SORAYA VARGAS
Danza Folclórica que dirigía Yesid Carranza y donde también bailó Leyla Castillo. Las escuelas de ballet y danza folclórica funcionaban en el Teatro Jorge Eliecer Gaitán. TAMBIÉN ESTUVISTE EN OTRO ESPACIO DE FORMACIÓN; CUÉNTANOS DE ESOS AÑOS EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL. Al salir de la Escuela Distrital, decidí estudiar el programa de Teatro y Danza ofrecido por la Universidad Antonio Nariño. Estuve hasta quinto semestre, decidí retirarme porque vivía en contradicción con la academia; me decían: “usted va a ser maestra, no artista ni bailarina”. Además, por esa época, conocí a Katy Chamorro en la Universidad Nacional, y asistir a sus clases fue otro despertar de la danza para mí, encontré de nuevo la pasión. Hice la audición (la primera audición que presenté), para el curso libre en el famoso salón 202 de la Universidad Nacional, llegué con la trusa y la moña tradicional de ballet a una audición de danza contemporánea, pues no tenía idea de qué era, pero pensaba: “esto es como Fama, la película”, ninguno era bailarín. Katy es una mujer con un ritmo impresionante, eso lo admiro mucho y aún me sorprende. Ella hacía danza étnica, era puro sabor y yo venía de una escuela clásica, tenía la espalda súper erguida, y el cuello tenso y ella me decía: “pero si eres colombiana, eres latina”. Estuve un año con ella. También en la Universidad Nacional conocí a Norma Suarez, una bailarina mexicana que vivía en Colombia, daba clases de Graham y otras técnicas, y fue Norma quien nos dijo a sus estudiantes: “quiero que esto se formalice, que sea más que un curso libre, hagan un grupo”, y este grupo se llamó Danza Común. Allí conocí y bailé con Bellaluz Gutiérrez y Sofía Mejía. CUÉNTANOS DEL TRABAJO CON LA COMPAÑÍA NORUZ. Luego Jennifer Chase, que también bailó en Danza Común me invitó a participar en otro grupo, Noruz, que conformaba con Julio César Galeano y Manuela Mazhari. Remplacé a Manuela en la obra: Mujeres en la guerra. Manuela se fue y Jennifer no siguió bailando, invitamos a Claudia Acosta, quien pertenecía a Danza Común, y participamos en el Festival La Ronda, organizado por la Casa del Teatro con la obra Movimiento ondulatorio simple. Recuerdo que uno de los jurados era Humberto Canessa. Movimiento ondulatorio simple era una obra muy emotiva y fuerte físicamente; rompimos con muchos esquemas, tenía texto en la escena, hablaba del amor y el desamor, era como ver una novela, la gente se conmovía y eso era lo que estábamos buscando, que al público le sucediera algo; queríamos ser lo opuesto a esa imagen fría del bailarín que no expresa nada. Había una caracterización del personaje y una dramaturgia. Usábamos vestuarios de colores fuertes y de material sintético, como escenografía usábamos dos cortinas plásticas en el fondo del escenario y una silla giratoria. Teníamos varios referentes, entre ellos, algunos de videodanza; nos gustaba, por ejemplo, Philippe Decouflé. En ese momento en Noruz estábamos Julio César Galeano, Claudia Acosta y yo.
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