es un honor llegar alcanzarla y compartir todo todo lo que implica. Me encantaría ser una vieja de moño, toquilla y mecedora, pero... me tengo que conformar con ser una vieja de móviles e Internet