Velasco Ibarra

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de que no robe a otro. Los efectos fueron catastróficos. Ante la indiferencia moral del Estado-gendarme, del Estado que se abstenía de intervenir en moral, surgió la especulación económica como única norma, vinieron la maquinaria industrial y el capitalismo, y la trituración completa del hombre débil. En el afán de hacer dinero, el hombre no ha sido considerado para nada. Todo se ha reducido a la explotación, a humillar al obrero, a sacar dinero con fraude o sin fraude. He aquí el Estado amoral de la primera parte del siglo XIX cuyas consecuencias lamentamos37.

Como una reacción violenta a ese Estado amoral ha surgido entonces el ‘Estado totalitario’, donde “no hay más que una voluntad, un solo foco de acción”, a diferencia del ‘Estado normal’ donde hay muchos centros que irradian acción. Para obtener sus fines, “el Estado totalitario tiene que centralizar la administración, y centralizar la enseñanza; tiene que fomentar el militarismo [y] el nacionalismo económico”, quedando un solo centro de acción y participando las demás voluntades y acciones en la acción central. Velasco Ibarra censura el Estado totalitario cuando afirma que “no es racionalista ni cientista”38, y lo critica “desde el liberalismo y desde la doctrina social católica, argumentando, en ambos casos, la inspiración moral del Estado, de la que viene también la sujeción del derecho y a la ética”39. Para Velasco Ibarra, “los sistemas totalitarios, racistas, nacionalistas o proletarios, están condenados al fracaso”, y dicha afirmación se apoya en la idea de que “el hombre es un ser poseído de la inquietud de los valores morales”; por ende “ningún Estado totalitario llena la totalidad del anhelo ético”, pues la libertad política otorga la flexibilidad indispensable al hombre para que éste se acerque a los valores morales. “Desde las cavernas, desde la ciudad romana, desde el Estado del Inca, la historia es el esfuerzo de los hombres por el derecho, por la armonía, por la libertad, por la vida sincera”40; y en contraposición a la forma totalitaria del Estado, Velasco plantea un ‘Estado del provenir’, pensado como una asociación de actividades libres de hombres, grupos y regiones. El Estado extenderá su acción en cierta esfera sin perjuicio de las autonomías individuales

37 Ibídem, p. 36. 38 Ibídem, pp. 37-38. 39 Enrique Ayala Mora, op. cit., p. 66. 40 J. M. Velasco Ibarra, “El Estado del porvenir”, en Poder político, Compilación de conferencias dictadas en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, 1938, p. 94.

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