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JANN REZNAK
from PLAYGRANDE - N01
by PLAYGRANDE
ENTREVISTA
LA JOYERÍA GRASSY, UN EMBLEMA DE MADRID, NOS ABRE LAS PUERTAS A UN UNIVERSO DE TRADICIÓN Y LUJO
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JANN REZNAK, director de la joyería Grassy, nos descubre casi setenta años de un saber hacer exquisito en torno a la alta relojería y joyería
IRENE IGLESIAS ÁLVAREZ | 16/11/21 MADRID
Una empresa familiar. Ese es el origen indiscutible de la joyería Grassy, un emblema inequívoco de Madrid. Setenta años de antigüedad y cuatro generaciones respaldan un savoir faire inimitable en la capital. Nacido en Constantina, Argelia, de origen italiano y nacionalidad francesa, Alexandre Grassy, fundador de la maison, aterrizó en España a nales de los años veinte del pasado siglo. Así fue alumbrado un negocio que vió la luz en plena Gran Vía, en el corazón de Madrid.
En el año 53 Grassy inaugura uno de sus locales más icónicos en la proa de la conocida calle, en el que ha sido apodado ‘el edi cio Rolex de Madrid’. Un establecimiento que convivió con su homónimo en el número 29, considerado el tramo más importante de joyerías de Madrid. Allí, Alexandre Grassy atendía con mimo, entendimiento y sutileza a sus clientes más exclusivos. A nales de los 80 el éxito era abrumador, por lo que el negocio familiar volcado con la alta relojería y joyería abrió otra boutique en Ortega y Gasset. Hoy en día es Yann Reznak, tercera generación de los Grassy y director de la rma, quien nos acompaña a través de los años reviviendo de manera conjunta la historia de un icono de la ciudad. A continuación, Grassy Madrid.
Un paseo por la historia
La joyería Grassy encaramada en Gran Vía fue alumbrada en los años veinte como una relojería predominantemente. Durante su época de esplendor, apunta Yann Reznak, “contaba con alrededor de 25 relojeros en el taller y ya albergaba muchas marcas hoy en día muy conocidas”. Fue años más tarde, en la década de los 50 cuando la familia Grassy se especializa también en joyería creando, además, sus propios talleres. Al mismo tiempo, “mi abuelo que era un gran coleccionista de arte, fundó el museo que hoy tenemos el privilegio de mantener y hacer valer de cara al público”.
Sin lugar a dudas, la joyería Grassy es un símbolo de vanguardia, tradición y esmero. Una rma con solera, una reconocida puerta hacia el lujo, el detalle y la so sticación más distinguida. La historia de joyería Grassy -también la de Madrid- “pasa por mi abuelo, por mi padre y ahora por mi hermana y por mí”. El resto, haciendo referencia al propio porvenir, “lo dirá la propia historia”, apostilla Yann Reznak.
ENTREVISTA
El museo de Grassy Madrid, una obra de arte viviente
Sobre el Museo del Reloj Antiguo emplazado todavía en Gran Vía, el director de la maison lo tiene claro: “nace del amor por el arte de mi abuelo”. Parte de las piezas que componen este “museo vivo” desde su inauguración en 1953 provienen de la colección privada del coleccionista catalán Pérez de Olaguer-Feliu –una de las más importantes a nivel internacional–, formada mayoritariamente por piezas inglesas y francesas de los siglos XVIII y XIX. Alexandre Grassy, apasionado amante del reloj antiguo, completó la colección con interesantes piezas que fue comprando poco a poco. La muestra es una excelente lección de historia sobre las tendencias y la evolución de la relojería hasta mediados del siglo XIX, cuando los relojes se empiezan a producir industrialmente.
“Tenemos una gran colección de relojes franceses: Luis XIV, Luis XV, Luis XVI, Imperio, Napoleón…”, asegura Reznak. Sin embargo, ahí no queda todo puesto que también alberga relojes ingleses y una curiosa colección de relojes japoneses. “La pieza más antigua que tenemos es un autómata, un mono de la época de los Salzburgo, de Núremberg, 1550”, revela apasionado. Un museo que abarca casi cinco siglos de historia y del que se puede disfrutar con cita previa en grupos reducidos de entre diez y doce personas.
Una mirada a la evolución de la joyería y la relojería en España a lo largo de los años
La joyería Grassy ha avanzado y disfrutado de gran parte de la historia de este país, por eso tiene mucho que decir sobre la evolución de la alta joyería y relojería en España. La evolución es clarividente, Yann Reznak, nos lo con rma. “Si hablamos de alta joyería, está claro que ha habido una tendencia muy determinante, ya no es tan estacional”. En la década de los 70, destaca, “sobre todo se veía oro blanco”; después “llegaron las piedras de color, las piedras semipreciosas”. Además, incide, “la joyería se ha democratizado. El abanico de precios en joyería es mucho más amplio que entonces”. En lo que a la relojería respecta, Reznak coincide: “también ha cambiado mucho en estos años”. Cierto es que en los 80 vivimos la crisis de los relojes mecánicos y que entre nales de los 70 y principios de la nueva década es cuando se introduce el reloj de cuarzo “con un auge importante”. Con el transcurrir de los años se vuelve a la normalidad, a la tradición. Así, a nales de los 80 “volvemos a entender la relojería como un reloj mecánico o automático”. A nales de los 90, prosigue, “vimos como los relojes crecían y se convertían en un producto unisex”. “Cada vez se ve más como a la clienta femenina le gusta vestir un reloj de corte masculino”. Unas palabras que traduce así: “eso quiere decir que el reloj joya, propiamente de señora, ha perdido terreno respecto a los productos originariamente más masculinos”. Y es que los relojes de 38 a 40 mm se han convertido en piezas “totalmente unisex”.
Fidelización local e internacional, una estrategia muy persona de Grassy
El público al que se dirige la joyería Grassy, según con rman, condiciona lo que se oferta. Por eso, quizás, aquí, el cuidado por el detalle es exquisito. Otro factor importante, sin lugar a dudas, reside en la clientela, en los consumidores que apuestan por el ‘know how’ de Grassy en Madrid. “Tenemos una clientela doméstica, una parte importante de nuestro negocio que ha ido avanzando de generación en generación y sigue siendo el a nuestra marca. Pero también tenemos cada vez más una clientela de paso, turística”. A causa del coronavirus, esta última se ha visto resentida, no obstante, “desde la primavera hemos notado una vuelta a cierta normalidad, están llegando los turistas y hay un poco más de alegría”.
La estrategia para seguir consolidando a la clientela local y per larse como una tarjeta de visita para el turista pasa por “una delización día a día”. “Nosotros somos muy proactivos”. Eventos, actos y exposiciones de diferente naturaleza e índole avalan las palabras del nieto del fundador de la joyería Grassy en Madrid. Por eso, quizás extender su invitación a todos nuestros lectores para visitar la joyería Grassy en cualquiera de sus establecimientos, incluida su próxima apertura en Galerías Canalejas, sea la manera más acertada de cerrar un nuevo capítulo de su historia. ‘To be continued…’.
