Estrellas perdidas

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Star Wars: Estrellas Perdidas

A él no le quedó otra opción más que unirse, pero por el resto de la velada, Thane no pudo pensar en nada más. Por momentos quería regresar a la academia, recorrer cada pasillo de cada piso hasta encontrar la oficina de resultados estudiantiles, después ver a los ojos a quienes trabajaban ahí y golpearlos en el rostro, duro. En otros momentos quería encontrar una máquina del tiempo para regresar y decirle a su yo más joven que no fuera tan idiota. Hasta pensó en qué decía la estratagema de la academia acerca del Imperio y de la manera en la que trataba a sus oficiales. Pero más que nada, quería hablar con Ciena, a solas. Cuando el baile finalmente terminó, Thane se metió entre las multitudes, buscando la melena oscura de Ciena o el color azul violáceo tan único de su vestido. Era difícil ver a través de los diplomáticos hipócritas, de las cortesanas risueñas y de los oficiales militares con vestimentas oscuras. ¿Por qué se sentía tan extraño recordar que él es uno de ellos? Primero vio a Jude. Era casi una cabeza más alta que casi todos los del salón y su vibrante vestido naranja llamaba la atención. Mientras se acercaba, Thane pudo escuchar cómo Jude decía: —Como no tenemos toque de queda esta noche o alguna tarea asignada para mañana, esta es la ocasión ideal para explorar la famosa vida nocturna de Coruscant. Siempre me he sentido curiosa acerca de los clubes de aquí, especialmente de la Estrella Creciente. «Sólo Jude Edivon podía hacer que una noche de fiesta sonara como un experimento científico». Thane tuvo que sonreír ante el pensamiento, pero después vio a Ciena y todo lo que pasaba por su mente desapareció. —En realidad, Jude… —dijo, aprovechando la oportunidad—, esperaba que Ciena y yo tuviéramos… mmm… pasáramos un rato poniéndonos al corriente. Jude los miró alternadamente, con una ceja levantada. Ciena respiró profundamente. —Thane y yo debemos hablar. Si no te molesta, Jude. —Para nada. Iré con los demás. —Jude señaló a un grupo de oficiales jóvenes, varios chicos y varias chicas que parecían estar esperándola. Cuando Jude se alejó lo suficiente, Thane dijo. —¿Con cuál de todos se está yendo? —Tal vez con todos. —Ciena volteó a verlo, sus manos estaban entrelazadas frente a ella, un gesto que Thane reconocía de los valles; no conocía su significado, pero sabía que era formal e importante—. Thane, yo no creí que la academia fuera responsable y discutí contigo por eso, poniendo en entredicho tu honor. Eso fue una gran falta. —No. No digas eso. Tú no eres la responsable, Ciena, al menos no más que yo. Creo que ambos hemos sido unos idiotas. Pero la verdadera culpa la tiene el monstruo de la oficina de resultados estudiantiles que nos hizo esto. Ella parpadeó, como si estuviera impactada. —Nunca intentaron que las cosas se pusieran tan mal entre nosotros dos. Eso lo hicimos nosotros.

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