Nueva Institucionalidad Massolo

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cuenta el contexto y demás actores presentes en el escenario. El espacio local y la identidad de género no se presentan como dimensiones articuladas, sino más bien en tensión y conflicto. En general, hay una tendencia al localismo y a una visión parcializada, al no compartir las experiencias entre cada grupo y municipio.38 Honduras se divide administrativamente en 293 municipios, de los cuales la mayoría posee características rurales, propio de un territorio predominantemente agroforestal. Alcaldes y alcaldesas sostienen que la dinámica que se está generando se reduce a la descentralización de responsabilidades y no a la descentralización de recursos financieros, ni a la toma de decisiones. La participación de las mujeres en Honduras en términos cuantitativos es alta, el 70% pertenece a organizaciones comunitarias, participación que todavía no se logra reflejar en los cargos de dirección, ya que éstos siguen estando en manos de los varones. El liderazgo de la mujer en el ámbito comunitario no es reconocido, ya que el espacio local sigue siendo considerado como extensión de las actividades del hogar. La participación de la mujer por mejorar los servicios públicos, opera como la extensión de sus responsabilidades del hogar, haciendo que esta forma de participación pública en la vida comunitaria no constituya ningún cambio, por el contrario, su participación al igual que su aporte en la economía del hogar sigue siendo invisible.39 En Costa Rica, el movimiento de pobladoras organizadas fundamentalmente aparece como expresión de organizaciones mixtas en los años 80. El sector presenta una particular problemática de gestión de liderazgo femenino, en tanto opera como lucha de poder al interior de las organizaciones mixtas vecinales. Es el sector más proclive a los intentos de la dirigencia masculina para mantener ciertos grados de control, manipulación y boicot a iniciativas individuales, y mucho más colectivas, de la membresía femenina. No son pocos los casos de acoso y de abuso de poder por parte de dirigentes varones al interior de los escenarios locales; tampoco son menos las experiencias de grupos de mujeres que mantienen una lucha permanente por hacerse valer dentro de la comunidad, principalmente frente a los poderes municipales, los cuales, para efectos de gestión y negociación de permisos –por ejemplo– presentan una actitud prepotente y descalificativo para con las organizaciones de mujeres. La posibilidad de las mujeres de ser escuchadas por el gobierno local no depende tanto de la urgencia de sus necesidades como de la red de relaciones que hayan podido tejer en el escenario de la localidad. Se constata un repliegue o refugio de los grupos de mujeres en las localidades, de sus activistas y dirigentes, hacía un escenario de gestión comunal más ligado a las necesidades de sobrevivencia. Se sobrepone lo inmediato y el desinterés por colocarse con una participación más amplia en términos locales.40 Mujeres y hombres tienen diferentes necesidades, percepciones y experiencias en relación a los territorios, así como distintas posibilidades de acceso a los bienes y recursos. La división sexual del trabajo, los papeles diferentes que ambos géneros desempeñan en la esfera privada y en la esfera pública, en el ámbito del trabajo reproductivo no remunerado y en el ámbito del trabajo productivo remunerado, se reflejan en los usos y significados del territorio, que se traducen en necesidades y vivencias diferenciadas de los espacios urbanos y

38. Programa Regional La Corriente, op cit. 39. Ibid. 40. Ibid.


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